24.11.09

Nuevo Entrenamieto para 'mangas amarillas', azules, infantiles, cadetes y juveniles

Este pasado sábado hemos tenido un fenomenal entrenamiento en la sala municipal de yudo de la Delegación de Deportes del Ayuntamiento de Parla. Nada menos que 36 yudocas acudieron a la cita y entrenaron con mucha energía y sumo interés.

Como el entrenamiento se había convocado antes de saber que se celebraría en la misma mañana del sábado el campeonato por equipos ‘Memorial Peralta’ fueron muchos los ‘mangas amarillas’ que no pudieron acudir al mismo. Se encontraban representando a nuestra Asociación (AYUDAS) en ‘La Fundi’, en el mencionado torneo, en el que pudimos inscribir, finalmente, dos equipos alevines y dos benjamines. Menos mal... se nos hubiera quedado aún más pequeña la sala.

Pese a todo, el pabellón parleño quedó por todo lo alto. Sólo hubo un juvenil, pero era de nuestra asociación. También acudieron muchos cadetes de la Escuela Municipal de Parla y de AYUDAS. Algunos pensaron que fue una lástima, pues para ellos hubiera sido magnífico contrastar lo mucho que están evolucionando frente a compañeros y rivales de otras escuelas. Nuestros cadetes aseguran que son entrenamientos intensos, pero se repiten las mismas caras. Estamos buscando la manera de motivar a nuevos asistentes a este tipo de citas.

Acudieron al entrenamiento el juvenil Sergio Cortés; nuestros cadetes, Hanae El Hamissi, Lidia García, Itziar Sánchez, Sonia Sieiro, Gonzalo Nuevo, Paco Hidalgo, David Monforte, Víctor Irala, Víctor Manuel Pérez, Oscar Manchado, José Manuel Sieiro y Adrián Rodrigo; nuestros infantiles Cristina Moreno y Carlos Pliego y nuestros ‘mangas amarillas’. Christian Pérez y Aroa del Campo. A todos ellos les felicitamos por el interés mostrado y por haber demostrado lo mucho que les gusta el yudo, cosa en la que coincidimos con ellos. También felicitamos especialmente a la jabata de Hanae que acudió al entrenamiento poco después de habérsele quitado una escayola que le ha venido protegiendo su muñeca izquierda desde hace semanas.

La gran sorpresa


Acudió a nuestro entrenamiento el maestro Rafael Ortega acompañado de su esposa, la también maestra de yudo Purificación Polo. Fue una sorpresa mayúscula y motivo de alegría. Nos llenó de orgullo poder mostrar a nuestros maestros nuestra humilde pero coqueta sala, en un momento en que se encontraba repleta de jóvenes yudocas. Entre nuestros alumnos se encontraba lo más florido de nuestra escuela. Estaban nuestro joven cinturón negro Sergio Cortés, nuestro recién proclamado sub-campeón autonómico Víctor Manuel Pérez, nuestra campeona y medallista internacional Sonia Sieiro, algunos de los cadetes del equipo que se han clasificado para disputar la Final Autonómica (‘Memorial Peralta’)… En definitiva, era un buen momento para que nuestros chicos conocieran al maestro Rafael Ortega, profesor de su profesor Wladimiro Martín. El maestro, Cinturón Rojo, octavo dan, como decimos, acudió acompañado por su esposa Purificación Polo, Cinturón Blanco y Rojo, sexto dan. Se trata de una de las mujeres con más experiencia en la docencia y gran especialista en yudo de base. Es la encargada de lanzar jóvenes talentos, que luego pasan, ya formados, bajo la dirección de Rafael a desarrollar su yudo, desde la solidez de la base que les aporta nuestra querida Puri.

Rafael y Puri son el tándem más importante de yudocas de nuestro deporte. Hay otros matrimonios dedicados a este deporte. Ninguno como éste. No hablamos de número de campeones (los tienen a cientos), de cinturones negros, árbitros, monitores, profesores (también a cientos)… Hablamos de dos personas de máxima honestidad que rezuman cariño a su trabajo en cada pequeño detalle, en cada gesto. Hablamos de parte importante de la historia de nuestro deporte, que no se entendería sin esta pareja cuya vida está plenamente volcada hacia el yudo; son yudo.


Ahora quizás se entienda mejor la maravillosa sorpresa que nos llevamos al verles aparecer en nuestra casa y lo orgullosos que nos sentimos de ello. Nos alegró que vieran nuestro ‘shomen’ en el que se encuentra, como es preceptivo, la imagen de Yigoro kano, pero también la de ‘nuestros maestros’. En esa imagen se ve ‘nuestro árbol genealógico’ que va de Yigoro Kano a Kawaishi, de Kawaishi a Roland Burger y de Roland Burger a Rafael Ortega. En todos nuestros entrenamientos, desde hace años, nos damos vuelta tras el saludo colectivo, al empezar cada clase, y saludamos a nuestros maestros en señal de respeto y agradecimiento a lo mucho que les debemos. También lo hacemos al acabar cada clase, en todos los grupos; en los niños, en los de adolescentes y en los de adultos. Hasta las chicas de defensa personal imitan este gesto que se adelantó a tomar nuestro compañero y amigo Alberto Álvarez, el más de yudoca de todos los yu-yitsucas que he conocido; un fenómeno. Nos hubiera gustado que Rafael y Puri vieran esta sencilla ceremonia, pero no pudimos coordinarlo. Algunos no conocen nuestras costumbres; costumbres, como ésta, de las que estamos orgullosos. No importa. Este tipo de gestos no los hacemos para los demás; los hacemos para nosotros.

Sea como fuere, la ocasión fue maravillosa y, aunque breve, la visita de Puri y Rafa viene a jalonar, como todo un hito, nuestra historia; la de las escuelas municipales de yudo de la Delegación de Deportes del Ayuntamiento de Parla. Además, como el propio Ortega recordó, era la primera vez que ambos visitaban Parla. Nunca antes habían visitado la localidad y esa primera vez ha sido para visitar nuestro doyo y ver cómo se desarrollaba un entrenamiento con nuestros mangas amarillas, azules, cadetes y juveniles. Todo un placer; todo un honor. Nos hemos sentido muy dichosos y salimos muy contentos. Esperamos que esta alegría se haya transmitido a nuestros chicos porque consideramos que tiene mucha importancia. Que una persona de cincuenta años reconozca en público a quienes tanto le han enseñado en esta vida, debe servir de ejemplo a sus pupilos. Son tiempos en que es necesario predicar con el ejemplo y que los jóvenes tengan referencias cercanas de gentes, que con gestos sencillos sirvan de luz en el túnel en que se está convirtiendo nuestra sociedad. El respeto a un maestro no debe de ser olvidado a ninguna edad. Un maestro tampoco debe olvidar que debe ser digno de ese respeto de sus alumnos a cualquier edad (a los veinte, a los treinta… a los ciento veinte y a los ciento treinta). En el caso que nos ocupa no hay vuelta de hoja. Mientras yo esté vivo, mis maestros y los maestros de mis maestros serán recordados con el debido respeto que se merecen. Ojalá tenga la suerte y la sabiduría de transmitir igual forma de pensar a mis alumnos; se lo merecen.

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