11.4.11

2 bronces, un 7º y un 9º en la Final Autonómica


Buen balance, pero falta de actitud y de compromiso en algunos casos
  • Bravísimo el alevín José Alberto Santiago
  • Adrián Rodrigo y José Manuel Sieiro suben al podio

Ha sido otro fin de semana de yudo en el que no sólo hemos disfrutado de nuestro deporte, sino, también, de haber charlado con los amigos; con los que nos dedicamos a esto; los que conformamos el mundillo del que hablamos.

El sábado entraron en liza nuestros cadetes a los que hay que recriminar su falta de actitud. Pero no son ellos los únicos responsables. Tal vez la reflexión debe de hacerse sin lanzar manidas frases al aire (el que escupe al cielo ya sabe lo que le puede pasar).

Luego, por la tarde, la decepción de que Marina Cabrero no pudiera participar por no tener DNI. Será que no la hemos avisado como hacemos con todo aquel alumno nuestro que llega a la categoría de ‘infantil’.

Y el domingo por la mañana tuvimos al alevín José Alberto Santiago que no llegó a más por un exceso de autoexigencia absolutamente impropia de chavales de su edad. Pero vamos por partes a explicarnos.


Matinal de sábado para cadetes

Las cosas no iban mal del todo. Adrián Rodrigo ganaba, por ipón su primer encuentro en la liguilla de pesos pesados. Víctor Manuel Pérez hacía lo propio con mucha solvencia en su primer encuentro. Apenas nos dio tiempo a acudir a verle.

Pero enseguida se torció la cosa. Carlos Mingorance saltaba a pista contra un rival magnífico. A la postre acabó siendo el campeón de la categoría de peso. No los estaba haciendo mal Carlos, pero cuando conseguía dominar con su kumikata no atacaba. Pasaban el tiempo y su rival era el que conseguía practicar algunas llaves meritorias. Ahí viene la pregunta. Si consideras que tu rival es muy bueno –incluso mejor que tú- ¿cómo pretendes ganarle si no le atacas? Para colmo, Carlos consiguió atrapar a su oponente en un poderoso jadakayime que no supo aprovechar. Luego –paradojas- fue estrangulado por su adversario quedando un instante sin conocimiento y siendo retirado de la prueba para su propia protección. De este modo, lamentablemente, Carlos no pudo siquiera entrar en repesca.

Mientras sucedía lo que aquí estábamos relatando, coincidieron los encuentros de Víctor Manuel y de Adrián. En apenas unos minutos perdieron los tres de muy diferentes maneras pero con un mismo punto en común: falta total de coraje.

El encuentro de Víctor Manuel era muy duro; tanto que tenía ante él al que acabó proclamándose campeón de la categoría de peso. Pero lo cierto es que Víctor podía haber hecho algo más, si no se hubiera dedicado a cometer algunos errores que ya debían de estar erradicados. Son ya miles las veces que le hemos explicado que su fuerza vale de poco sin velocidad, porque el yudo es deporte de potencia (P= F x V). No se puede estar un ratito tomando posición para contra-atacar. Acaba uno volando por los aires.

Mientras seguíamos el encuentro de Víctor intentando iluminar las oscuras cavernas en que se encontraba su discernimiento, vimos consumarse la derrota de Carlos y a Adri salir violando por los aires sin oponer resistencia a su rival. Fueron, sin duda, nuestros minutos de gloria. Tres de nuestros cadetes caían, casi simultáneamente y los tres derrotados por ipón (aunque eso es lo de menos).

Al poquito saltó al tatami José Manuel Sieiro y se dejó enredar por un rival romo en yudo pero eficaz en todo tipo de marrullerías. José Manuel dio un recital de despropósitos, pero también demostró falta de preparación física; acabó desfallecido. Este muchacho es de los que van mal en estudios y no entrena como acostumbraba a entrenar. Ni entrena lo suficiente, ni estudia lo suficiente. ¿Dónde andará José Manuel Sieiro? ¿En qué planeta estará perido?

Hablamos con José Manuel y parece que algo escuchó. Su primer encuentro de repesca lo acabó ganando con mucha dificultad, pero gran tesón. Cada vez se notaba más su bajón físico. Su segunda victoria en la repesca también fue épica. Las fuerzas estaban más que justas y le llegaba la final de repesca o encuentro por el bronce. El rival: un buen yudoca de magníficas condiciones atléticas al que ya había conseguido vencer en la fase anterior (por ipón en la final). Sabíamos que el oponente saldría muy cauteloso a quitarse la espina. Pero, esta vez sí, José Manuel regresó de su viaje sideral y dio lo mejor de sí mismo. Saltó a la cancha absolutamente concentrado y, en apenas unos segundos salía de ella con una sonrisa de oreja a oreja. Muy decidido consiguió ventaja en el agarre (migui) engañando a su adversario con dos tironcitos y entrando un soberbio seoe-nague (jidari) que sorprendió a propios y extraños y resultó uno de los más bellos ipones de la jornada. Sin duda fue una buena forma de quitarse el mal sabor de boca.

Por su parte, Adri consumaba su triste paso por el tatami volviendo a perder con otro rival al que ya había ganado en la fase anterior y demostrando lo poco que estaba dispuesto a ‘luchar’ en la jornada del sábado. Lo de Adri fue una verdadera pena porque sólo eran cuatro y ya había ganado a dos de sus rivales. Al empezar el campeonato ganaba por ipón al único oponente que no conocía y la cosa se ponía muy de cara. Así podría pensarlo cualquiera que lo viera o que lea estas líneas; cualquiera que no fuera Adrián. Nuestro cadete demostró tener muy poco coraje (lamentamos tener que decirlo) y, en cambio, cometió varios errores (lo que sí es más que perdonable). Pero lo de la falta de actitud, de arrojo, de pundonor, de coraje, de orgullo, de… Sí de lo que todos estamos pensando (¡para entendernos!) eso lo debe poner cada cual. Parece que en algunos muchachos el tener una oportunidad delante, lejos de motivar lo que actúa es como buena excusa para auto-eliminarse. Son muchos años de tatami los que cargamos a la chepa. Son tantos que distinguimos meridianamente (para nuestro desconsuelo) lo que es un ataque veraz de otro de ‘justificación’. Nos salta a la vista la lucha por salir de una inmovilización y la diferenciamos claramente de la pantomima por aparentar que se ha hecho todo lo posible. El que finge la lucha lo hace por justificar su esfuerzo ante un tercero cayendo víctima de su propio engaño. Si al saltar a un tatami se tiene uno que justificar ante un tercero es que se está en otro planeta. Así es imposible poner los pies en la Tierra. No se actúa con juicio ni con coherencia. Volveremos más adelante sobre esta reflexión de los viajes galácticos, porque tal vez nuestros viajeros compren sus billetes en las agencias familiares a muy buenos precios. Aquí hay para todos.


Sábado por la tarde nos dieron ‘libre’

A pesar de los dos bronces conseguidos por nuestros cadetes y del séptimo puesto de Víctor Manuel, no estábamos nada contentos. Todo lo relatado indica algo de nuestro sentimiento, pero había más razones. Tenemos una cadete, Cristina Morales, con grandes aptitudes para el yudo y muchísimas posibilidades por ser mujer y pesar poquito. El año pasado fue oro en los Ctos. Escolares y sub-campeona autonómica. Hablamos con ella a comienzo de curso y le pedimos que se tomara con seriedad sus posibilidades. A lo largo del curso ha faltado muchísimo (por sus estudios) y, finalmente, nos dicen sus padres que causará baja en este último trimestre… ¡otro viaje sideral!

Cristina Morales estaba clasificada para disputar un único encuentro en menos de 44 Kg. Era ganar para ir a Formentera o perder para volver a ser sub-campeona autonómica (que tampoco está mal).

Tuvimos que llamar a Cristina saltándonos nuestras más elementales normas. Cristina ni siquiera sabía lo que pesaba. Sólo el viernes nos llamó para decir que se pasaba más de 2 kilogramos y que si podíamos inscribirla en el peso superior… Como decía un amigo: ‘pa’ ponerse a mear y no echar ni gota.

Para colmo, nuestra infantil Cristina Moreno tampoco podía acudir a la cita por un inoportuno golpe en una rodilla que un medicucho se apresuró a enyesar, inmovilizando un problema no muy compleja solución (incluso para un medicucho) y, de paso, inmovilizando a nuestra yudoca.

Así las cosas, hacíamos el viaje (segundo viaje del día) a Villaviciosa para ver a Marina Cabrero. 180 Km. después llegamos al lugar de la cita para encontrarnos a Marina con cara de preocupación. Su participación estaba en el aire por no contar con DNI. ¡No lo habremos dicho veces! Un niño debe tener DNI. Si además le gusta el yudo y los encuentros de la Federación, debe tramitar el Documento Nacional de Identidad. Pero es que, además, por ley todo niño debe tener este DNI ¿Qué es lo que no se entiende?

Muy juiciosamente la organización aplicó o que es normativo y se apoya en Ley. Jornada en blanco. Punto.


Domingo por la mañana

El coche se puso en marcha hacia Villaviciosa de Odón antes de que metiera la llave y arrancase el motor. Bien sabía él que a esas horas y en domingo sólo se podían requerir sus servicios para una cosa (estos profesores de yudo son gilip… -le oí mascullar entre subidas y bajadas de émbolos-)

Se me ocurrió echar un vistazo al cuenta kilómetros. Evito a mis lectores la impudicia que lancé contra el cristal. Sólo comentar que tuve que frotar el cristal tres cuartos de hora con estropajo para quitarla de dónde se había estrellado con vehemencia.

Llegamos al lugar de la cita y encontramos enseguida a nuestro alevín José Alberto Santiago. Estaba concentrado y taciturno como casi siempre. Es un muchacho genial, pero muy serio. En su primer encuentro descubrimos que, además, estaba muy nervioso; parecía cargado de responsabilidad. Con once años demostraba más compromiso que otros muchachos mucho mayores que él.

Aprovechamos para explicarle que tenía que encontrar la forma de divertirse en los encuentros que aún tendría que disputar (al menos el siguiente). Para ello, nada mejor que pensar en hacer llaves bonitas y no en si se iba a ganar o a perder.

José Alberto no nos acabó de escuchar. Su cara decía bien a las claras que no estaba disfrutando. Sus esfuerzos eran evidentes y su actitud aguerrida, vehemente, casi colérica por ser gráficos.

Llegó un momento en que José Alberto se enfrentó a un risueño rival. El muchacho entraba y salía del tatami con una pronunciada sonrisa en la cara. Acabó siendo el campeón (lo llevaba escrito en la cara). A José Alberto le pasaba lo contrario (llevaba esbozado un gesto de esfuerzo…). Era como si denotase que había llegado para aceptar todo tipo de sacrificio o esfuerzo que fuera necesario hacer, con una madurez que no corresponde a un niño de 11 años.

José Alberto perdió con el campeón por ir rígido. Regaló un uasari a su duro oponente que no pudo remontar. Luego acabó marcó un soberbio ipón de hiza-guruma en la repesca, pero volvió a ser derrotado por impulsivo. Volvió a regalar a un rival un ipón por exceso de coraje (los valientes no deben ser temerarios). Pero, en todo caso, a José Alberto hay que felicitarle por su extraordinaria actitud, que tanto contrastó en este fin de semana con la de algunos de sus compañeros cadetes.

Los dos mejores alevines que vimos

Unas últimas líneas antes de pasar a otras cosas. En la categoráía que tuvimos ocasión de seguir nos pareció que José Alberto, a pesar de su hipermotivación, fue uno de los niños con más yudo. Pero vimos a otro genial. Dio un recital de yudo de alta escuela, sin dejar de sonreir y dusfrutar de lo que hacía. No era para menos; lo hacía genial. Lo mismo en pie que en suelo. Combinaba con madurez sin dejar de comportarse como un niño. Disfrutamos mucho viendo las evoluciones de ese fenmenal yudoca del que recomendamos apuntar el nombre para seguirle: Iván Albitos (de apellido ilustre en esto del yudo y padres ejemplares en nuestro mundillo). Enhorabuena.

Agencia de viajes familiar
(Algunos de nuestros adolescentes andan en la luna, pero habría que preguntarse dónde compraron el billete para tan largo viaje. ¿Habrá alguna agencia de viajes familiar que expende este tipo de billetes?)


Vamos ahora con la reflexión que habíamos planteado hace unas líneas, porque parece que siempre acabamos abroncando a nuestros alumnos cuando, en realidad, muchas de las veces lanzamos mensajes a su entorno familiar.

Por ejemplo, hace unos días invitábamos a la reflexión sobre el ‘compromiso’ de los estudiantes-yudocas. Decíamos que, en cada momento, hay que estar a lo que se está. Cuando se estudia se estudia y cuando se entrena se entrena. De otro modo, si se estudia cuando se entrena se pierde el encuentro (por falta de entrenamiento) y si se entrena cuando se estudia se suspende el examen (por falta de conocimiento).

Ahora añadimos que si se protege se ablanda y libera de autoexigencia y, por tanto, no se puede exigir coraje. Decía Gila que jersey es lo que se pone a lo niños cuando la madre tiene frío. ¡Pues eso! Si quieres proteger a tu hijo del frío luego no le llames friolero. Alguno de nuestros alumnos ni siquiera es friolero, pero se echa la manta por encima… ¡por si acaso!

A nuestros chavales se les puede exigir un pelín más (hay que hacerlo), porque aún no lo hacen por sí mismos y más vale que lo hagan ahora que tienen edad para sacar provecho de ello. El ejemplo de Adrián es paradigmático. Adrián hizo lo justo para justificar su presencia en una Final Autonómica; para justificar su medalla de bronce. Hay que ser más generosos con uno mismo; si no eres valiente con 15 años ¿cuándo esperas serlo? Son demasiados años de tatami para no ver lo que se ve.

Para finalizar, sólo añadir que todo esto no lo decimos por la medalla, el puesto o el premio. Recordad que Yu-Do es el camino de la flexibilidad; ese camino que nos lleva a transitar por la vida de manera fluida (sin choques –ni siquiera contra uno mismo-). Hablamos de compromiso, una vez más. Y el nuestro es formar gente honrada, valiente y comprometida… ¡casi nada! Échennos una mano.


Una última anécdota.

Estábamos reunidos hablando con nuestros cuatro cadetes cuando se acercó Macario García. Con su talante espontáneo y natural gracejo apuntó algunas ideas muy importantes a los chavales. Habló de que en cada campeonato lo que hay que conseguir es salir siendo el campeón del respeto.

Al marcharse el maestro observamos que los chavales no sabían quién es Macario. Nos dimos cuenta de que a veces se nos olvidan cosas importantes así es que dedicamos unos minutos a dar a conocer a estos cuatro yudocas a uno de los más importantes yudocas españoles. Aprovechamos para contar alguna anécdota que conocemos de Macario y al acabar sentimos que saldamos una pequeña deuda. Desde aquí, en nombre de todo nuestro colectivo, agradecemos a ‘Maca’ sus palabras y el cariño con que las pronunció. Todo un ejemplo, como siempre.

NOTA: Como en otras ocasiones nos hemos tomado la libertad de tomar de la página de la Federación Madrileña algunas de las imágenes que ilustran esta entrada. Damos las gracias desde aquí al servicio de documentación de dicha entidad.

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