8.1.06

Excursión a Cotos



¡Qué gran día!

Todo hacía presagiar que sería mejor quedarse en casa. El tiempo no acompañaba y amaneció lloviendo en Madrid; en todo Madrid. El cielo, encapotado, dejaba una luz débil y un fondo plomizo en las calles. Pese a todo, los de Torrejón y los de Parla se encontraron en Atocha a la hora convenida. Pero faltaba el pequeño grupo de “madrileños”. El tío del profesor Wladi y su primita Sofía no aparecían. Sofía, a sus 8 años está pasando unos días de vacaciones con su padre, José María, y es la que más ilusión tenía en realizar la excursión: nunca antes había visto la nieve.


A las 11:20 llegamos a Cercedilla y la sorpresa fue que allí estaban esperando José María y Sofía. De tan madrugadores que fueron tomaron el tren anterior al nuestro. Ya todos juntos nos metimos en el tren a Cotos y allí se produjo la primera anécdota.

La cazadora de Richi

Dentro del tren hacía calor y todos nos quitamos los abrigos. Unos los subimos a los portantes y otros los dejaron sobre las mochilas en el suelo. Luego, con el traqueteo del tren se formó una amalgama de sonidos en el vagón que nos hacía pensar en un viaje por el tiempo. La vía es sinuosa, bastante empinada y el viaje es lindo. Al principio discurre pegadito a una carretera estrecha y luego empieza a meterse en el bosque de abetos que estaba absolutamente nevado. Pronto, a los ruidos del tren que parecía amenazar con desarmarse, se unió un desagradable olorcillo a tostado. Llegamos a bromear con que eran los frenos del convoy los que se estaban quemando. Cuando al fin llegamos a Cotos descubrimos que el tufillo no era otra cosa más que la chaqueta de Ricardo. La había dejado sobre el potente calefactor y algún material plástico se había derretido, hasta el punto que se derritió sobre la mochila de Wladi. Quedó decorada con chorretes de color rojo, mientras que Richi había obtenido un gran respiradero en una de las mangas de su chaqueta.

Sofía; la más pequeña. Era la primera vez que veía la nieve; vive en Venezuela y estaba de vacaciones en Espeña.
Abajo: Carlos se lleva un bolazo de nieve lanzado por Richi
José Mª y Sofía
Lo primero “matar la gusa”

Nada más salir del tren llegaron los primeros bolazos de nieve. Pero, enseguida, pasamos al edificio del apeadero y nos colocamos bien toda la ropa y las mochilas. Fue el momento en que algunos decidieron coger fuerzas. A pesar de que pasaban pocos minutos de la doce casi todos apretaron algún suculento bocadillo. Incluso se aliviaron varias bolsas de galletitas de chocolate. Ya estábamos todos listos para acudir a la cercana pista de Cotos a deslizarnos por la nieve.




Tablas y trineos

Alejandro y Raúl se habían llevado desde Torrejón dos tablas de “skate”. Habían desprovisto a sus monopatines de las ruedas y tenían pensado deslizarse con ellas por la nieve. Y vaya si lo hicieron. Para los yudocas, todo lo que sea mantener el equilibrio en condiciones extremas es un roto. Por las tablas de Raúl y Alejandro pasaron todos los compañeros. Las bajadas trepidantes en trineo y en tabla (a veces, simplemente rodando por las laderas de nieve virgen) se sucedían continuamente.

Raúl arrastrando el trineo (parece un esquimal)


Los primos (Raúl y Alejandro) se preparan para echar una carrera de trineos a Richi y Paco

Ale, Raúl y Adri posan con sus tablas.

Sofía lanza nieve a Carlos a patadas

No se ve, pero había tres rodando por la ladera

Vuelta para casa

Como todo tiene un principio, pero también un fin, llegó el momento de tomar el tren de regreso. A las 17:45 partió el tren de la línea C-9 de Cotos a Cercedilla. Hay que recordar que el billete de ida y vuelta cuesta (desde Parla o Torrejón, por ejemplo) 6,60€, a los adultos. A los niños les cuesta 4,00 €. Claro que quienes tienen Abono de la categoría B2, pueden pedir el billete restante (desde las Rozas, que es a lo que tienen derecho a llegar con su bono). En ese caso, el billete de ida y vuelta les sale por 3,30 €
Qué susto; la nieve cae del tejado sorprendiendo a algunos visitantes

En fin, que al llegar a Atocha nos despedimos. José María y Sofía (la más pequeña de la expedición y que luchó contra el frío en sus piececitos, como una valiente) salieron para quedarse en Madrid. Sergio María, Ricardo, Carlos y su amigo Paco, se bajaron para coger el tren que les llevó a Parla. Y el resto (Yaiza, Raúl, Adrián, Alejandro y Wladi) continuaron en el mismo tren hasta Torrejón.


¡Qué pena! nos vamos para casa
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