Al final ganó Raúl al extremeño con dos yukos de movimientos hacia atrás aprovechando la tozudez de su adversario por tirarse al suelo en acciones de arrastre.
Raúl fue constante en su trabajo en ne-uasa
El siguiente encuentro lo libró Raúl dado que le valenciano no había dado el peso, por lo que pasó a disputar el pase a la final frente a un duro yudoca del País Vasco. Sabíamos que el vasco hacía movimientos de lucha lanzándose al suelo y agarrando los pies de sus contrincantes. Lo habíamos estudiado pero Raúl cayó, por inexperiencia ante la maniobra de su rival. Después, ya en el trabajo de ne-uasa, a punto estuvo Raúl de aplicar una palanca en posición yuyi. Pero hubo un instante en que no contaba con ventaja ninguna y Raúl no supo ver el peligro que corría. Su rival había conseguido alejarse mucho de las piernas de nuestro yudoca que seguía agarrado inútilmente al antebrazo de su oponente. Éste se revolvió y le pasó a controlar inmovilizándole durante veinte segundos con lo que sumó su segundo uasari.
Problemas con el agarre para Raúl
De este modo, Raúl pasaba a entrar en la repesca donde se midió a un fuerte andaluz que le dio muy pocas opciones. Nada más salir, Raúl actuó con rapidez cruzando el agarre y lanzando uno de sus temibles okuri asi barai.. Pero no era el día de Raúl que se vio demasiado atenazado por los nervios. Sólo consiguió trastabillar a su adversario que inmediatamente corrigió la posición y cobró ventaja en el agarre. De este modo, el andaluz lanzó un ataque que Raúl intentó contrarrestar, pero su rival fue rapidísimo y consiguió atrapar una pierna de Raúl y rematar el movimiento con una siega por el interior (o-uchi.gari) que Raúl “se comió”. Nada que objetar…
A punto de conseguir un ipón aplicando ude-isigui-asi-gatame
Nos gustaría seguir insistiendo en que el coraje lo deben poner los deportistas que saltan al tatami. Los profesores podemos colaborar (y debemos –y creemos que lo hacemos-) en la formación técnica de nuestros yudocas. También ayudamos en todo lo que podemos en su mejora física y en su adecuada puesta en forma. Lo que no podemos, ni queremos, es influir en la gallardía que debe poner cada cual en este dificilísimo mundillo de la competición de yudo.
A raúl hubo que estar recordándole continuamente que debía calentar para saltar a la cancha en las debidas condiciones. Cada vez que se le echaba un vistazo estaba inactivo, con la cara pálida y sin haber empezado a sudar ni una gotita pequeñita. Hay deportistas fríos o pasotas, otros calientes o nerviosos. Lo que no se puede es salir al tatami en un estado de semi-bloqueo e indolencia que no actúa más que de lastre a las posibilidades del más pintado. Es cierto que Raúl acudió a su cita sin compañeros de club, pero no menos cierto es que conocía a toros yudocas con los que podía haberse puesto a ejercitarse un poco mediante uchi-komi. También podía haber estirado un poco en el tatami aplicando multitud de ejercicios y movimientos que conoce de sobra. Lo que no parece de recibo es que, al final, su madre hubiera de cogerse un kimono para que Raúl hiciera unas cuantas entradas antes de comenzar su competencia.
Por no dilatar más el tema, hay que reflexionar en que en este mundillo de la competición es muy difícil imponerse al resto de rivales, aún teniendo el más firme deseo en hacerlo. Así es que sin esa firme voluntad… se nos antoja que resulta casi imposible imponerse ni al menos cualificado de los oponentes. ¡Hay que echarle más ganas Raúl!
En esta imagen vemos el momento en que Raúl se empeña en seguir aferrado al brazo de su oponente cuando ya no tiene ninguna ventaja y sí mucho peligro. Hubiera sido sencillo girar, y levantarse, pero, a veces, no se ve la solución en el momento. Para eso está la experiencia y Raúl la está adquiriendo muy aprisa.
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