17.7.11

Cinco nuevos cinturones negros y un 2º Dan

Sergio Cortés, Francisco Hidalgo, Oscar Manchado, Mario Martín, Carlos Mingorance y Adrián Rodrigo aprobaron en Ajalvir

Empezamos a preparar a nuestros aspirantes a cinturón negro el pasado martes día 5 de julio. Aprovechamos que nos habían montado unos entrenamientos de yudo en la Sala de Deportes de Combate (SDC) del Castillejos (nuestro ‘viejo doyo’) y que al acabar no había prisa por salir. Vaya que si lo entendimos a la primera. La clase la impartimos de 11:30 a 12:30 horas según lo previsto. Luego, pasamos a meternos con la preparación de los exámenes y nos fuimos a las dos de la tarde. La siguiente sesión la tuvimos el jueves 7 y entonces nos marchamos a las tres de la tarde. Además, constatamos con no valía con sesiones alternas y decidimos vernos al día siguiente. Como no disponíamos de la SDC nos citamos en La Laguna. Allí echamos la primera sesión matinal de cuatro horas. Pero seguíamos comprobando que había mucho camino por recorrer. De manera que nos volvimos a citar en La Laguna el sábado día 9. Otras cuatro horas de machaque empezaron a situarnos ante el gran reto que había por delante.

A lo largo de esta semana hemos quedado todos y cada uno de los días con el grupo de aspirantes. Entre ellos, estaban los cinturones marrones Adrián Rodrigo, Oscar Manchado, Carlos Mingorance y Paco Hidalgo. A ellos hay que sumar la presencia de Mario Martín, veterano yu-yitsuca, que ya nos acompañó un curso entero en la SDC del Castillejos y que luego siguió practicando yudo con Rafael Rojo. Su presencia en el grupo ha sido importante pues ha sabido actuar como veterano con los chavales más jóvenes. Hay que explicar que el grupo de yudocas de Rafael Rojo se disolvió cuando cerraron el gimnasio de la calle Pinto de Parla en el que tenían sus entrenamientos. Este es el motivo por el que Mario se vino con nosotros a preparar el examen de cinturón negro de yudo (de yu-yitsu ya hace muchos años que lo tiene).

Empezamos a meter la directa el mismo lunes con otra de nuestras sesiones de cuatro horas. Al día siguiente, tras el entrenamiento nos volvimos a quedar hasta las tres de la tarde. Y ese mismo martes día 12 hicimos doblete. Por la tarde nos volvimos a dar cita en La Laguna para hacer las primeras simulaciones de examen. Contábamos con la ayuda del maestro Rodolfo Cruz que llegó a las siete de la tarde cuando ya llevábamos dos horas de entrenamiento. Las pruebas no dieron los resultados esperados. Empezamos a sospechar que los muchachos estaban saturados, o la escenificación había sido tan formal que se pusieron nerviosos rindiendo por debajo de lo esperado. Pese a todo, lo que no había era tiempo de lamentaciones. De manera que quedamos en vernos de nuevo a la mañana siguiente.

El miércoles tuvimos una nueva sesión de cuatro horas matinales y enfocamos la sesión a aplicarse en detalles, sólo en detalles dejando el grueso del examen como si no existiera. A algunos este cambio les vino bien mientras que a otros les asomó a las limitaciones que todos llevamos dentro. No obstante, algún obstáculo sí que se removió.

La mañana del jueves intentamos diversificar un poco para no saturar y hubo hasta un par de aspirantes que acudieron, como se les había sugerido, a la clase de yu-yitsu del maestro del CDE Areté, Alberto Álvarez. Como la de yudo empezaba a continuación fue positivo; llegaron más optimistas y relajados. En la clase también introducimos algunos ejercicios divertidos y de gran exigencia en cuanto a coordinación de movimientos. Luego llegó la sesión preparatoria y parecía que algo empezaba a ir mejor. Las tres horas se pasaron volando.

El viernes por la mañana habíamos vuelto a citarnos para hacer nuevas simulaciones en un nuevo intento de escenificar los exámenes y que nuestros muchachos cogieran moral. Las cosas habían mejorado pero no en la medida que esperábamos. De hecho, antes de empezar siquiera a calentar nos dirigimos a los aspirantes en un discurso de reconocimiento de su esfuerzo. Fue una soflama de inyección de optimismo buscando relajar la tensión para ganar confianza sin por ello caer en la flacidez que produce el sentir imposible una meta. Ahí fue cuando llegó la primera anécdota. Justo antes de proponer empezar a trabajar el tokui-uasa en suelo para acabar de calentar, todavía el profesor Wladimiro pidió un poco de concentración. El año pasado por las mismas fechas se partió el dedo Sonia, precisamente preparando su examen de cinturón negro en idéntico escenario. Parece que el aviso sirvió más de estímulo que de precaución; obró por arte de birlibirloque como desencadenante. Carlos Mingorance ejecutaba (mal; muy mal) uno de sus ejercicios y dejaba su muñeca doblada debajo del cuerpo de su compañero. El susto quedó en distensión, pero le mandamos a casa por si era necesario ir al médico (y o fue).

Después del “éxito” decidimos hacer una última intentona pero dejando algo de tiempo de asimilación de lo ejercitado y de descanso; empezaba a rondar el fantasma de la saturación por todos los rincones. Nos dimos libre el viernes por la tarde y también la mañana del sábado; nuestra última cita sería el sábado por la tarde.

Acabamos a las nueve de la tarde pensando que, en ningún momento, nuestros muchachos habían sido capaces de mostrar su verdadera capacidad. Habíamos completado 30 horas de cursillo de preparación y el balance no era como para tirar cohetes. Sólo quedaba tener confianza y optimismo.

Llega el gran momento

Como habíamos dicho nuestros aspirantes llegaron a las nueve de la mañana al Polideportivo Municipal de Ajalvir donde el maestro Linger tenía todo perfectamente dispuesto. Nuestros deportistas saltaron al tatami a calentar y perfilar detalles de su inminente ejecución.

El primero en salir a examen fue Sergio Cortés que tiene yudo para aburrir y que, no obstante se mostró algo nervioso. También hay que decir que Sergio estuvo las dos semanas anteriores en el curso de monitores, a razón de nueve horas de yudogui puesto al día. Le vimos menos que a los demás candidatos y pudimos preparar menos de lo que nos hubiera gustado su examen. Pese a todo hizo un excelente ejercicio.

Luego le llegó el turno a Paco Hidalgo, que para nuestra sorpresa se creció e hizo un correctísimo ejercicio con muy buenas ejecuciones de su tokui-uasa en suelo. Había elegido kata-ja-yime e incorporó un par de acciones de mucha complejidad que resolvió con elegancia y calidad. Parece que esto animó a los compañeros porque. Al poco salió Oscar Manchado y también tuvo mucha brillantez defendiendo su tokui-uasa. En este caos escogió yuyi-gatame e incorporó un par de situaciones que ningún otro candidato de ningún otro club mostró; además lo hizo con mucha fluidez demostrando una gran calidad.

Acto seguido, Oscar pasó a servir de uke a Mario Martín que estuvo sobrado mostrando la gran madurez que tiene sobre un tatami. Al mismo tiempo salía Carlos Mingorance en otro tatami y también se creció olvidando los dolores de su muñeca y realizando un estupendo examen.

Nos quedaba Adrián Rodrigo del que esperábamos, sobre todo, que dominara sus nervios y mostrase que es toda una promesa del yudo madrileño; este año ha sido sub-campeón de Madrid en la categoría de cadetes. Vaya que si lo consiguió; fue otra de las agradables sorpresas de la mañana.

Todos aprobaron

Al finalizar los exámenes, el director de la Escuela Madrileña de Enseñanza y Grados, Jorge Valcárcel, dirigió unas hermosas palabras a los asistentes. Para empezar explicó que no estaba sorprendido del alto nivel de los exámenes porque ya se sorprendió el año pasado y en esta ocasión se lo esperaba. Por eso felicitó a los nuevos grados por el cincuenta por ciento de su responsabilidad en las demostraciones, recordando que del otro 50% son responsables sus profesores. Aprovechó para felicitar a los examinados por tener tan buenos profesores y a los profesores por tener tan buenos alumnos. Fueron lindas palabras que deberíamos recordar para que se puedan seguir repitiendo por siempre en este tipo de situaciones.

Finalmente, le maestro Rafael Ortega propuso que tras el saludo todos los yudocas mostrasen su talante como tales, recogiendo el tatami utilizado en el examen y dejando el polideportivo listo para cualquier otro uso. Y en ese momento volvimos a asistir a una escena que nos llena de orgullo. Todos los implicados, jóvenes y menos jóvenes, viejos y menos viejos, se aplicaron a hacer desaparecer el tatami. Pero, además, uno que es observador, comprobó que de los siete últimos deportistas en abandonar la tarea de recogida seis eran miembros de WLAC-Yudo. Con ello volvemos a repetir lo que les dijimos al principio de nuestras sesiones de preparación a nuestros candidatos: el cinturón negro es un jalón de reconocimiento dentro de un proceso de maduración que no se acaba nunca. Y los nuestros están en él, sin duda, aunque aún quede camino por delante.

Aprovechamos ahora para elogiar la actitud de David Monforte que sirvió de uke a sus compañeros y de Sonia Sieiro que acudió a apoyar al grupo. Eso es mutuo beneficio como predicaba Yigoro Kano.

Ahora… a aprender yudo

Antiguamente nuestros maestros nos decían a los que conseguíamos el cinturón negro que “ahora es cuando empezarás a aprender yudo”. Son palabras que invitan a la reflexión y que hilan muy bien con las anteriores sobre e proceso de maduración. Una vez despejado el mito de la consecución del cinturón negro, el yudoca que se precie debe liberarse de esa carga y madurar cada uno de sus gestos. Por supuesto, también se le entrega un símbolo que viene a reflejar que se trata de un deportista muy especial; viene a ser tanto un honor como una responsabilidad y de ambas cuestiones depende que el yudo siga siendo por siempre lo que es.

En el tribunal en el que tuve el honor de aportar mi humilde granito de arena, el maestro Oscar Martín puso un ejemplo muy bueno que me permito el lujo de traer a este Yudiario. Si a un estudiante le preguntan en la ESO por Carlos V no puede responder lo mismo que si se lo preguntan cuando cursa Bachillerato, ni mucho menos cuando está en la carrera de Historia. Lo mismo sucede con un ogosi, que explicamos a nuestros cinturones blancos y que puede ser pregunta de examen para el cinturón negro primer dan. No puede demostrar de igual manera un ogosi un cinturón blanco, que un primer dan, que un sexto dan. De eso se trata.

Acabamos esta amplia crónica mostrando nuestro orgullo por haber conseguido culminar con éxito nuestro propósito y por haber contribuido a que nuestros alumnos hayan pasado la prueba en uno de los días más felices de su carrera deportiva. Nuestro CDE WLAC-Yudo ha dado otro pasito adelante y lo ha hecho en un entorno de alta calidad con alumnos sobradamente preparados por maestros de altísima calidad; y lo han hecho sin desentonar lo más mínimo. Este es uno de esos días en que uno está orgulloso y no le importa pecar de reiterativo. Ha sido un aldabonazo a un curso que partió de una situación crítica y que hemos vuelto a culminar pudiendo volver a decir que ha sido ‘el mejor’. Y esperamos volver a poder decir lo mismo al finalizar el que viene; ese es el reto que nos mueve de un año a otro.

Gracias a todos por vuestra paciencia y entrega ahora que sabéis valorar, mejor que nunca, lo que significa trabajar en equipo e implicarse en cuerpo y alma en un proyecto en el que uno cree.

¡Ah! Y seguimos entrenando todo el mes de julio en la SDC del Castillejos. Ya cogeremos fuerzas en agosto para volver a la carga el próximo curso que va a ser el mejor de todos: depende de vostros.

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