Fruto de ello caigo en la emisión de Rocky. El boxeador se desayuna seis huevos crudos del tirón; se los bebe de seis tragos. Confieso que tuve en el personaje del insulso actor cierta inspiración. Era el siglo pasado.
Pese a todo decido desayunar, una vez más, emulando a Rocky Balboa, un litro de vinagre de Módena… del tirón. Meneo la cabeza convulsivamente mientras hago chiribitas con los ojos. Ahora estoy en condiciones de escribir como se espera de mí. Allá voy dioses del Olimp-ollywood. Suene el himno “the eye of the tiger” y denme la pluma con la que saltar a la comba; el bolígrafo con los que hacer flexiones con un solo brazo.
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