23.10.11

Abierto senior FEDC en Valladolid

Sonia sub-campeona y Iulián lesionado
Cara y cruz para los nuestros

Llegamos de Valladolid por la noche y con los planes revirados. No era lo que habíamos previsto, pero hubo momentos en que parecía que iba a ser aún peor.

La salida desde nuestra comunidad se produjo en tres tandas dado que salíamos desde Parla, Torrejón de Ardoz y San Sebastián de los Reyes. Los primeros en llegar, como era lógico, el coche de parleños con nuestros competidores: Iulián Nastase, Sergio Cortés y Sonia Sieiro. Les acompañaba Isabel Díaz, la madre de Sonia que se animó a compartir viaje.

Antes de que finalizara el pesaje llegó el vehículo que había partido desde Torrejón de Ardoz con Cristina y Wladi y pronto se reunieron todos los deportistas de WLAC-Yudo para encarar una mañana de yudo de las buenas.

Calentamiento

Enseguida saltó al tatami el ligero Iulián que marcó un soberbio ipón de seoe-nague. Casi al mismo tiempo, Sonia acometía su primer encuentro y también conseguía un lindo movimiento de sumigaesi que valoraban los árbitros con resultado de ipón.

Más o menos en ese momento aparecieron los ocupantes del tercer vehículo, el procedente de San Sebastián de los Reyes. Se trataba de la expedición del gimnasio Fraimor, que, finalmente, no presentó deportista alguno al torneo, aunque sí llegaron dispuestos a participar en el entrenamiento de la tarde Javier Mora, Rodolfo Cruz y Vicente Medina. De este modo se propició el encuentro de tres grandes amigos: Mario Muniesa, Javier Mora y Rodolfo Cruz.

A partir de ese momento, se torcieron las cosas, lamentablemente. Iulián salía a pista por segunda vez y parecía ir manejando el encuentro ante un duro rival cuando…. Apareció con toda su crudeza la cara más amarga del yudo: la lesión. El bueno de Iulián cayó con el brazo encogido sin poder evitar recogerlo. Había luxación; era evidente.


Solemos decir al finalizar un torneo o campeonato que todo ha salido estupendamente: “nos lo hemos pasado bien y nadie se ha hecho daño”. Pues en esta ocasión no podemos decir lo mismo así que el disgusto fue monumental. Además, las cosas se empezaron a complicar desde el momento en que la ambulancia tardó muchísimo en llegar. Luego, en el Hospital Río Hortega, las esperas fueron largas y la incertidumbre mucha. En un primer intento el equipo médico no pudo reducir la luxación. Nadie nos quita de la cabeza que se produjo el cambio de turno porque a Iulián, todavía con el codo desencajado le dieron habitación y le conminaron a esperar a pasar a quirófano por la tarde. Pero el colmo es que no habían hecho ni una placa de la articulación lesionada. Así es que acabó el campeonato y todos fuimos a hacer piña al Hospital para acompañar a Iulián y darle ánimos.

Hubo momentos en que se nos indicó que tendría que pasar noche en el Hospital, otros en que no se recibía información… lo normal en un hospital. Y eso que la atención fue exquisita en todo momento.

Estos pasillos los recorrimos muchas veces. Kilómetros hicimos. Cuidan de nuestra saludo en la Sanidad Pública

Finalmente, se llevan a Iulián a quirófano y según entra sale. Ya está todo solucionado. ¿Tan difícil era? Hacía seis horas que se había producido la lesión. Sólo quedaba esperar un par de horas a que dieran el alta a nuestro yudoca que siempre estuvo más preocupado por su mujer (que se había quedado en casa) que por su codo. Así somos los yudocas.

Al salir del quirófano Iulián todavía preguntó la hora y bromeó con que aún llegaba al entrenamiento de la tarde. En él estuvieron, como era lo previsto Javier Mora, Rodolfo Cruz y Vicente Medina. Además de sudar un poco el yudogui captaron a Mario Muniesa para nuestro proyecto de Sei-ki-yuku del que recientemente os hemos informado.

El entrenamiento de la tarde

Podíamos haber empezado esta crónica diciendo que nuestros deportistas lo habían hecho muy bien en Valladolid. Podíamos haber explicado que los resultados fueron buenos con Sonia sub-campeona, Iulián cuarto y Sergio quinto, habiendo marcado un ipón en suelo. Pero ya decíamos que vinimos chafados y… ¡dando gracias! (de que al final no fuera para tanto y pudiéramos regresar todos juntos aunque fuera tarde, pero en el mismo día).


RECUERDOS DEL DOYO

Cada vez que se produce un accidente en el doyo surgen recuerdos de otros similares. La lesión siempre es temida y odiada, pero el yudoca convive con ella (siempre puede andar por ahí agazapada).

Recuerdo hace muchos años una historia que ilustra lo cruel que ha llegado a ser nuestro mundillo.

Llevé un puñado de chavbales jóvenes a un entrenamiento que había sido suspendido sin que nos hubieran informado. Pero andaba por ahí uno de los promotores del mismo que se disculpó y nos ofreció trasladarnos a “su colegio” donde se llevaría a cabo dicho entrenamiento.

Aceptamos la invitación.

En un momento determinado un muchacho tuvo el descuido de poner la mano en el suelo al ser derribado. El codo cedió y sufrió una aparatosa luxación. El profesor que nos había invitado al entrenamiento y que lo dirigía retiró al muchacho hacia un rincón y continuó impasible con el entrenamiento.

En aquellos tiempos no había teléfonos móviles o celulares.

Al acabar el entrenamiento y tras salir del vestuario duchado y aseado, el profesor hizo llevar al muchacho lesionado al despacho de dirección donde indicó a quien allí estaba que llamasen al domicilio del muchacho para que fueran a recogerle y le llevaran al médico. Acto seguido se despidió de nosotros agradeciendo nuestra participación en aquel entrenamiento y se marchó porque tenía compromisos. Creo recordar que esperaba invitados en su casa para comer.

Ignoro si aquel muchacho dejó de practicar yudo; yo no le volví a ver. Lo que sí me consta es que hay muchos detractores de nuestro deporte y que el yudo ha llegado a tener cierta leyenda negra. Algunos, desde luego, hicieron bien poco por erradicar esa leyenda. ¡Qué tiempos!





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