18.10.08

Pasamos ecuador del primer mes del curso

Nuestro primeros campeones

'Los Jamones'

Ya hemos pasado el ecuador de nuestro primer mes de clases con un balance magnífico. Estamos muy contentos (profesores y alumnos) y los padres de nuestros nuevos alumnos están tan satisfechos como se muestran expectantes por poder ver pronto a sus hijos practicando nuestro deporte. Les pedimos un poco más de paciencia porque muy pronto vamos a tener ocasión de reunir a nuestros alumnos en algún entrenamiento de puertas abiertas con el objetivo de ver todo lo que hacemos en nuestras clases. Si todo va conforme a nuestras previsiones y no nos saturamos aún más nuestro calendario previsto para este trimestre otoñal, es muy probable que a mediados del próximo mes de noviembre podamos hacer una de nuestras primeras ‘mañanas del YU’.

De momento queremos rendir homenaje en este YUDIARIO a algunos alumnos que ya han destacado en sus respectivas clases al realizarse alguno de nuestros juegos más celebrados. Les vamos a explicar…

Hace muchos años el profesor Wladimiro impartía una de sus clases de yudo a un grupo de inquietos yudocas. Había uno de ellos de extraordinaria emergía y creciente personalidad que se rebelaba a cada nueva indicación del profesor con grandes muestras de carácter indómito. El niño era capaz de concitar la atención de algunos compañeros y el ‘profe’ ya había conseguido dejar sin demasiados seguidores al pequeño líder. Pero el niño no se rendía y tensaba cada más la cuerda (esa cuerda por al que el ser humano busca sus límites y los de los demás). La cosa requería imaginación y el joven profesor Wladi acabó obligando al niño a colgarse de una espaldera. Aquello fue aceptado como ‘castigo’ por el niño rebelde, pero fue muy aplaudido por los demás. La ocurrencia fue que se le colgó al niño como un jamón advirtiéndole que hasta que no estuviera ’curado’ no podría incorporarse a la clase con el resto de compañeros.

Debió de hacer gracia eso de colgarse como un jamón al resto de compañeros que empezaron a llamar la atención del profesor que se vio obligad a ‘castigar a otros niños’. La cosa se escapó de las manos del ‘profe’ de yudo y pronto había más ‘jamones’ que niños practicado yudo según lo programado. La situación s requería un nuevo esfuerzo de imaginación. De manera que se suspendió lo que se estaba haciendo y todos (incluido el profesor) acabaron colgados de las espalderas. Una vez en las espalderas empezaron nuevos juegos. Unos decían que excompañero no era un jamón, sino un chorizo. Se referían a que tratando de aguantar más tiempo colgados como un jamón, la cara se enrojecía por el esfuerzo realizado. Otros decían que ellos eran mejor jamón que el de al lado que no resistía tanto…

El profesor se bajó de las espalderas y se dio cuenta de que sus alumnos acaban de dar con un nuevo juego. Acababan de nacer ‘los jamones’. Se organizaron grupos de chicos de características similares y comenzamos a medir la capacidad de cada cual para permanecer colgado de una espaldera sin más ayuda que la fuerza prensil de las manos. Al final hubo un ‘campeón’ o jamón más curado y un grupo de niños muy sonrientes y contentos. Bueno, hay que decir que pese a lo festivo de la situación hubo un niño que no mostró ninguna alegría ante el nuevo juego. Todo lo contrario, el primer niño en ser ‘castigado’ seguía mostrándose algo tosco, cariacontecido y… ‘castigado’. Son cosas del yudo (de la vida).

Desde aquellos momentos (hace muchos lustros) hasta ahora, cada mes ponemos en marcha este juego, tan beneficioso para las espaldas de nuestros yudocas. Es un juego tan sencillo como eficaz para estimular el crecimiento de los niños; tan ‘duro’ como divertido. Además, sirve para ganar un montón de puntos pues premiamos a todos los que aguantan un poquito, esforzándose por superar sus propias limitaciones (avanzado el curso damos puntos a los que consiguen estar suspendidos más tiempo que en precedentes ocasiones). Es decir que no se trata sólo de ganar a los demás, sino de superar límites propios. Por otra parte, es el momento de que niños menos fuertes que sus compañeros toman protagonismo; suelen ser campeones de jamones niños muy delgados o de gran espíritu de sacrificio.

Dicho todo esto queremos ensalzar la fantástica participación en nuestro primer torneo de jamones de Silvia Gómez Dios (campeona en el grupo de mangas verdes, rojas y amarillas) y de Lucas Heredero Miralles (en chiqui-yudo). La clasificación final en el CEIP Ciudad de Guadalajara fue la siguiente:


CHIQUI-YUDO

1º Lucas Heredero

Adrián García

MANGAS VERDES, ROJAS Y A.

1ª Silvia Gómez

Sara Barthelemy

¿Y QUÉ PASA SI NO HAY ESPALDERAS?

El juego del ‘ESPAGAT’

Este juego de ‘los jamones’ se desarrolla en aquellos lugares en que tenemos espalderas. Pero en los que no contamos con este elemento hemos buscado algún sustituto. Ninguno ha llegado a gozar de tanta popularidad y aceptación entre nuestros alumnos como ‘los jamones’. No obstante, acabó imponiéndose como sustitutivo ‘el espagat’. Se trata de otra prueba de resistencia que desarrollamos de forma similar a ‘los jampones’ (por eliminatoria).

En el caso del ‘espagat’ (o spagat, en francés) medimos a cada uno de nuestros alumnos en el centro de una colchoneta. Lo hacemos con un cinturón que acto seguido extendemos en la colchoneta (a lo largo) y marcamos con una tiza la altura del yudoca sobre el suelo. Le decimos que permanezca en entre las rayas hasta tener a todos dispuestos para comenzar. Si se trata de una clase poco numerosa se puede realizar con todos os chicos a la vez este concurso.

Se da la señal de comienzo y los muchachos deben conseguir tocar la marca de las tizas con los pies (al menos con los dedos). El que más aguanta en la posición es el vencedor; así de sencillo.

También se puede añadir una cuarta (con mano) a la medida de la longitud (atura) del niño, si estamos en una clase con niños muy elásticos. Y, también se pueden añadir dificultades cuando se encuentran algunos niños muy resistentes. Por ejemplo, a veces obligamos a hacer el primer grupo de ‘kokumin tai yu’ a diferentes velocidades para añadir un nuevo elemento de dificultad (mangas rojas y/o amarillas) o ejercicios de cerrar y abrir puños con brazos extendidos en diferentes posiciones, para endurecer la prueba (mangas azules).

En este juego, realizado ya en la clase de mangas verdes y rojas de Parla el campeón ha resultado ser Raúl López Ortega.


OTRAS CONSIDERACIONE S Y REFLEXIONES

Todavía recuerdo el día en que apareció en una de mis clases de yudo una mamá con un niño de seis años cuya cara me parecía extrañamente familiar. También la mamá me recordaba vagamente a alguien. Resultó ser una alumna que había tenido cuando impartía clases de nuestro noble deporte en el Liceo Nuestra Señora del Rosario de Torrejón de Ardoz. Llegaba a otro colegio de la misma localidad, con su hijo de la mano, para que su retoño se incorporara a nuestra disciplina. Fue un momento fabuloso; tenía la oportunidad de reanudar la formación de una persona, en los principios del yudo, a través de su hijo.

Además de constatar que uno va cumpliendo años, aquel suceso me llenó de orgullo. Ya no era sólo que un yudoca recordara a su profesor con romanticismo, sino que rebuscaba para que enseñara yudo a su hijo como lo había hecho con su propia persona. Estos detalles van llenando a uno de cierta sensación de plenitud, de un tufo a sentir que algo estamos haciendo con nuestra vida por esta sociedad, por los nuestros… por nosotros mismos. Nos vamos haciendo viejos sin duda.

Durante este curso nos hemos encontrado con otro particular asunto que nos ha movido a reflexionar, a sentirnos muy responsables y, a la vez, muy orgullosos. En nuestra clase de chiqui-yudo de las escuelas Municipales de la Delegación de Deportes del Ayuntamiento de Parla tenemos dos nuevas alumnas con una singularidad. Se trata de dos preciosas niñas de cuatro años cada una que son las hijas de dos compañeras, ambas profesoras de otras escuelas municipales de la mencionada Delegación de Deportes. Que dos personas cualificadas y expertas en el mundo del deporte, que, además, cuentan con larga experiencia en la docencia, decidan que sus hijas pasen a practicar yudo con uno, es un honor, es motivo de orgullo y, sobre todo, crea una gran responsabilidad.

Además, queremos aprovechar para mostrar otro detalle del que también nos sentimos muy orgullosos. Resulta que nuestro grupo de chiqui-yudo está a tope y, encima tiene lista de espera. Pero es que resulta que el curso pasado también tuvimos el grupo completo y una pequeña lista de espera (menor a la que tenemos en estos momentos). Y, para colmo, queremos recordar que de los niños del grupo de chiqui-yudo del año pasado, ninguno se ha dado de baja. Algunos siguen siendo mangas naranjas y continúan en el grupo de ‘chiqui-yudocas’ y otros han cumplido siete años y han pasado a uno de los dos grupos que tenemos con mangas verdes.

Sólo tenemos una pequeña pega e las clases de nuestras escuelas municipales de Parla. Se trata de la atracción que han ejercido nuestras clases de yudo total de martes y jueves sobre las de lunes, miércoles y viernes. Se ha producido un movimiento bascular de trasvase de yudocas que ha fortalecido extraordinariamente el grupo de martes y jueves y nos a dejado mermado el de lunes, miércoles y viernes. Parece que detrás de esta circunstancia está la creciente demanda de actividades de dos hora semanales (dos días a la semana). Incluso algunos niños de nuestras clases de tres días por semana han optado, este curso, por matricularse en los grupos de martes jueves. A eso hay que sumar el deseo creciente de contar con la tarde de los viernes como una tarde más de solaz y esparcimiento, como lo pueda ser la de los sábados. Bueno, el yudo es ceder para vencer, así es que ya estaos ideando estrategias para adaptarnos a estas circunstancias sin que se desequilibren nuestros grupos.

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