En estos días en que han vuelto las lluvias –benditas lluvias- hemos puesto en marcha nuestras Ligas de Primavera. Lo hemos hecho en aquellos grupos en los que hemos podido concebir equipos con unas mínimas garantías de que podrán desarrollar esta ‘Liga’. Y es un buen momento para recordar que al principio de curso se viene a establecer un pacto. Es un pacto entre alumnos y profesor. Se trata de aquel por el que el profesor se compromete a impartir una serie de clases (en unos horarios también pactados) y, por contrapartida, va a contar con una serie de alumnos en cada grupo que previamente se inscribieron en la actividad. Este es un pacto que casi nunca se revisa y sólo se suele saltar por motivos de enfermedad, accidente, etc. Pero aquí y ahora, tal vez convenga hablar de ese etcétera (buen cajón de sastre hemos encontrado).
El profesor de la actividad no suele faltar a sus clases y la mayoría de sus alumnos tampoco. No es usual que el profesor de yudo falte los viernes porque se haya echado un novia en Burgos y se marche a verla (este podría ser el caso de otros profesores ¿verdad? Pero no es el caso del profesor de yudo). Tampoco es usual que la mayoría de los alumnos falten porque se echen a la siesta y se les pase la hora de ir a practicar yudo (ya ha pasado alguna vez, pero no es lo usual ¿verdad?)
Cuando ponemos en marcha una Liga por equipos en nuestras clases lo hacemos distribuyendo a nuestros alumnos en estos equipos de manera que queden equilibrados –los equipos-. Así el equipo que gane deberá hacerlo con un cierto grado de esfuerzo por parte de sus componentes. Lamentablemente, en los tiempos que corren, ese esfuerzo viene a ser el de asistir a las clases que ya hemos dicho que formaba parte del pacto primigenio que da sentido a la actividad (o sea, que no debería suponer ningún esfuerzo).
En estas fechas estamos preparando algunas competiciones importantes en que participarán algunos de nuestros alumnos. También estamos incrementando las enseñanzas de defensa personal, tan del gusto de la mayoría de nuestros alumnos. Además, con los repasos técnicos, estamos preparando el momento en que nuestros alumnos cambiarán de cinturón. Nos parecen alicientes suficientes para que nadie se plantee que el curso ya debe finalizar. Además, como ya hemos explicado, hemos puesto la Liga de Primavera en marcha y en algunos grupos –menos numerosos- se sigue con la ‘Champiñón Lij’.
Es lamentable que falten algunos niños, dejando los equipos incompletos y, por tanto, a sus compañeros en desventaja, por irse a comprar al Alcampo o al cumpleaños de un amiguito del colegio (acaban teniendo una docena de ausencias a clases de yudo por no faltar a estas fiestas, que bien podrían celebrarse en fines de semana ¿no?) Es lamentable que cada vez sean más los niños que faltan a sus clases por tener ‘el yudogui mojado’, por ir a cumpleaños, por quedarse dormidos, porque su madre no les pudo llevar o porque su hermanita estaba enferma.
Aún hay algo peor que las ausencias a algunas clases. Hablamos de los que interrumpen su estudio de yudo a estas alturas del curso (se ‘desapuntan’). Nos quedan menos de tres meses de curso (unas diez semanas) y parece un disparate que el niño sea ahora cuando deje de asistir a unas clases que seguramente escogió él mismo. En algunos casos nos llegan noticias por terceros de que el niño no va a volver porque los padres les han castigado (suele ser por bajo rendimiento académico). Nos parece injusto, inútil, injustificado e inoportuno este tipo de castigos. Estaría bien que el día que el niño se portara mal en la clase de yudo y no hiciera sus uchikomi u otros ejercicios con aprovechamiento se les castigase con no ir al colegio. ¿Pero es que no se dan cuenta Uds. que el castigo no guarda ninguna lógica? ¿Por qué no le echan arrestos y les castigan sin ver la tele (seguramente porque la tienen Uds. enchufada en todo momento y el niño la acaba viendo porque no tiene más remedio)? ¿Por qué no son más serios y les castigan con estudiar poniéndose Uds. a su lado y echándoles una mano (seguramente porque están Uds. viendo la tele)?
Nos aconsejan una y mil veces que no seamos tan duros y ácidos en estos comentarios. Pero también tenemos legión de gente que nos importa que nos dicen todo lo contrario: que no cambiemos, que sigamos con nuestra labor crítica. Pues en esas andamos.
Estas palabras vienen a ser un clamar en nombre de los honrados profesores de yudo que necesitan de la presencia de sus alumnos en las clases para dar sentido a su labor. Les proponemos que, ya que los muchachos –y no tan muchachos- se han inscrito en una linda actividad, que procuren no faltar a ella. Les proponemos revisar ese pacto del que hablábamos al principio ahora que todavía llueve un poco. Dentro de poco saldrá el sol, cantarán los pajaritos y los niños se quedarán en el parque con sus mamás en lugar de asistir a su clase de yudo. Otros ‘pajaritos’, sin necesidad de con sus mamás, se quedarán en las terracitas, tomando cerveza o cualquier otro refresco… Y así nos luce el pelo.
A lo que íbamos… Que ya tenemos los equipos de la Liga de Primavera en la primera y segunda clases de los lunes, miércoles y viernes, así como en la segunda clase de los martes y jueves. En la de ‘Chiqui-yudo’ seguiremos con la ‘Champiñón’ y en la tercera clase de martes y jueves no hay manera de formar grupos coherentes y funcionales. Nos han ido desapareciendo de este grupo algunos alumnos (de acentuada abulia, en algún caso) y resulta que este grupo se formó a principios de curso con muy pocos alumnos tras consensuar con lo padres que sería por el bien de todos… Luego llegó el momento de respetar el pacto y se fue “pa’l carajo”, que dicen mis hermanos cubanos.
Los equipos formados han sido los siguientes:
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