Es increíble la gran cantidad de personas que practican
o practicaron yudo en algún momento de su vida. Para mucho fue un etapa de su
vida sin apenas importancia. Otros reconocen lo mucho que les influyó. Algunos
guardan recuerdos de dolor, de esfuerzo, pero también de superación, de
amistad. Lo que suele ser generalizado es el recuerdo del profesor de yudo. No
importa que se tratase de uno joven en un colegio o de otro maduro al cargo de
un gimnasio, la figura del profesor de yudo es siempre especial. Aquí vamos a
dejar diez razones para no olvidar a tu profesor de yudo.
1. Te enseñó que no es malo cometer errores.
Al cometer errores es como uno aprende y
se crece como persona. Es una lección útil para la vida no solo para el deporte
en general ni para el yudo en particular.
2. Te enseñó a creer en tus habilidades y a mantener la calma bajo presión
La tensión bloquea y la calma ayuda a
poder resolver situaciones complicadas.
3. Te motivó a sacar lo mejor de ti mismo.
Te hizo
superar tus limites, buscar siempre la mejor versión de ti mismo en cualquier
ámbito y lugar.
4. Destruyó el mito de que ” La practica hace al maestro”
En realidad si se necesita practicar,
pero, por si sola, la práctica no lo es todo. Se necesita la guía de alguien
con más experiencia y contar con cierta inspiración.
5. Tuvo una tremenda dedicación.
Después de enseñar (o antes) se ocupaba
de seguir aprendiendo. Organizaba actividades fuera del horario normal. Te
atendía en campeonatos y festivales. Efectuaba un montón de tareas y empleaba
muchas horas más de las de dar clases por las que cobraba su sueldo.
6. Hizo que otras materias fueran mejor entendidas.
Quizás sin siquiera saberlo adquiriste
sentido del ritmo, valores y habilidades sociales. Quizás sin siquiera notarlo
entendiste mejor ciertas leyes físicas, incluso matemáticas
7. Te enseñó a tomar la responsabilidad de tus acciones.
Por ejemplo, toda acción entraña una
reacción frente a la que hay que estar prevenido. Pero también se encargaba de
recordarte que había que tener el cinturón anudado, el traje correctamente
colocado, respetar al compañero o controlar su cuerpo al lanzarlo contra el
tatami.
8. Te mostró el camino
Yu-Do es el camino de la flexibilidad.
Él te lo mostró. De un modo u otro te mostró la forma de no enfrentarse a la
fuerza (adversidad) sino de utilizarla en beneficio propio. Te transmitió el
principio del ceder para vencer. Te asomó al fundamento de la máxima eficacia
con la mínima fuerza.
9. Mostró la importancia de buscar siempre mejorar.
Te aconsejó seguir repitiendo gestos
técnicos para perfeccionar una llave de yudo, para vencer obstáculos mayores o rivales
más poderosos. Te mostró el largo e ilimitado camino del perfeccionamiento.
10. Te mostró que el yudo es mucho más que un simple deporte.
Después de enseñarte llaves de yudo y
gestos técnicos, te transmitió que había mucho más detrás de los elementos que
componen este singular deporte. Hay que saludar de una cierta manera al rival,
al compañero, al maestro, al adversario, al árbitro al comenzar y al finalizar,
por ejemplo. El más aventajado (cinturón más alto) sirve de ejemplo al menos
experto. Pero el más aventajado respeta al menos experto para no causarle daño,
sobre todo mientras va progresando y cogiendo experiencia.
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