17.7.10

Las lágrimas de Sonia

Estábamos contentos de cómo iban las cosas. La sesión de esta mañana iba de maravilla y el duro trabajo de los días anteriores, estaba claro, había madurado. Muchos de los detalles que había que mejorar estaban ya corregidos y se notaba que las chicas empezaban a coger confianza. Pero a la vuelta de la esquina se suele agazapar la mala fortuna; es así por naturaleza.

Solemos hablar de mala suerte como si la hubiera buena. No es así, la suerte es una cosa y la fortuna es otra. También se puede hablar de mal agüero, de gafe, de ‘mala pata’…

Empezamos la sesión de preparación con Sonia retrasada. Estaban entreteniéndola más de la cuenta en un lugar en que había quedado citada. Comenzamos, los demás, a trabajar.

Cristina se mostraba muy segura y capacitada, Itziar también había corregido muchos detalles, lo mismo que María. Llegaron las primeras felicitaciones casi al tiempo que irrumpía Sonia, fatigada de la carrera que se había dado. Pedía disculpas, por el retraso, y pasaba al tatami a calentar. Después, hizo una estupenda prueba con su hermano y también fue felicitada. Acto seguido, trabajó de uke con Cristina. Todo de maravilla.

Cuando le llegó el turno a Itziar ya llevábamos más de dos horas practicando, si bien Sonia sólo llevaba media hora sobre el tatami. Le pedimos a Itziar que mostrase su tokui-uasa y llegó el mazazo que nadie esperaba.

Itziar se movió con soltura y realizó su movimiento de cadera (jarai-gosi). A la segunda vez que movía a Sonia, lanzó su cadera y Sonia salió lanzada con control y fuerza. Pero, al caer… ¡Ay, al caer!

Algo había salido mal. Sonia lanzó un agudo quejido y se retorció de dolor clamando. Mi dedo, mi dedo…

Saltamos hacia ella todos como resortes. El dedo meñique, efectivamente, presentaba muy mal aspecto. Apenas conseguía Sonia dejar de retorcerse tirada en el suelo mientras el profe exploraba la zona del pie afectada. O estaba roto o estaba fuera de su sitio. Con tanto dolor no se pudo maniobrar apenas para reducir el dolor de Sonia, de manera que optamos por lo lógico: inmovilizar el dedo y trasladar rápidamente a la lesionada a las Urgencias del Hospital de Parla (ahora no me acuerdo del nombre de qué infanta real le han puesto).

Al poco de llegar, viendo que el profe llevaba en brazos a Sonia nos acercaron una silla de ruedas. El trato fue exquisito, pero había mucha gente y la espera no había hecho más que comenzar. Sonia seguía desconsolada y acertaba a explicar con toda claridad que el pie le daba igual. Su amargura era por no poder presentarse al examen de cinturón negro del domingo. Además, el lunes está convocada para la concentración cadete y el siguiente lunes (el 26) debería comenzar la concentración Sub-20 a la que también está convocada como Campeona de Madrid de dicha categoría. Parecía que se había abierto una zanja debajo de los pies de Sonia. Ninguno conseguía animar a la yudoca.

Tras un buen rato y la pertinente radiografía se confirmó la peor de las sospechas. Había fractura; de cuatro a cinco semanas de recuperación.

Eran casi las tres de la tarde. Con el mal cuerpo que se nos quedó suspendimos la sesión de la tarde y nos encomendamos a José Manuel, el hermano de Sonia. Deberá volver a dar muestras de su madurez y echar una buena mano a sus compañeras. Itziar sigue con el codo muy tocado y la prudencia aconseja que no caiga. Cristina anda cada día más coja por sus dolores de espalda (no hay que olvidar su espina semi-bífida). Por su parte María sigue con la rodilla hinchada. ¡Vaya cuadro!

Dicen que los grandes deportistas se crecen ante la adversidad. Así deberá de ser, en esta ocasión. Muchos ánimos chicas y mucha paciencia Sonia… ¡Qué mala pata!

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