12.12.05

Alberto Álvarez nº 1 de su promoción

El profesor Wladi participa en varios cursos en el "Puente de la Inmaculada"
Se nos ha ido un “puente”, un “puentazo”, una semana llena de fiestas y descansos, que han venido bien para coger fuerzas. El contrasentido es que muy pronto tendremos un nuevo período de vacaciones, aunque, tal y como vienen este año las Navidades, no nos quejaremos demasiado. De todas maneras, en AYUDAS, dentro de nuestra particular línea de no “parar” del todo, la actividad ha continuado. No se ha suspendido ninguna de las clases de yudo de las escuelas municipales de Parla, que funcionaron el lunes 5, el miércoles 7 y el viernes 9. Además y para dar ejemplo, el profesor Wladi, se embarcó en una larga serie de cursillos de la Federación Madrileña de Yudo. Uno de esos cursillos se interrumpió unos minutos. Fue el sábado pasado (día 10). Se aprovechó para realizar una entrega de diplomas a los números uno de las recientes promociones de nuevos profesores de yudo y de deportes asociados a la Federación Madrileña. Tenemos que publicar aquí, con orgullo, que el número uno de la nueva promoción de monitores de yu-yitsu, ha sido Alberto Álvarez. La noticia da una idea de la preparación de nuestros deportistas y de cómo nos tomamos nuestras clases y nuestro trabajo. Es todo un honor contar con la colaboración de Alberto en las clases de yu-yitsu y con su dirección en el departamento de deportes de lucha del Ayuntamiento de Parla. Los máximos beneficiados son, sin duda, nuestros alumnos, de los que siempre hemos presumido y con toda la razón. Allá donde van demuestran su nivel técnico y humano.

En cuanto a los cursillos realizados por el profesor Wladimiro, hay que decir que le llevaron a compartir tatami durante 24 horas en tres días con altos grados como el recién nombrado 9º Dan (Cinturón Rojo) Navarro de Palencia, o con grandes maestros como Macario García (8º Dan).

No vamos a dejar pasar la ocasión de criticar aquí estos cursos de la Federación porque nos han parecido fabulosos. El ambiente es muy bueno y se aprende mucho gracias a la aplicación y tesón del excelente plantel de profesores y maestros. Es un lujo contar con la presencia en el mismo tatami –pedazo de tatami- (en el doyo del Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes) de altos grados como los mencionados. A ellos se suman Ignacio Bueno, Teresa Campo, Chema Larrañaga y su mujer María Jesús, Carlos Pasán, José Luis Valcárcel. Es un verdadero placer el simple hecho de ver a cientos de cinturones negros y marrones estudiando yudo en sesiones de cuatro horas. Creíamos que sólo sucedía en los entrenamientos federativos que dirigen Rafael Ortega y manuel Jiménez, aunque éstos duran dos horas. Pero el yudo madrileño goza de una gran salud (y eso que se empieza a sentir pánico por la perdida de hegemonía en el medallero nacional –como si eso fuera lo único importante-).

Como dijo Macario García, “estar ocho horas en un tatami, con el yudogui puesto es duro”. Hay que añadir que, a nuestro humilde entender, cuando se está a su lado es, además, todo un honor. Uno, que siempre ha profesado un profundo respeto por Macario, no tiene más remedio que expresar aquí su admiración por este gran yudoca a la altura del cual sólo tenemos a unos pocos más; muy pocos.

Sólo un comentario negativo y éste va para algunos compañeros. Nos parece que cada vez hay menos entrega en este tipo de cursos. Nos podemos avergonzar de nuestro estado físico, pero nunca hay que caer en la falta de amor propio. Si uno no es capaz de correr una maratón, puede reconocerlo sin pena. Los años no pasan de balde. Si alguien tiene una lesión, seguramente es disculpable que no corra (pero es que algunos ni andan). No entendemos que apenas iniciado un calentamiento un puñado de yudocas, se supone que “señores yudocas”, salgan despavoridos del tatami en busca de vendas, de alguien con quien charlar y contar sus penas… No comprendemos que los más jóvenes sean los más remisos a la hora de esforzarse en hacer unas simples caídas o ejercicios de calentamiento. Nos da vergüenza que yudocas maduros acudan a paso lento, casi remolón, a las llamadas de quienes dirigen un entrenamiento o una clase. Nos llena de rubor que nos hablen unos compañeros mientras otros realizan demostraciones, impidiéndonos guardar la atención que el respeto nos impone. No nos parece adecuado hablar con un maestro sentado frente a él, cuando el maestro se encuentra postrado en “za-rei” (postura tradicional de rodillas). Si a uno le faltan los meniscos (como al profesor Wladi), lo que no le puede faltar es el respeto. Si uno está lesionado o diezmado, para qué tanta prisa por tener el grado siguiente (que es lo que buscan la mayoría de quienes acuden a estos cursos). Muchos yudocas reconocen tener vergüenza a la hora de salir a hacer una demostración delante de compañeros y maestros. En cambio, también son muchos los que no tienen ninguna vergüenza de acudir a un curso sin estar preparado a guardar la más mínima compostura; ni a realizar un examen penoso de pase de grado. Suponemos que luego, lucirán sus grados (altos grados a veces) con todo el orgullo que les faltó para preparar mejor sus exámenes. Allá cada cual con su conciencia. En AYUDAS procuraremos seguir por el camino del trabajo y de la humildad; un camino que es cauce del inexplicable orgullo de la gente que sólo tiene lo que no se puede perder.


De izquierda a derecha: el maestro Navarro de Palencia, Javier Mora que obtuvo roku-dan, nuestro amigo Rodolfo Cruz, el profesor Wladimiro y el maestro Macario García, en un descanso de los cursos.

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