Ayer, estábamos participando en el VI Kataylú. En pleno
campeonato se escucha un comentario intentando resolver quién es Ángel Casco y
quién es Ángel Gasco. Me meto en la conversación y explico que el primero es
maestro de la gran familia Budokán y el segundo es más conocido como maestro de
yu-yitsu, aunque también lo es de yudo. Entonces me explican que sí que se
trata del primero. Y pregunto que de qué se trata. De que ha fallecido. Me quedé
sobrecogido. No es que hayamos sido íntimos amigos, incluso hemos tenido insalvables
diferencias y acaloradas discusiones. Es cierto. Pero no dejo de traer a este
YUDIARIO mi más sentida condolencia para toda su familia y para todo el gran
grupo Budokán.
Calculo que Ángel Casco Galdeano y yo nacimos en el mismo año; de la misma
quinta. Se va muy joven y dejará un gran vacío. Era de esas personas a las que
ves entregarse sin reservas con los suyos. Hacía falta estar ciego para no
verlo. En esa defensa de lo suyo no se paraba a distinguir en colores: o blanco
o negro. De ahí, quizás, algunas de nuestras diferencias. Pero siempre aprecié
en él su capacidad de trabajo, su entrega y el actuar a las claras; con fuerza…
como un yudoca.
Además de querer expresar mis respetos a toda su legión de
amigos, a su familia y a sus cientos de alumnos, quiero reconocer su labor. La
de un profesor de yudo abnegado y generoso de los muchos que tenemos en este
maravilloso deporte y que no siempre entienden que tienen mucho más que les une
a lo poco que les separa. Lamentamos profundamente la pérdida irreparable que
nos ha conmocionado. Entenderéis que hayamos postergado la crónica del Kataylú
para más adelante. D.E.P.
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