Para superar las pruebas correspondientes, Yaiza hubo de realizar cuatro cursos de tecnificación, mientras Wladi realizó 14. Ahora se comprende que saliera corriendo de Gijón, en cuanto acabó la participación de Yaiza en el Campeonato de España, para estar el domingo por la mañana en uno de esos cursos. Era necesario completar todos ellos, para poder intervenir el correspondiente examen, haciéndolo coincidir con el de Yaiza. Todo salió bien, pero no podemos olvidar unas cuantas cosas y… ahí empiezan nuestros agradecimientos. En primer lugar para la dirección del colegio Ramón Carande que permitió, desde el mes de febrero la utilización del gimnasio media hora antes del comienzo de las clases de los jueves. Parece una tontería, pero esta media hora ha dado mucho de sí, tras multiplicarla por muchos días, muchas semanas y muchos meses de duro trabajo. También queremos agradecer a Raúl, que a su corta edad de 14 años ha sido un buen uke, donde los haya, soportando sesiones maratonianas y duras, sin siquiera poderse presentar a examen por no tener la edad mínima requerida. No menos importante ha sido la ayuda del maestro David Moronta que tanto ayudó al profesor Wladimiro a preparar el Kodokan Goshin Yitsu No Kata, en las semanas previas a su examen. No es la primera vez que David actúa con semejante altruismo y generosidad. Ya ayudó a Wladi a preparar su examen de Cinturón negro de yu-yitsu de la Dai Nipón Butoku Kai el año pasado. Por otra parte, la preparación del examen de Wladi fue toda una epopeya. La mayor parte de las veces, el profesor tuvo que preparar su kata en solitario. Menos mal que en yudo existe una forma de trabajo conocida como tandoku rensiu (en solitario o sin compañero). Claro que no es la más apropiada para determinados trabajos, pero cuando no se tiene otra cosa… (Bueno es el pan, cuando no se tienen tortas). Por último hay dos grandes yudocas a los que también estamos agradecidos desde estas líneas. Uno es Miguel Ángel Almeida y el otro es Ángel Gasco. El primero, pese a tener graves problemas de salud, preparó como uke la kata de Wladi. Al día siguiente no pudo acudir a la cita definitiva, por problemas físicos. Pero apareció por el doyo nacional el maestro Ángel Gasco, con quien ha sido todo un honor poderse examinar. Gasco Leranca es sexto dan de yu yitsu y quinto de yudo. Hubo que realizar todo un proceso de adaptación con carácter urgente. Si Almeida mide casi metro noventa y pesa los ochenta kilos largos, Gasco no llega al metro setenta y pesa unos 15 kilos menos. Pero tener un uke como Ángel Gasco es toda una garantía. Muchas gracias, Ángel; gracias a todos.
Al final, los exámenes de Yaiza y de Wladi fueron muy valorados. Los habían trabajado con gran tenacidad y esmero. No se trataba de ‘aprobar’, sino de demostrar la estirpe de yudocas a la que pertenecemos. Venimos de una de las escuelas de mayor prestigio de todo el país y no debemos olvidarlo nunca. Y el que no aguante la responsabilidad, mejor que lo deje antes de que caiga sobre él. Son las cosas que tiene el estar entre los mejores. Es todo un orgullo tener el origen de yudocas que tenemos, pero, cuando llega el momento, hay que estar preparados para responder sin faltar a los principios de nuestros maestros. Con toda humildad, pero con todo el coraje, por supuesto. Por eso, hemos dejado para el último momento un postrer agradecimiento, que no por ser el último deja de ser el más importante. Este agradecimiento es tanto del profesor Wladimiro como de la nueva cinturón negro Yaiza, por quien tanto están haciendo en el Gimnasio Banzai, Puri y Rafa.
Realización del Kodokan Gosin Yitsu No Kata con el uke Ángel Gasco Leranca
Cuando Wladi comenzó a hacer yudo apenas había cumplido los 10 años. De su primer club (un centro sindical en Caño Roto, junto a la actual comisaría del barrio de Los Cármenes) pasó a apuntarse en su colegio, el JOYFE de la calle Bocarrana, en el barrio de Carabanchel. En ambos lugares tuvo como profesor a Antonio Recuero, yudoca del Gimnasio Villaverde. A base de insistir consiguió el permiso paterno para acudir a las clases que se impartían en el Gimnasio Samurai de la calle Juan Bravo. Había oído decir que éste era el mejor gimnasio de todo Madrid, pues su padre había practicado hasta cinturón amarillo en dicho centro y había prometido: “cuando sepas manejarte por Madrid te apuntaré al Samurai”. Allí, el profesor Wladi conoció a su actual maestro Rafael Ortega que le descubrió un mundo nuevo: el del yudo con mayúsculas. Como suele decir el propio Ortega “tuve un profesor que me enseñó a caer y poco más; y un maestro que me enseñó yudo”.
Yaiza realizando un movimiento de cadera
Ortega le enseñó a amar este deporte al que sigue dedicando todos y cada uno de sus movimientos, al que dedica toda su vida y energía, con la misma energía e ilusión que el primer día que le conoció. Cada pequeña conquista del profesor Wladi siempre es degustada desde la convicción de que sólo ha sido posible cuando ha seguido las enseñanzas de su maestro. Sólo en la imitación de Ortega y en la puesta en práctica de las enseñanzas del maestro han llegado los escasos méritos que pudieran adornar a este todavía aprendiz de yudoca. Pero el camino es largo y, todavía hoy día, el maestro Ortega sigue siendo ejemplo y enseñanza viva. Por eso, la convicción de llegar aún más arriba siempre existe. No la de llegar a su altura, tarea sólo más imposible que improbable. Sino la de seguir escalando el inacabable camino de la perfección que comienza cuando uno se anuda el cinturón blanco y que jamás se abandona para nuestra fortuna: siempre queda un paso más que dar. En estos días de reconocimiento y de celebración nos ha parecido de justicia brindar al maestro nuestra alegría, por los muchos desvelos que con nosotros tuvo, por su paciencia infinita, por su tenacidad en doblegar nuestra holgazanería y nuestra torpeza. Gracias Ortega por el ejemplo que siempre has sido. Gracias maestro por tus enseñanzas que todavía tengo con sólo contemplar tu actitud. Me siento orgulloso de haberte conocido y de seguir con toda humildad el camino que me descubriste. Ojalá algún día alcance a merecer un respeto similar al que tú inspiras en éste, nuestro maravilloso mundo del yudo.
enhorabuena maestro . lorenzo gil (kensignton school)
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