La ventaja que tiene un japonés a la hora de poner nombres a las cosas es que pone nombres que entiende y le quedan palabras muy monas. Luego vamos los castellano-parlantes (que somos unos cuantos millones más que los que chanelan el lenguaje nipón) y nos aprendemos palabras suyas sin saber lo que significan. Hay un alto grado español (pero que muy alto), que va diciendo por ahí que el nombre de una técnica quiere decir estrangulación en forma de ala. Evidentemente se lo ha sacado del ala, pues el gran maestro (dicho sea de paso, no tiene un pelo de tonto) da el valor que quiere a las palabras japonesas y no traduce la palabreja por ‘estrangulación cortando hacia el hombro’, quizás más próximo a la realidad. Pero no nos alejemos de lo que venimos a contar.
En Japón, cuando llega el invierno llega el frío, cosa que hasta hace poco sucedía también por estas tierras de barbecho. Y cuando llega el frío los japoneses suelen organizar unas jornadas de ejercicio intenso aprovechando, precisamente, las bajas temperaturas (para endurecer al personal). Luego, en el verano hacen algo similar, pero como en el verano lo que hace (mayormente) es calor, aprovechan eso mismo, para endurecer al personal. Como se habrá apreciado, en este mundillo nuestro, se trata de endurecer a los pupilos en cuanto se puede. En el verano, estas jornadas de entrenamiento se denominan Shochu-Gueiko. Por el contrario, el que se practica en el frío es el Kan-Gueiko.
Tras estas explicaciones (que, como siempre, estamos dispuestos a contrastar con cualquiera que nos las rebata y hasta animamos a hacerlo a ver si entre todos aprendemos más cosas) pasamos a nuestra crónica. Este pasado domingo, se ha celebrado en el Polideportivo Municipal de Ajalvir el I Kangueiko de dicha villa. Lo ha organizado con pulcritud y exquisitez, nuestro amigo Javier Linger, que es capaz de superarse cuando ya parece imposible hacerlo. La jornada comenzó a las 10:00 de la mañana con una extraordinaria sesión de katas.
Campeonato de Katas
El nivel de los participantes fue altísimo. El ambiente era propicio y los competidores fueron evolucionando por el tatami sacando lo mejor de lo que son capaces, que es muchísimo. Claro que hay que recordar que entre los participantes estaban tres parejas del Judo Club Felanitx, desplazados desde Mallorca para la ocasión. Junto a ellos se encontraba el director del club, Joan Obrador. Y también hay que recordar que estos deportistas cuentan con amplia experiencia en Campeonatos de España, donde comenzarán a conseguir más éxitos (si es que llevan pocos) cuando sean más conocidos por sus méritos y anulen las simpatías que despiertan otros yudocas por prodigarse más en ambientes de yudo (pero no estrictamente sobre el tatami).
Los campeones del torneo fueron Pedro Marcos y Toni Obrador, que ejecutaron una extraordinaria yu-no-kata. Pasaron en la puntuación, nada menos, que a los veteranos hermanos Vicens, que también ejecutaron la yu-no-kata de manera soberbia. Miguel Ángel y Antoni ya saben lo que es subir al podio en Campeonatos de España e incluso han demostrado su saber hacer en Japón, ante grandes especialistas. De manera que fue un placer contemplar sus ejecuciones, así como las de sus compañeros de club: Manuel Soto y Llátzer Méndez. Ambos se aplicaron en la demostración de la katame.no-kata con tanta elegancia como eficacia. A la postre ocuparon el tercer puesto de este espectacular concurso de katas.
El entrenamiento de los jóvenes
A las doce de la mañana se comenzó a desarrollar el Kangueiko de mangas azules, amarillas y cadetes. El grupo más numeroso fue el de mangas amarillas, si bien había muchachos que debían haber llevado manga azul (y no tenían ellos ni idea, por descuido de sus profesores). El caso es que los muchachos nacidos en 1995 de nuestra escuela (salvo que hayan cumplido los años en este primer bimestre del año) llevan manga amarilla. Rafael Ortega, que es el introductor de este sistema ajustado a una metodología tiene codificado el pase de manga de manera mucho más práctica. Los niños llevan la manga que les corresponde por la edad, pero se hace una vez cada año (es decir que el color refleja la edad del yudoca y el año de nacimiento). Prometemos ajustar esta norma a nuestros alumnos, entendiendo que, además, facilita mucho la labor a los padres. Además, de este modo, nos ajustaremos a lo reglamentado en nuestra escuela (Yudo R. Ortega).
Sea como fuere, el grupo de mangas amarillas resultó ser muy numeroso y no es que hubiera pocos mangas azules y cadetes. En total, reunimos a casi un centenar de yudocas entre los que se encontraban algunos que ya han sido capaces de obtener medallas en campeonatos regionales y autonómicos. Pero ojo…
El entrenamiento lo dirigió personalmente Rafael Ortega, con lo que los niños presentes tuvieron el privilegio de asistir a una clase impartida por un octavo dan (uno de los pocos octavos danes –por no decir el único de toda España- que desarrolla labor docente a diario y no sólo en cursillos de Pascuas a Ramos-). Pero ese privilegio del que hablamos lo tuvimos también los profesores que acudimos y vimos a nuestro maestro dominar a la masa de niños, embelesar a chavales inquietos, deslumbrar a niños hiperactivos, motivar a adolescentes abúlicos, maravillar a padres expectantes…
Podemos hablar de que todos asistimos a una lección magistral de Rafael, en la que, hasta ordenar la forma de colocarse los niños, lo supo convertir en un juego, que despertó el interés de los yudocas y levantó sonrisas entre los padres.
Y decíamos que había entre los yudocas algunos que ya han demostrado su efectividad en el mundillo de la competición. Pero también decimos que nuestro kangueiko no perseguía el objetivo de meterles a los niños y adolescentes entre pecho y espalda diez o doce randoris de 4 minutos (eso lo hace cualquiera). Ese viene a ser un sistema de entrenamiento muy al uso (un pelín ‘nazi’ si se nos permite la expresión) que se basa en la cantidad y en la selección natural que se hace al someter a la generalidad a un esfuerzo que sólo los mejores aguantarán.
Tenemos que explicar que los niños sólo realizaron (cada uno) seis minutos de randori en suelo y otros seis minutos de randori en pie (como máximo). Pero es que nuestro yudo es algo más completo que el que conoce el común denominador de mortales (a través de la tele, por ejemplo). Nuestro yudo es el que practica el niño que quiere hacer un deporte divertido y que le enseñe algo más que dar patadas a una pelota (o a otro niño). Nuestro yudo socializa (como dejó claro Yigoro Kano que debía hacerse con esta poderosa herramienta). Nuestro yudo divierte y no necesitamos chillar ni gruñir, ni emitir exabruptos a nadie para que se aplique más; nuestro yudo forma y no deforma; nuestro yudo enseña a defenderse y no a colocarse boca abajo en el suelo (para que te puedan patear si estás en una pelea en la calle)… Nuestro yudo es yudo (y no un yudo amputado, restringido, recortado o mutilado). Se vio en el Kangueiko y lo recordó Ortega a todos los presentes, incluidos los profesores, que debemos seguir apostando por este mensaje en nuestras clases y no permitir que se siga imponiendo un modelo de yudo plano, chato, sin más argumento que la pelea (en lugar de la lucha), sin más aditamento que el músculo (en lugar del principio del YU). Siempre me acordaré de aquel famoso entrenador (a mi su presencia me traía a la mente la palabreja esa de: antropopiteco) que decía al oír cosas como estas: “¿pero eso dónde lo pone?” Y luego añadía, “no, si yo lo uso, pero, para ‘vender’ yudo”. Menos mal que ha dejado de ‘vender’ yudo y ahora vende muebles de cocina.
Sólo nos queda felicitar a los muchachos. Los que salieron a ejecutar las demostraciones lo hicieron con maestría y lamentamos no recordar los nombres pues hubiera sido nuestro deseo dejar aquí felicitación pública. Sabemos que alguno de ellos se llamaba Jaime (manga amarilla), otro Pedro (cadete)… pero tenemos claro que pronto sus nombres estarán, si siguen entrenando así, entre lo más florido de nuestro deporte. Por eso, también aprovechamos para mencionar la encomiable labor de Purificación Polo, que es la profesora (cinturón Rojo y Blanco 6º Dan) que prepara a estos niños antes de llegar a manos de Rafael Ortega. Puri, en esta ocasión, por padecer un pertinaz lesión, se dedicó a realizarun profuso reportaje gráfico (video y fotografía).
Para acabar, también queremos dar nuestra felicitación a nuestros muchachos (los hermanos Sieiro –Sonia y José Manuel-, Adrián Caelleja, Víctor Pérez, Paul Barzallo, Sergio Cortés, Miguel Serrano y Víctor Irala. Especialmente, resaltamos la actitud de Sergio Cortés, que no dudó en participar en todo el entrenamiento a pesar de que aún no tenía el alta médica tras haber sufrido una fractura en un dedo del pie. Así mismo, felicitamos efusivamente a Víctor Pérez que lleva entrenando con nosotros sólo unos días. Había practicado yudo en la escuela municipal de Parla hace cuatro años (cuando era un niño pequeño y lo tuvo que dejar cuando la escuela se trasladó de barrio). Ahora que ya puede desplazarse hasta nuestro ‘doyo’ ha vuelto y lo ha cogido con más ganas que nunca. Junto a él, Paul Barzallo también ha demostrado tener muchísimo interés y ser un valiente. Sólo lleva un mes en nuestra escuela de yudo y ya ha participado en su primer evento fuera de nuestras instalaciones; lo hizo de maravilla.
Un remate. Hay que insistir en que el entrenamiento sirvió para repasar las dos fichas de nuestro programa (del primer trimestre del curso) y las dos del actual trimestre. Con ello, los muchachos también pudieron demostrar sus conocimientos y contrastarlos con chicos de otras clases, de otros colegios o clubes. Además, sí que hubo una especie de competición y hasta reparto de medallas. Pero se hizo con la aplicación de nuestros reglamentos; reglamentos que arbitraron los propios yudocas en una labor de entrega de responsabilidad y monitorización de tareas. Como se puede colegir nadie se dirigió a los árbitros (como ocurre en cualquier competición oficial). En definitiva, se hizo yudo en pie, yudo en suelo, se repasaron multitud de técnicas, se practicó yudo para la calle (defensa personal), se ejecutaron katas, se trabajó la preparación física y se acabó la sesión con estiramientos y ejercicios de relajación.
En mis tiempos de estudiante se solía decir: “el que sabe, sabe… y el que no: a Letras”. Uno que es de Letras, sigue en la tarea de aprender. Claro que los hay que ya se lo saben todo y así les va. Para esos, con todo cariño, que se relean esta crónica.
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