27.1.07

Vuelven las concetraciones urbanas


Tenemos un nuevo motivo de enhorabuena y una crítica que va pareja. Vamos a explicarnos. Resulta que nuestros yudocas Sonia Sieiro y Raúl Abial consiguieron ‘mojar’ en el Ranking Autonómico, motivo por el que se les ha incluido en las denominadas ‘concentraciones urbanas’. El estar entre los mejores siempre es motivo de orgullo y eso ya de por sí nos hace sentirnos orgullosos de nuestros deportistas, que con toda humildad, no dejan de ser ambiciosos. Lo cortés no quita lo valiente. En lo que no estamos muy de acuerdo (y ahí va nuestra crítica) es en cómo se desarrollan las concentraciones urbanas. No vamos a entrar en lo que se enseña (o se deja de enseñar), ni siquiera en la forma de entrenar. Lo que nos parece muy significativo es el aire que se respira en este tipo de concentraciones que es demasiado rígido, demasiado exigente, demasiado militar. No hay humor en ningún momento, no hay sonrisas, ni bromas y estamos hablando de deportistas a partir de doce años de edad.

Creemos que es un error:

- reproducir los entrenamientos de los adultos, con los adolescentes (casi niños y niñas en algunos casos)

- buscar a toda costa el máximo rendimiento de yudocas, todavía en fase de formación

- establecer el famoso sistema de ‘supervivencia’ de modo que se endurece al máximo el entrenamiento y quien lo aguante saldrá bueno a costa de desaprovechar (¿’quemar’?) a unos cuantos

- no conseguir que los muchachos tengan el orgullo de pertenecer a un grupo escogido (tal vez hubiera que invertir un poco en escudos, gorras, camisetas…)

- juntar en un mismo entrenamiento a niños de doce años con muchachos de 17 o 18

A todo esto añadimos algo que observamos continuamente. No se trata de ’enseñar’ a los yudocas; para eso están sus profesores y así no se entra en enfrentamientos o discusiones. Pero de enseñar a corregir hay un abismo. Ya no digo que unos entrenadores enseñen a tirarse de rodillas al suelo a sus alumnos de cortas edades, por ejemplo. Tampoco me refiero a que algunos entrenadores enseñen a paliar un argumento técnico con una argucia, en lugar de reforzar los fundamentos técnicos. Allá cada cual y obsérvese que hablo de entrenadores y no de profesores. Y aprovecho para dejar la reflexión de que: tal vez nuestro yudo fuera un poco mejor si hubiera más profesores, en lugar de tanto entrenador. (A lo que íbamos) Hemos observado contínuamente, que en aras de que los yudocas entrenen ‘a toda pastilla’ para ponerse ‘fuertes’ ninguno de los muchos y buenos maestros (casi todos con su cinturón blanco y rojo a la cintura) corrige a los chavalillos cuando no meten la cadera en ogosi, cuando dejan un pie adelante y otro atrás en los seoe nague, cuando chocan la cadera doblando la esplada antes de colocar el cuerpo correctamente en movimientos de cadera u hombro… En eso habría que llegar a un acuerdo, porque seguro que en la mayoría de los casos, también los profesores luchan a diario por corregir a sus alumnos y no siempre lo consiguen. Si estos yudocas, que han demostrado ser más eficaces (y no mejores yudocas) no son corregidos, también en este tipo de concentraciones, llegan a sospechar que sus movimientos son correctos, porque los realizan ‘a toda pastilla’. Al final conseguimos gladiadores, luchadores, deportistas muy fuertes y cada vez sacamos menos yudocas…

Para acabar, una anécdota. En el entrenamiento de la tarde, cuando se abre el randori a la participación de otros yudocas no concentrados, las visitas al médico son continuas. Casi siempre se trata de simplezas que sólo vienen a delatar que los muchachos no están preparados para soportar la intensidad del entrenamiento. El propio médico acudió a explicar lo que estaba sucediendo a los responsables. Sus palabras de vuelta a su lugar fueron bien elocuentes: “nos estamos volviendo locos”.

Al parecer el objetivo no era el de lograr un buen entrenamiento del grupo. De lo que se trata es de hacer una selección natural: “el que no lo aguante, que no venga”.

Algún día volveremos a arrepentirnos de haber desaprovechado tanta juventud que pasa por estas concentraciones urbanas. Por cierto, un dato más. Desde que se pusieron en marcha las concentraciones urbanas ¿se han mejorado los resultados en campeonatos de España en estas categorías? Pues yo diría que no. ¿Y entonces? Doctores tiene la Iglesia, ¡o eso se dice!

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