Todavía estoy flotando en una nube, que se suele decir. Aún
ando aturdido de tanta emoción y sobrecogido por la lección que una vez más me
ha dado una excepcional persona como es Fernando Mogena: un titán.
No sé si voy a encontrar palabras para describir lo que
siento. Por una parte orgullo por ser yudoca como los que hacen de este deporte
una de las manifestaciones más lindas y plenas. Es tanto lo que nos une a los
yudocas que no entiendo, ahora, reflexionando sobre todo lo vivido, el haber
tenido roces, discusiones… con otros yudocas. Pero de entre ellos, en esta
ocasión, no puedo dejar de destacar a los de la gran familia del Gimnasio Ronin.
También a todos los que participaron, colaboraron o simplemente asistieron al
II Desafío Mogena, celebrado ayer sábado en el Pabellón Juan de la Cierva de Getafe. Se dio
una conjunción de sentimientos difícilmente igualable en cualquier otra situación
o lugar.
Irene Villa respaldó el acto |
Creo que no exagero al decir que fue una sobredosis de
energía positiva lo que se vivió en el getafense polideportivo. Una espléndida
manifestación de vida; de vida sana.
Es cierto que se trataba de una competición de yudo, por
decirlo de manera resumida. Y fue magnífica como tal. Pero la espléndida
entrega de los deportistas sobre el tatami trascendía en mucho a lo que suele
ser un campeonato al uso.
Fernando flanqueado por su maestro, Francisco Pastor, y su esposa, Miriam Santos |
Desde el primer momento de la velada los sentimientos
afloraron. La entrada del gigante Mogena, ejemplo vivo de tenacidad, lucha y
dignidad, ya fue, en sí misma, impresionante. Como también lo fueron las
sucesivas muestras de amistad y respeto de todos los presentes. También
sobrecogió la ovación cerrada de todo aquel que se encontraba en el pabellón
dedicada a este deportista que libra una dura batalla como sólo él sabe hacer,
aunque, en esta ocasión, a diario, cada minuto del día y fuera del tatami.
Ovación cerrada en las abarrotadas gradas del pabellón |
Recuerdo para Ángel Casco
Un momento muy emotivo fue cuando nuestro amigo Emilio Juan
leyó unas palabras en memoria del recién desaparecido Ángel Casco. Con todos
los competidores formados sobre el tatami, Emilio recordó el rol social del
profesor de yudo para referirse precisamente a su compañero y amigo Angelito,
como era conocido en todo el mundillo del yudo. Descanse en paz.
Emilio Juan Fuentes tuvo bellas palabras para Ángel Casco D.E.P. |
Mucha calidad
El campeonato comenzó, como era de esperar con encuentros
muy emocionantes y de alta calidad. La fórmula ideada por David Zamora y compañía
es muy atractiva. Además, el buen hacer de todo su equipo permitió, desde el
principio hasta el final, gozar de un acontecimiento organizado con tanto
cariño como profesionalidad. Rezumaba por doquier el amor: amor a un amigo,
amor al yudo.
Quizás lo de menos fuera el resultado, pero no por ello hay
que destacar la actuación de todos los participantes, muchos de los cuales no
quisieron perderse la ocasión de aportar su granito de arena a la causa, lo que
también deja bien clara la gran calidad humana de los yudocas participantes. Se
tuvo la suerte de contar con veteranos de la talla de Roberto Cueto, Óscar
Peñas, César Pérez, Daniel Elías y Javier Tejero, entre otros.
Nos hizo especial ilusión poder saludar al alicantino
Roberto Cueto al que hacía mucho tiempo que no veíamos. Aún recordamos los épicos
duelos del excampeón de Europa Junior con nuestros trillizos. ¡Qué tiempos!
Los encuentros se iban sucediendo en los dos tatamis
habilitados, bien arbitrados y con soporte de nuevas tecnologías para decidir
sobre cuestiones complejas cuando se producían lances difíciles de juzgar. Formó
parte del espectáculo y dio mucho esplendor al campeonato. Ya digo, fue una
competición de mucha calidad en todos los sentidos.
Dos campeones
Se fueron disputando los encuentros de cada uno de los
cuatro pesos en que se agrupó a los participantes. Al final había un campeón en
cada uno de ellos. Luego se cruzaba a dichos campeones. Pero, a diferencia de
lo que ocurrió en la pasada edición –en la primera edición- sólo se cruzó a los
de los pesos contiguos. De esta manera, hubo dos campeones: Sergio Sanz (en los
ligeros) y David Ruiz (en los pesados). Por cierto, que Sergio realizó un
soberbio campeonato de principio a fin y recordamos a nuestros alumnos que
tuvimos el privilegio de contar con él en nuestro tatami impartiendo una sesión
de Sei-ki-yuku.
![]() |
Sergio Sanz, David Zamora y David Ruiz |
Aprovechamos el inciso para animar a nuestros yudocas
estudiantes, recordando que Sergio es, además de un gran campeón, todo un Licenciado
universitario en Matemáticas. Nunca dejó de entrenar por sus estudios, que
culminó brillantemente y hasta tuvo tiempo de preparar oposiciones y sacar
plaza de profesor de Matemáticas. Además, como sabía organizarse compaginaba
todo ello con sus labores como profesor de yudo en dos colegios. Todo un
ejemplo, si es que alguien lo quiere seguir.
![]() |
Sergio Sanz en plena acción |
Espectáculo por todas partes
La sucesión de encuentros –combates que solemos decir- sólo
era interrumpida para dar paso a algunos números que dieron mucha vistosidad y
dinamismo al evento.
Hubo bailes (del Liceo Bourgor y del Club Moon, ambos de
Getafe), canciones (a cargo de Yoel, ex integrante de Santa Fé) y un magnífico
número a medio camino entre la danza y la acrobacia que protagonizó una joven
pareja perfectamente compenetrada, que hace poco se dio a conocer en el
programa televisivo Tú sí que vales. La
sucesión de complejas posturas era aderezada con gracia y estilo en un derroche
de facultades técnicas y físicas. Fue muy apreciado este número por todo el público
asistente, sin desmerecer todas las demás intervenciones.
En todo caso, la fuerza de estas actuaciones viene a constatar
la capacidad organizativa y la empatía que derrocha David Zamora y su equipo. No
es nada fácil conseguir todo lo que consiguieron y que todo funcione
perfectamente. Lo puede parecer cuando todo sale perfectamente, pero merece la
pena reflexionar sobre la paliza que debió darse esa buena gente, que no vive
de eso ni mucho menos. Otra lección por resaltar. Queda dicho.
Mucho más de lo que se vio
A algunos les pudo pasar desapercibido que, pese a haber
muchos niños en el evento, no llamaron la atención; como si no hubiera habido
niños.
Suele ocurrir que a última hora los niños andan a carreras,
entre juegos y peleas, en este tipo de competiciones. Por más que les guste el
yudo, los niños tienen su límite y casi nunca viene a coincidir con el que
suponen sus padres. Hay que decir que pese a que no lo pareció, el Desafío
Mogena duró cerca de cuatro horas.
El secreto de que los niños no estuvieran tan presentes fu
que tenían organizado en el exterior del Pabellón una zona con ludotecas,
castillo neumático de recreo y multitud de monitores que les entretenían además
de tenerlos custodiados. Una pasada.
Además, como se había prometido, se habilitó un tenderete o quiosco
–me niego a llamarlo ‘stand’ o ‘set’- en el que se podía adquirir el libro “Fernando
Mogena. El espíritu del samuráis” y camisetas con el logo del II Desafío
Mogena. No solo eso sino que se podía uno marchar con la dedicatoria de la
autora Lali Castellanos, que escribió esta obra en colaboración con Miriam
Santos, la esposa de Fernando Mogena.
Merece la pena tener el libro aunque sólo sea por leer la
lista de 52 motivos, que da Fernando, al final del mismo, para vivir una vida
plena de felicidad. Una pasada.
Pero, por si alguien no hubiera tenido ocasión de adquirir
dicho libro, por el motivo que sea, recordamos que aún puede hacerlo. Lo
distribuye a Editorial Dykinson S.L. y tiene página digital en La
Red. Es www.dykinson.com.
Se vende a 10 euros y ya sabéis que la recaudación tiene fines solidarios. Si
tenéis susceptibilidades por comprar a través del ordenador (que aún queda
gente con esas rarezas) poneos en contacto con David Zamora que seguramente
tenga algunos todavía. Si n o encontráis el contacto en Facebook podéis poneros
en contacto con nosotros a través de este YUDIARIO
Hablando de fines solidarios, hay que resaltar, que antes
del comienzo del campeonato, la organización del mismo donó 1.000 euros al
Hospital Universitario de Murcia Virgen
de la Arrixaca. En
dicho centro se lleva a cabo una alentadora investigación con células madre
para tratar de acabar con las consecuencias de la enfermedad ELA, precisamente
la que aqueja a Fernando.
Gracias; muchas
gracias
Nos hizo muchísima ilusión
saludar a muchos compañeros –profesores de yudo y entrenadores-, a amigos y
conocidos. También nos sentimos muy agradecidos de haber visto las gradas
abarrotadas a pesar de ser un día festivo y caluroso. Estamos también muy
agradecidos a la organización por habernos permitido tener el privilegio de
vivir en primera fila y en primera persona el extraordinario acontecimiento que
estamos tratando de describir aquí. Pero, particularmente nos sentimos
agradecidos de haber contado con alumnos y amigos en la grada como Marta Serrano,
con su madre Laura Sebastián, Andrés David Díaz con su madre Dorian y su padre
William, Rodolfo Cruz con su esposa Rosa y su hija Sélica y Ángel Luis Ruiz. De
vedad que nos hizo mucha ilusión que el CDE WLAC tuviera una buena representación
en la grada. Gracias; muchas gracias.
El yudo contribuye a mejorar la sociedad
Ahora que se nos acaba el curso y no vamos a sermonear a
nuestros díscolos alumnos adolescentes, por lo menos en un tiempecito, vamos a
reflexionar en voz alta. A ver si hay suerte y lee esto algún padre de yudoca despistado,
de paso.
Cuando Yigoro Kano funda su nueva escuela de yu-yitsu la
denomina Camino de la
Flexibilidad; eso es lo que significa Yu Do en japonés. Establece
algunos principios y no sólo un conjunto de mañas, técnicas o llaves –como se
las quiera llamar- en los que asentar su nueva escuela, que ponto pasaría a
ensombrecer al propio yu-yitsu del que nació. Uno de esos principios es el Yita
Kyoei que se suele conocer como ‘Mutuo beneficio’ y ahí ya tenemos una primera
declaración de intenciones sociales, que por cierto, no tienen otros
maravillosos deportes como el balón-mano o el ping-pong; perdónenme Uds.
Yigoro Kano aspiraba. Y así lo dejó por escrito, a perfeccionarse por el yudo. Ansiaba que todo aquel que practicase su nueva especialidad –que en todo momento procuró convertir en deporte y para más señas en deporte olímpico- hiciera otro tanto. Es decir que el yudo se concibió para ayudar a las personas a perfeccionarse. Perfeccionarse, por ejemplo, en otro valor o principio del yudo como es la máxima eficacia (Seiryoku Zenyo). El objetivo final era y sigue siendo el de perfeccionar de esta manera la sociedad toda ella.
Yigoro Kano aspiraba. Y así lo dejó por escrito, a perfeccionarse por el yudo. Ansiaba que todo aquel que practicase su nueva especialidad –que en todo momento procuró convertir en deporte y para más señas en deporte olímpico- hiciera otro tanto. Es decir que el yudo se concibió para ayudar a las personas a perfeccionarse. Perfeccionarse, por ejemplo, en otro valor o principio del yudo como es la máxima eficacia (Seiryoku Zenyo). El objetivo final era y sigue siendo el de perfeccionar de esta manera la sociedad toda ella.
También
queremos recordar que todo esto siempre lo hemos tenido en cuenta. Y lo vamos a
seguir teniendo en cuenta porque lo consideramos nuestra obligación.
Hace algunos años, siguiendo todos estos principios nació la Asociación de Yudocas y
Deportistas de Acción Social. Con el paso del tiempo se estableció que en la Federación Madrileña
de Yudo sólo podía estar dados de alta clubes y no asociaciones. De ahí que
surgiera el CDE WLAC, en paralelo a AYUDAS. Pero mucho antes, cuando los
afectados por el caso SINTEL se establecieron en plena Castellana el profesor
Wladimiro, quien esto suscribe, tuvo una experiencia que explica en parte todo
este proceso. Llegado el verano, los trabajadores de la filiar de Telefónica
decidieron llevar a sus hijos al Campamento que llamaron de la ‘Esperanza’. Fue
entonces cuando Wladi decidió emplear sus vacaciones de una manera especial. Y
fue, también entonces, cuando comprendió mucho mejor el carácter social del
yudo. Durante unas cuantas semanas acudió puntual, todas las tardes, a impartir
clases de yudo a los hijos de los acampados. Llevó veinte planchas de tatami y
las puso junto a la boca de Metro de Cuzco. Allí mismo, impartía sus clases de
yudo. Al acabar recogía las colchonetas, las dejaba en la caseta más próxima y
compartía unas cuantas horas (a veces la noche entera) con aquella gente
valiente y digna.
De aquello hace ya mucho tiempo y sólo en fechas muy
recientes parece que los afectados del caso Sintel van a cobrar, por fin una
ridícula indemnización que poco o nada palia todo lo que han pasado. Al menos
han vencido… que no es poco. Pero el yudo sigue teniendo esa capacidad de hacer
sociedad. Cuando lo creó Yigoro Kano, en algunos momentos del pasado y hoy día
en que tanto cacareamos por pérdida de valores, falta de principios y cosas por
el estilo.
La manifestación de generosidad, de cariño, de respeto, de
dignidad, de tenacidad, etc. Vivida ayer en el Juan de la Cierva de Getafe sólo se
entiende desde el yudo y para el yudo.
La vida es una guerra que tenemos perdida
En el libro El espíritu
del samurái, que recomiendo efusivamente, se explica en detalle como le
llegó la enfermedad a Fernando y cómo lo asumió. Me voy a permitir recrear algunos
pasajes esperando que sirvan para que alguno se anime a comprarlo.
Fernando empezó a notar molestias en un hombro y luego en
los pies, precisamente en su viaje de novios. Luego vino el empezar a ir de médicos
hasta que un amigo le recomienda ir a un neurólogo. Tras realizar un electomiagrama
le dijo:
-
Tienes ELA.
-
¿Y qué es eso?
Preguntó Fernando
-
Es una enfermedad
neurodegenerativa que no tiene cura y te vas a morir.
Así se enteró Fernando de su rara enfermedad. Se lo comunicaron
sin piedad, sin compasión, como actúa la propia enfermedad.
Llegó primero el mazazo. Ese instante en que todo lo propio parece
paralizarse mientras alrededor todo sigue su curso sin ningún sentido. Luego
vino el breve período de asombro, de perplejidad, de negación de la evidencia. Y,
enseguida, lo peor: el abatimiento. ¿Qué gran campeón no se ha sentido
derrotado alguna vez? Pero no es la
derrota o la victoria lo que señala a los grandes, sino su capacidad para
volverse a levantar una vez caídos; su arrojo para volver a enfrentar la
adversidad. Se enfrentaba a una fuerza
desconocida que le arrastraba al abismo y lo haría como sólo un yudoca
puede llegar a hacerlo; un yudoca como él, un descomunal yudoca. Fernando es un
grande.
El ejemplo de Fernando en su lucha diaria por frenar el
avance de su enfermedad es titánico, aun cuando sabe que muy poco puede hacer;
quizás sólo luchar. Su forma de encajar tan dura prueba y su entereza son dignos
de admiración. Pero él no lo hace para admirar a nadie y mucho menos necesita
dar pena alguna. Es todo lo contrario. Fernando es un canto a la vida y eso es
ejemplar si se sabe ver. Estar a su lado es recibir un soplo fresco de
vitalidad. Sus ganas de vivir intensamente, cada apretado detalle de cada
instante es lo que algunos –la mayoría- hemos perdido. Él nos lo recuerda sin
proponérselo, casi al descuido. Pero no está sólo.
En su libro nos deja otra de esas perlas que ha sabido
trenzar con su filosofía de guerrero.
La vida es una guerra que tenemos perdida. Lo
que debemos ganar son las batallas del día a día.
Ánimo Fernando. No estás sólo. Nos apuntamos a esa batalla
del día a día. Estamos todos contigo.
No tengo palabras Maestro, como siempre tu buen hacer vá más allá de estas bellas y emotivas lineas que con agrado hemos leido en familia. Un abrazo muy, muy fuerte de toda la familia del RONIN
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