Para algunos, pese a su juventud, el pasado Puente de la Constitución ha sido algo más que ocio. De hecho, para Ricardo González, los pasados días de fiesta han supuesto mucho trabajo. Pero también ha recogido los frutos de ese trabajo. Y no sólo de ese, sino del que viene realizando en sus entrenamientos desde hace muchos años. Nuestro yudoca Richi –como le gusta que le llamen- ha obtenido el Cinturón negro (1er. Dan) después de haber cumplido con satisfacción los cuatro cursos de tecnificación preceptivos. Además, ya llevábamos unas cuantas semanas afinando los tres primeros grupos de la nague no kata, como también la habíamos preparado el año pasado. Después, durante los días del puente, Richi no se conformó con las horas del cursillo y acudió al gimnasio a seguir entrenando los movimientos que más dificultad le entrañaban. Al final todo ha fructificado en el objetivo planeado y ya tenemos un nuevo cinturón negro entre nosotros.
Este es un buen momento para reflexionar. Hace sólo cuatro años, cuando el profesor Wladimiro llegó a la Escuela Municipal de Parla, atendiendo la llamada de su amigo Oscar Veiga, se encontró un buen puñado de yudocas, entre los que estaban Richi y algunos niños más. Los había con grandes condiciones, los había revoltosos… Ricardo tuvo fe en sus posibilidades y confianza en su profesor. Lo único que hizo fue tener paciencia y entrenar duro día a día.
Un buen profesor de yudo es el que llega a cualquier lugar con la convicción de que dejará su semilla. Siempre dijimos que donde llegamos lo hacemos con vocación de hacer escuela. Luego, el tiempo, las circunstancias, van haciendo la historia. Pero siempre hemos tenido voluntad de perpetuarnos; bien en el tiempo, bien a través de nuestros alumnos y a su vez de los de éstos (cuando ellos sean profesores).
Ahora podemos sentirnos orgullosos de tener un nuevo cinturón negro que se une a Carlos Grande, Asier Pérez y Yaiza Martín. En cuatro años de trabajo cuatro cinturones negros… Y los que quedan.
Pero también aprovechamos para recordar esa frase que se suele decir al que obtiene el cinturón negro: ‘ahora es cuando se empieza a aprender yudo’. No os lo toméis en sentido literal, pero pensad que algo hay de cierto. El cinturón negro es la constatación de que uno va a poder ser yudoca. Ha necesitado hasta ese momento superar muchas pruebas y tener algo de paciencia, pero una vez derribado el mito es cuando llega lo mejor: el seguir descubriendo todo lo que el yudo hace por nosotros; el seguir descubriendo que, en realidad, el yudo, es el camino (el camino que hemos elegido en esta vida).
No hay comentarios:
Publicar un comentario