8.12.06




Los alumnos de Rafa estamos orgullosos del octavo dan de nuestro maestro; sin duda, pero no necesitábamos que se le concediera para saber que cualquier mañana, bien tempranito, como a él le gusta, estaría ya haciendo deporte. Después, tras su diaria sesión de entrenamiento, quien quiera ver a Rafael no tiene más que acudir al gimnasio Banzai de la calle Maldonado y le encontrará frente al ordenador ajustando sus programas o con el tatami dirigiendo algún entrenamiento.



En el mundo de los gimnasios de yudo hay de todo. Si los gimnasios de yudo fueran restaurantes, los habría de comidas rápidas. Es decir que algunos directores de gimnasios vienen a tener –si se me permite la figura- un Burger King y otros un restaurante chino (con perdón). Claro que también los hay que tienen un restaurante de lujo, con mucha parafernalia y que luego en platos grandes sólo aparece un chorrito por aquí y una cosita por allá (eso sí, todo muy mono). Rafael vendría a tener un restaurante de comida especial que tiene una clientela fija capaz de recorrer los kilómetros que sea preciso por seguir degustando los exquisitos productos de sus fogones artesanales. Sería, su gimnasio, uno de esos lugares por los que parece que el tiempo no tiene derecho a pasar; vaya uno cuando vaya siempre sabe lo que va a encontrar. Y, por supuesto, el chef siempre estará al pie del cañón aderezando las viandas como sólo él sabe hacerlo y con el mandil puesto. ¿Hay algún otro ‘chef’ en toda España que siga al pie del cañón como Rafael Ortega? A día de hoy, Rafa es capaz de hilvanar una clase de mangas amarillas y azules (niños con edades entre los 10 y los 13 años) con otra de juveniles. Después, sin interrupción, dirigirá otra clase de yudo recreativo y a continuación la de competición. Ese mismo día, ya habrá dirigido unas cuantas clases más por la mañana y al mediodía… Y al día siguiente más… Y cuando decimos dirigir, decimos estar en la clase, impartirla, no salir de ella, dirigirse a todos y cada uno de sus alumnos, tenerla preparada con muchísima antelación, tomar nota de lo que funciona y de lo que deja de funcionar para corregirlo en sucesivas clases… ¿Hay algún otro ‘chef’ en toda España que haga lo mismo? ¡Claro que nos enorgullece la concesión del octavo dan a Rafael Ortega! Pero no creemos que sea más que un acto de justicia y de reconocimiento más tardío que oportuno (…y no queremos dar nombres: ¡total, ‘pá’ qué!).

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