Mucha fuerza a todos los y las deportistas que no tienen ni para vivir con lo que sacan de sus entrenamientos
Lo primero es felicitar a la Selección Nacional de fútbol femenina
(jugadoras y componentes) por su gran triunfo al proclamarse
campeonas del mundo en Sidney. Ojalá, a partir de ahora se
promocione el deporte femenino, como es debido (y no solo el fútbol).
Ojalá a partir de ahora se promocione el deporte, en general, y no
sólo el que supone “negociete”.
Es fácil recabar
algunos datos con este fenomenal instrumento que conocemos como
Internet. Yo lo he hecho y con una rápida búsqueda en Google he
descubierto algunas cosas que desconocía. Por ejemplo, que el premio
para el equipo campeón del mundo femenino (en este recién terminado
torneo de fútbol) ha sido de unos 150 millones de euros. De ellos,
cada jugadora se lleva unos 250.000 euros. Hace poco, además, se
consiguió fijar el salario mínimo de una futbolista de Primera
División en 16.000 € (ya quisieran otras esforzadas deportistas
-incluso muchos varones que practican otras especialidades-). Los
compañeros futbolistas de la misma categoría, por su parte, tienen
fijado el mínimo en 150.000 €… ¡casi nada! Y hablamos del
mínimo que de los máximos algunas noticias nos llegan. (Cifras que
marean).
Esto se consiguió
tras el plante protagonizado por muchas futbolistas internacionales,
que se venían a quejar, entre otras cosas, de que el apoyo de la
RFEF al fútbol femenino era artificial, por lo que éste ocupaba un
lugar residual en su estructura. Muchas de las que se quejaban pueden
lucir hoy la estrella de campeonas del mundo de fútbol.
Pero no nos
engañemos. A pesar del hito y de lo mucho avanzado los
homólogos varones siguen estando a años luz. Como ha demostrado el
grosero del presidente de la Federación (RFEF), a las mujeres se las
sigue considerando “otra cosa”. En general, los deportistas
varones ganan una pasta en comparación con las deportistas, por más
que, a veces, ellas tengan igual o mejor currículo. Y eso en
cualquier especialidad deportiva. A ver si las cosas cambian para
bien ahora que los mass media
han visto que aquí – en el fútbol femenino- hay negocio.
En
estos días se ha producido una gesta deportiva impresionante. No
hablo ahora de fútbol, sino de atletismo. Primero fue Álvaro Martín
y al día siguiente fue María Pérez. Ambos se proclamaron campeones
del mundo en 20 Km. marcha. Repito: ¡Campeones del Mundo! Su hazaña
se vio eclipsada por coincidir en fechas con la gesta de las
futbolistas. Pues bien, como se les hizo poco caso volvieron a
repetir (¡los dos!) su extraordinaria hazaña. (Dicho sea con
ironía). Lo hicieron pocos días después en la distancia de 35 Km.
Ya se les prestó algo más de atención pese a que aún se
centralizaba la atención de los mass media en
el “asunto Rubiales”.
En
atletismo, al parecer, cada medalla de oro en un mundial viene con un
premio de unos 64.000 €. En yudo, tenemos dos españoles campeones
del mundo en el mismo pueblo y en el mismo club, el Dojo Quino de
Brunete. Se trata de Fran Garrigós (en 2023) y de Niko
Sherazadishvili (en 2018 y en 2021). Sus premios económicos fueron
similares a los citados en atletismo; son cifras parecidas.
En
kárate, hay una española que viene a ser toda una leyenda viva.
Sandra Sánchez, cuando se proclamó campeona olímpica obtuvo un
premio económico de 94.000 €, según fuentes consultadas en
Internet.
No
queremos hacer este repaso de forma exhaustiva. Sería tedioso y
además correríamos el riesgo de incurrir en inexactitudes. Valga lo
aportado hasta aquí como ejemplo y que nos perdonen las muchas
deportistas españolas de talla mundial -y también los varones- a
quienes no citamos. La mayoría de los grandes deportistas españoles,
que están acostumbrados a hacer patria, se las ven y se las desean
para vivir de los deportes a los que dedican largas jornadas diarias.
Suelen buscarse un trabajo cuando acaban su etapa de competición.
Son pocos los que consiguen vivir de sus hazañas y muchas menos aún,
si hablamos de mujeres deportistas.
En
cualquier caso, ojalá que el reciente éxito de las futbolistas
españolas sirva para dinamizar el deporte de este país, en general,
y el deporte practicado por las mujeres, en particular. Mucho me temo
que el llamado deporte minoritario se seguirá quedando como está,
poco menos que olvidado.
Recientemente,
Aitana Díaz se ha proclamado Campeona del Mundo de yudo (en Zagreb).
Ningún mass media lo
ha registrado. Claro que el título lo ha con quistado en la
categoría de cadetes. Sinceramente, mucho nos tememos que a ella
poco le afectará que las chicas se hayan proclamado campeonas del
mundo de fútbol. Ojalá que llegue muy lejos, pero vaticinamos que
será, en todo caso, por lo que ha demostrado hasta la fecha (coraje,
esfuerzo, tesón, disciplina…). No creemos que le vaya a llegar
ninguna ayuda gracias a la extraordinaria gesta de las futbolistas.
Ojalá nos equivoquemos.
Insistimos
en que a ellas – las futbolistas- damos, una vez más, la
enhorabuena y que condenamos la actitud de Luis Rubiales. Ellas -las
campeonas del mundo- son unas víctimas que ahora parecen sacar un
poco el cuello del pozo que las ahoga y que son otros los que pueden
modificar. Ellas, no han hecho su trabajo, además de conseguir que
se palíen algunos de los desequilibrios existentes con sus homólogos
varones. Pero siguen existiendo otras (y otros, si se me permite)
“víctimas”. Es de lo que en este escrito venimos hablando: de
los olvidados (y las olvidadas).
Se
nos ocurre que dentro del deporte -al menos el español- existen
cuatro grandes grupos. Al comparar a sus miembros empiezan los
agravios; algunos escandalosos. En el primero de estos grupos, el más
alto, situaríamos a los futbolistas que salen en cromos, a un puñado
de tenistas, unos cuantos baloncestistas, un par de pilotos, algún
jugador de golf… Gozan de mucha fama; todos les conocemos. Son
pocos pero auténticos referentes. En que lo sean tiene algo que
decir la sociedad en conjunto.
En
el segundo grupo, están las mujeres más reconocidas en este
mundillo. También gozan de mucha fama, pero menos. Hablamos de las
Peleterio, Lidia Valentín, Carolina Marín, la antes mencionada
Sandra Sánchez… O leyendas como Gema Mengual, Ona Carbonell,
Blanca Fernández, Arantxa Sánchez Vicario, Miriam Blasco, Conchita
Martínez, Almudena Muñoz, Isabel Fernández… Que nos perdonen
aquellas a quienes no citemos; hablamos de memoria. Siguen teniendo
mucho por lo que luchar para equipararse con sus compañeros del
grupo de antes (algunos de los cuales incluso pueden tener “peor”
currículo deportivo). En este grupo la mayoría son profesionales o
se las puede considerar como tal aunque estrictamente no lo sean.
El
tercer grupo vuelve a ser masculino y se compone, sobre todo de
deportistas de especialidades conocidas como minoritarias. De esas
modalidades a las que cada cuatro años se las exige presea en los
Juegos y si no es así se habla de “fracaso”. También se podrían
incluir, en este apartado, a especialistas de deportes profesionales
de categorías “bajas” o a grandes deportistas jovencísimos o en
edad de formación. El escalón con las componentes del grupo de
antes es notable y mareante en comparación con los privilegiados del
primero.
Aprovechamos
para citar ahora otra gesta deportiva, en este caso de baloncesto.
Por hablar de lo sucedido en el verano de 2022 digamos que las
categorías base de la Federación Española de Baloncesto disputaron
ocho finales (cuatro en categorías masculinas y otras cuatro en
femeninas). Fue en seis europeos y en dos mundiales. Se consiguieron,
nada menos que tres oros y cinco platas. Este verano han seguido con
los éxitos. También se ha sumado -con nulo reflejo en los medios-
la selección nacional sub-19 de balonmano, que recientemente se
proclamó campeona del mundo.
El
cuarto grupo es femenino. Se compone de mujeres que han tenido la
ocurrencia de dedicarse a deportes minoritarios y así les va a las
pobres. Subsisten gracias a contratos leoninos con patrocinadores de
escaso pelaje, a ayudas de familiares o extraños mecenas, incluso
obteniendo ingresos por trabajos que poco o nada tienen que ver con
sus entrenamientos diarios. A veces les llegan anémicas becas, que
pueden perder si no están a la altura; si no están a un determinado
nivel deportivo (si se lesionan ¡vaya!).
Un
inciso. La vela y el piragüismo, considerados deportes minoritarios,
son los que más medallas aportan al deporte español en Juegos
Olímpicos.
En
este cuarto grupo estaría la atleta Rocío Ríos a quien nos tomamos
la libertad de poner de ejemplo. Esperemos que ella sabrá
perdonarnos, pero su historia está publicada en migijon.com
Dicen que la leonesa podría llenar una casa con sus logros
deportivos. Llegó a declarar (en 2022): “Es penoso que seas la
tercera mujer española con mejor currículum en atletismo y
nadie te dé un trabajo”.
Alcanzó su cima en los Juegos de Atlanta donde consiguió diploma
olímpico en la maratón. Consiguió cuatro campeonatos de España en
10.00 metros, uno en 5.000, tres en media maratón, uno en maratón…
Batió varias marcas nacionales.. Pero...
“Cuando
llegaron las lesiones desparecieron los apoyos y el teléfono dejó
de sonar”, dijo. Sólo se acordó de ella el Grupo de Cultura
Covadonga. que le ofreció un trabajo bastante alejado de las pistas
en las que ella creía tener un gran futuro. En esta entidad
inauguró su raquítica fe de vida laboral, con lo que lleva una
paupérrima cotización a sus 54 años de edad.
Con todo ello, acabamos como
empezamos. Felicitamos a las jugadoras de fútbol que se acaban de
proclamar campeonas del mundo. Y, por supuesto, condenamos al
impresentable de Luis Rubiales. Pero nos gustaría lanzar una
reflexión: a ver si los árboles no nos dejan ver el bosque.