13.12.06

Ricardo González obtiene el Cinturón Negro


Para algunos, pese a su juventud, el pasado Puente de la Constitución ha sido algo más que ocio. De hecho, para Ricardo González, los pasados días de fiesta han supuesto mucho trabajo. Pero también ha recogido los frutos de ese trabajo. Y no sólo de ese, sino del que viene realizando en sus entrenamientos desde hace muchos años. Nuestro yudoca Richi –como le gusta que le llamen- ha obtenido el Cinturón negro (1er. Dan) después de haber cumplido con satisfacción los cuatro cursos de tecnificación preceptivos. Además, ya llevábamos unas cuantas semanas afinando los tres primeros grupos de la nague no kata, como también la habíamos preparado el año pasado. Después, durante los días del puente, Richi no se conformó con las horas del cursillo y acudió al gimnasio a seguir entrenando los movimientos que más dificultad le entrañaban. Al final todo ha fructificado en el objetivo planeado y ya tenemos un nuevo cinturón negro entre nosotros.

Este es un buen momento para reflexionar. Hace sólo cuatro años, cuando el profesor Wladimiro llegó a la Escuela Municipal de Parla, atendiendo la llamada de su amigo Oscar Veiga, se encontró un buen puñado de yudocas, entre los que estaban Richi y algunos niños más. Los había con grandes condiciones, los había revoltosos… Ricardo tuvo fe en sus posibilidades y confianza en su profesor. Lo único que hizo fue tener paciencia y entrenar duro día a día.



Un buen profesor de yudo es el que llega a cualquier lugar con la convicción de que dejará su semilla. Siempre dijimos que donde llegamos lo hacemos con vocación de hacer escuela. Luego, el tiempo, las circunstancias, van haciendo la historia. Pero siempre hemos tenido voluntad de perpetuarnos; bien en el tiempo, bien a través de nuestros alumnos y a su vez de los de éstos (cuando ellos sean profesores).

Ahora podemos sentirnos orgullosos de tener un nuevo cinturón negro que se une a Carlos Grande, Asier Pérez y Yaiza Martín. En cuatro años de trabajo cuatro cinturones negros… Y los que quedan.

Pero también aprovechamos para recordar esa frase que se suele decir al que obtiene el cinturón negro: ‘ahora es cuando se empieza a aprender yudo’. No os lo toméis en sentido literal, pero pensad que algo hay de cierto. El cinturón negro es la constatación de que uno va a poder ser yudoca. Ha necesitado hasta ese momento superar muchas pruebas y tener algo de paciencia, pero una vez derribado el mito es cuando llega lo mejor: el seguir descubriendo todo lo que el yudo hace por nosotros; el seguir descubriendo que, en realidad, el yudo, es el camino (el camino que hemos elegido en esta vida).

Nos estrenamos en Tercera División




El pasado sábado día 9 de este mes de diciembre nos estrenamos en la Tercera División grupo B. No se consiguió ganar ningún encuentro, pero el ambiente fue espléndido y se realizaron buenos ‘combates’. Además, hay que señalar que faltaron bastantes de nuestros habituales yudocas en estas lides, por lo que animamos desde aquí a la participación en este tipo de encuentros.


Nuestros representantes fueron Manu Cota y Ricardo González (ambos de menos de 66 Kg., pero que se repartieron la labor de ‘pegarse’ en el peso superior), junto a Edu Villoria (hasta 81 Kg.), Jesús Robledo (hasta 90 Kg.) y Mario Martín (más de 90 Kg.). A todos ellos les felicitamos por su arrojo y entrega. Pero también reconocemos que echamos mucho de menos a los compañeros que el año pasado participaron asiduamente en la Liga, como Juan Antonio y Asier (-73, ambos), Carlos Grande (-81), Lonchi (-90) –que tuvo un problema para acudir- y Pablo Martínez (más de 90), que se encontraba enfermo. Si os dais cuenta, con ellos, hubiéramos tenido dos equipos, lo que hubiera dado mucho juego.


En todo caso, como reflexión, podíamos aportar que seguimos sin ver una Liga adecuada a equipos como el nuestro en el que cuesta mucho trabajo convencer a cinturones bajos de que se trata de una competición de ‘iguales’. Luego, en la práctica, siguen siendo equipos de mucho nivel, con cinturones negros de mucha experiencia contra los que nuestros deportistas tienen pocas opciones. Y no nos lamentamos del resultado. Ya hemos dicho muchas veces que nosotros vamos a pasarlo bien. Pero no entendemos dónde se meten los equipos como el nuestro, con gente veterana en cuanto a la edad, pero con cinturones por debajo del azul. Lástima de liga de kyus que desapareció. A cambio, se entiende que para los kyus está la Liga Juvenil. Lo malo es que nosotros tenemos gente de 30 años (o alrededor de la treintena) que gusta de participar en este tipo de eventos y sólo llevan practicando yudo un año o dos. Quizás la clave sea esa: que no existe una clase de yudo como la nuestra en toda la comunidad de Madrid, con veinte o treinta yudocas por encima de los 25 años de los que ninguno ha alcanzado todavía el cinturón marrón. ¡Qué le vamos a hacer! Habrá que seguir participando con total desventaja en esta Liga y poner buena cara al mal tiempo. Ya pasarán los años y tendremos un nivel similar al del resto de equipos. Lo malo es que para entonces igual ya no hay equipo, porque se hayan ido desanimando nuestros yudocas. Esperemos que no, que para entonces, en todo caso, nuestros jóvenes (hoy con 15, 16 o 17 años) ya hayan madurado y le den empaque a nuestro equipo. De momento tenemos que seguir animando a los que fueron a la Liga para que tengan las virtudes más importantes en el yudo (supongo que en cualquier otro arte marcial y, por supuesto, en la vida misma): humildad y paciencia. Eso y grandes dosis de coraje para seguir entrenando duro sin pensar en el resultado inmediato.

11.12.06

Carta de Rodolfo Cruz a su maestro José Luis de Frutos

El formidable yudoca, mejor persona y gran amigo Rodolfo Cruz nos ha hecho llegar una carta que nos ha sobrecogido por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. No podíamos dejar de publicar aquí tan hermosas líneas que os invitamos a leer. La hemos colocado junto a nuestro pequeño homenaje al desaparecido José Luis de Frutos. Por si no lo encontráis os dejamos aquí el enlace:
http://yudiario.blogspot.com/2006/06/el-yudo-nacional-est-de-luto.html#links

CUADRO DE HONOR. NOVIEMBRE

Acabado el mes de noviembre, tenemos que decir que hemos conseguido meternos de lleno en este nuevo curso con mucha energía y buenas vibraciones. Seguro que, al final, con la ayuda de todos, sin desfallecer, completamos una excelente temporada como las que ya hemos dejado atrás, como mínimo.

Los pasados días 30 y 31 se celebraron los torneos internos de cinturón rojo honorífico en las clases infantiles, los de campeón de mes y la recogida de puntos que proclama al cinturón negro honorífico infantil en cada clase. A continuación damos cuenta del CUADRO DE HONOR DE NOVIEMBRE, felicitando a los destacados y animando a todos los demás a seguir en la misma línea de esfuerzo y superación pues todos tendrán su hueco en sucesivos cuadros de honor.

IES HUMANEJOS

Campeona: Andrea Diz

Raúl López


Daniel Pacheco


Paco Hidalgo

Francis Pérez

Alex Asensio y Sergio Velarde

María Gil

Itziar Sánchez

Carlos Grande

Lonchi

Ana Martínez

Alex Ferreiras

Luis Antonio García

Guillermo Simón

También hay que añadir que en el primer torneo de 'lucha-sumo' realizado por los alumnos del IES Humanejos resultó vencedora Andrea Diz sorprendiendo a sus compañeros mucho más corpulentos. Enhorabuena Andrea

Andrea Diz

8.12.06

Cena homenaje al maestro Rafael Ortega

Pasamos una velada maravillosa

Fue una reunión de grandes amigos, separados por el tiempo y la distancia (a veces poca pero insalvable) que volvieron a coincidir. Pero también fue mucho más.



El pasado jueves por la noche, un nutrido grupo de personas unidos por un deporte como es el yudo, coincidieron en un restaurante madrileño para homenajear a quien fue artífice de que coincidieran pese a tener muy diferentes caracteres, inquietudes e incluso edades. Como se suele decir, no estaban todos los que son, pero eran todos los que estaban. Claro que echamos de menos a muchos otros compañeros, pero el efecto fue, pese a todo, maravilloso.


El pasado jueves quedará como una fecha inolvidable y emotiva en el recuerdo de una de las ‘familias’ más importantes del yudo español. Los alumnos de Rafael Ortega decidieron dar una sorpresa a su maestro y homenajearle aprovechando que se la ha concedido el octavo dan, que tanto merece y que jamás ha pedido, ni ha mandado a nadie pedir en su nombre. Con la concesión de este grado se viene a hacer un poco de justicia con este infatigable trabajador, cuyos esfuerzos siempre van encaminados a seguir construyendo un yudo maravilloso. Sin embargo, un emocionado Rafael Ortega insistió en varias ocasiones en que “el octavo dan es un poquito de cada uno de vosotros, porque gracias a vosotros me lo han concedido a mí”.






Los alumnos de Rafa estamos orgullosos del octavo dan de nuestro maestro; sin duda, pero no necesitábamos que se le concediera para saber que cualquier mañana, bien tempranito, como a él le gusta, estaría ya haciendo deporte. Después, tras su diaria sesión de entrenamiento, quien quiera ver a Rafael no tiene más que acudir al gimnasio Banzai de la calle Maldonado y le encontrará frente al ordenador ajustando sus programas o con el tatami dirigiendo algún entrenamiento.



En el mundo de los gimnasios de yudo hay de todo. Si los gimnasios de yudo fueran restaurantes, los habría de comidas rápidas. Es decir que algunos directores de gimnasios vienen a tener –si se me permite la figura- un Burger King y otros un restaurante chino (con perdón). Claro que también los hay que tienen un restaurante de lujo, con mucha parafernalia y que luego en platos grandes sólo aparece un chorrito por aquí y una cosita por allá (eso sí, todo muy mono). Rafael vendría a tener un restaurante de comida especial que tiene una clientela fija capaz de recorrer los kilómetros que sea preciso por seguir degustando los exquisitos productos de sus fogones artesanales. Sería, su gimnasio, uno de esos lugares por los que parece que el tiempo no tiene derecho a pasar; vaya uno cuando vaya siempre sabe lo que va a encontrar. Y, por supuesto, el chef siempre estará al pie del cañón aderezando las viandas como sólo él sabe hacerlo y con el mandil puesto. ¿Hay algún otro ‘chef’ en toda España que siga al pie del cañón como Rafael Ortega? A día de hoy, Rafa es capaz de hilvanar una clase de mangas amarillas y azules (niños con edades entre los 10 y los 13 años) con otra de juveniles. Después, sin interrupción, dirigirá otra clase de yudo recreativo y a continuación la de competición. Ese mismo día, ya habrá dirigido unas cuantas clases más por la mañana y al mediodía… Y al día siguiente más… Y cuando decimos dirigir, decimos estar en la clase, impartirla, no salir de ella, dirigirse a todos y cada uno de sus alumnos, tenerla preparada con muchísima antelación, tomar nota de lo que funciona y de lo que deja de funcionar para corregirlo en sucesivas clases… ¿Hay algún otro ‘chef’ en toda España que haga lo mismo? ¡Claro que nos enorgullece la concesión del octavo dan a Rafael Ortega! Pero no creemos que sea más que un acto de justicia y de reconocimiento más tardío que oportuno (…y no queremos dar nombres: ¡total, ‘pá’ qué!).



Los alumnos de Rafa estamos orgullosos del octavo dan de nuestro maestro; sin duda, pero no necesitábamos que se le concediera para saber que cualquier mañana, bien tempranito, como a él le gusta, estaría ya haciendo deporte. Después, tras su diaria sesión de entrenamiento, quien quiera ver a Rafael no tiene más que acudir al gimnasio Banzai de la calle Maldonado y le encontrará frente al ordenador ajustando sus programas o con el tatami dirigiendo algún entrenamiento.





En el mundo de los gimnasios de yudo hay de todo. Si los gimnasios de yudo fueran restaurantes, los habría de comidas rápidas. Es decir que algunos directores de gimnasios vienen a tener –si se me permite la figura- un Burger King y otros un restaurante chino (con perdón). Claro que también los hay que tienen un restaurante de lujo, con mucha parafernalia y que luego en platos grandes sólo aparece un chorrito por aquí y una cosita por allá (eso sí, todo muy mono). Rafael vendría a tener un restaurante de comida especial que tiene una clientela fija capaz de recorrer los kilómetros que sea preciso por seguir degustando los exquisitos productos de sus fogones artesanales. Sería, su gimnasio, uno de esos lugares por los que parece que el tiempo no tiene derecho a pasar; vaya uno cuando vaya siempre sabe lo que va a encontrar. Y, por supuesto, el chef siempre estará al pie del cañón aderezando las viandas como sólo él sabe hacerlo y con el mandil puesto. ¿Hay algún otro ‘chef’ en toda España que siga al pie del cañón como Rafael Ortega? A día de hoy, Rafa es capaz de hilvanar una clase de mangas amarillas y azules (niños con edades entre los 10 y los 13 años) con otra de juveniles. Después, sin interrupción, dirigirá otra clase de yudo recreativo y a continuación la de competición. Ese mismo día, ya habrá dirigido unas cuantas clases más por la mañana y al mediodía… Y al día siguiente más… Y cuando decimos dirigir, decimos estar en la clase, impartirla, no salir de ella, dirigirse a todos y cada uno de sus alumnos, tenerla preparada con muchísima antelación, tomar nota de lo que funciona y de lo que deja de funcionar para corregirlo en sucesivas clases… ¿Hay algún otro ‘chef’ en toda España que haga lo mismo? ¡Claro que nos enorgullece la concesión del octavo dan a Rafael Ortega! Pero no creemos que sea más que un acto de justicia y de reconocimiento más tardío que oportuno (…y no queremos dar nombres: ¡total, ‘pá’ qué!).




Qué sorpresa

Rafa se emocionó y lo pasó en grande. Contó cómo se había visto embarcado en la sorpresa y reconoció que no había sospechado nada, ni siquiera cuando ya estaba en el restaurante. Todo se llevó con mucho sigilo, especialmente por parte de Javier Linger, Damián y Puri, los organizadores de la inolvidable velada. El propio Rafa reconoció “me habéis marcado tres ipones en pie y otros tres en suelo”. (Esperamos volvérselos a marcar, muy pronto, cuando alcance el noveno dan).







A Rafa se le comentó que había una reunión familiar para ultimar detalles de las vacaciones de Navidad. Le extrañó el salir en una noche de jueves, pero no puso reparos. Bueno, alguno puso. Con su proverbial puntualidad, no consintió en dar el rodeo que le proponía Puri, para dar tiempo a que llegaran todos los comensales. De este modo, nada más salir del gimnasio acudió al restaurante convenido y allí encontró a parte de su familia que siguió con el engaño. Luego se tropezó con Samuel y otros yudocas y pensó que se habían citado, por casualidad, en el mismo local. Poco después vio pasar a dos de los más jóvenes alumnos y entonces le pareció, todavía ajeno a la sorpresa, que el local se había convertido en centro de atracción para los yudocas y que Samu, seguramente, era el que había inducido a los jóvenes a salir esa noche. Pero, poco después, salió del local y se encontró a varias decenas de alumnos, algunos de los cuales hacía tiempo que no veía. Fue un gran momento y, sólo entonces, descubrió el motivo de la cita.





Ya dentro del salón que ocupamos, Rafa dirigió unas palabras a todos, muy emocionado. Todavía después llegarían algunos más, un poco rezagados, como nuestro campeón e inolvidable Josele Campo, al que algunos ya sólo vemos por televisión, cuando televisan al Estudiantes de baloncesto. También llegaron rezagados el abogado Alfredo Fillol y el odontólogo Armando, y quien esto suscribe. Nos metimos en el saloncito con calzador ante la mirada perpleja del encargado. Las risas fueron constantes y coincidieron varias generaciones de yudocas (de muy diversas edades). Por ahí andaba el italiano Udo que sigue firme su camino a la consecución del cinturón negro a pesar de sus más de 70 primaveras. Claro que ya tenía más de 70 años cuando empezó a practicar este apasionante deporte. También estaban Carlos Jodra, Darío y Ángel Grau, por un lado; o Javier López Otero, Fernando Martínez de Velasco y su hermano Diego (con Miguel Fraile y JulioMarcos) por otro. No podían faltar José Laudo, Sebas y compañía de la clase de yudo recreativo de la una de la mañana… Ni Luis Menor al que se le recordó la anécdota de Puertollano. A la vuelta, al parar en Puerto Lápice, Luis no subió al autocar y se partió sin él. No había teléfonos móviles y su ausencia se notó casi llegando a Madrid… Toda una aventura.