11.7.10

Entrenamiento y comida de yudocas


Hemos tenido un sábado de mucho yudo. Para empezar, algunos de nuestros chicos no dudaron en cogerse el tren y desplazarse de una punta de la Comunidad de Madrid a la otra. Desde Parla salieron para presentarse en el Polideportivo Joaquín Blume, de Torrejón de Ardoz ,donde se celebraba un entrenamiento federativo, dirigido por Enrique Eraña.


En la sesión tomaron parte José y Sonia Sieiro, Itziar Sánchez, Cristina Carbonell y Wladimiro Martín. Y, como el entrenamiento estaba planteado para preparar exámenes de cinturón negro, se aprestaron a corregirse y perfeccionarse en todo lo relacionado con ello.

El entrenamiento comenzó un poco más tarde de lo previsto, pero se cumplieron las dos horas previstas de trabajo sobre el tatami. Todo ello, en un fenomenal ambiente y cima de trabajo. Buena parte de la culpa del buen ambiente la tuvo el genial calentamiento que dirigió el maestro Eraña que tuvo el buen criterio de introducir un juego en él. Con ello, consiguió acabar de romper el hielo (que se suele decir) y dio un toque de humor a la sesión. Siempre hemos comentado que, en nuestra opinión, falta sentido del humor en nuestro mundillo. Por eso nos pareció magnífica la introducción del juego ‘el comando’, que dirigió con tanta simpatía como efectividad enrique Eraña. Desde aquí le felicitamos, que no cuesta nada y, de paso, recalcamos este tipo de gestos que tan poco cuestan y tan agradables y evidentes efectos producen.



En otro orden de cosas, aprovecharemos para pedir disculpas por que dos de nuestras chicas se presentasen en el entrenamiento con yudogui azul. No era lo propio, pero lo cierto es que argumentaron que en la circular no se llegó a especificar, lo cual era cierto. De todas maneras, nos guste o no, en este tipo de entrenamientos se debe cuidar ‘la etiqueta’ llamémosla así, porque son detalles que diferencian unas cosas de otras. No es que nos parezca fundamental, pero ayuda a crear clima. Luego, una vez se guarda un poco de seriedad se puede dejar un hueco a la sonrisa, con la propuesta de un juego en el calentamiento, por ejemplo, como ya hemos explicado hizo Enrique Eraña.



Claro que más despistado está aquel que se presenta a un entrenamiento sin cinturón… y sin licencia (bendita juventud).

José Luis de Frutos como centro de una nueva reunión

Al acabar en Torrejón de Ardoz, tras tomar un refresco, los profesores Cristina y Wladimiro llevaron de vuelta a casa a los parleños. En esta ocasión, el paseo se hizo como parte de un trayecto más largo. Los profesores habían quedado citados en casa de Rodolfo Cruz, un poco más al sur de Parla a celebrar una comida de yudocas, de la serie de ellas que se han venido produciendo de manera espontánea en torno a la figura del yudoca José Luis de Frutos (q.e.p.d.)

Ya hemos contado en alguna ocasión, en este mismo YUDARIO, que un grupo de yudocas se viene reuniendo a pasar alguna tarde y que lo viene haciendo de manera espontánea, pero que, invariablemente, en esas reuniones se acaba hablando del maestro de Frutos.

Todo empezó, hace un par de años cuando Wladimiro, Cristina, Rodolfo y familia decidieron pasar un fin de semana en una casita de Lanzahita que los dos primeros tenían en alquiler. Como no podía ser de otro modo, varios yudocas reunidos acabaron hablando horas y horas de yudo. La presencia de un legendario alumno de José Luis de Frutos y el estar en la zona de la sierra de Arenas de San Pedro hizo rememorar al gran maestro madrileño. (Muy cerquita de Lanzahita tuvo José Luis de Frutos una finca con algún caballo –otra de sus pasiones-). A la mañana siguiente, para comer en la jornada de domingo se acercó otro exalumno del Gimnasio de Frutos: Carlos Martínez Rivera.

El resultado de aquella primera reunión fue propiciar una siguiente con algunas de las personas cuyos nombres habían salido insistentemente en las conversaciones. De ese modo, las comidas y cenas se fueron sucediendo en Leganés (en casa de Carlos Martínez, alias ‘gepeto’), en Serranillos (en casa de Rodolfo), en San Sebastián de los Reyes (en casa de Javier Mora), en el bario de Alfonso XIII (en casa de Dalia Roca, al mujer de Javier Mora), en el Guijo (en una casa alquilada por Wladimiro y Cristina), en Moralzarzal (en la casa de los padres de Dalia)… Precisamente, en esta última cita en la localidad serrana, se produjo otra anécdota. Nos habíamos reunido sin saberlo en el chalé de enfrente de otro en el que también vive un viejo yudoca: Mario Guillardín. Aunque Mario era alumno del gimnasio Banzai se unió a la reunión y aportó muchísimos recuerdos, porque también compartió muchísimos momentos con los yudocas del Gimnasio de Frutos y con quienes esto suscriben.

Baste decir por ilustrar lo que suponen este tipo de reuniones que por ella han pasado ya muchos yudocas del ámbito del Gimnasio de Frutos y algunos del Banzai (como Wladi, Mario Guillardín y Ginés Carrión). En concreto del Gimnasio de Frutos podemos citar (además de los ya mencionados Rodolfo, Javier y Carlos) a Mario Muniesa, Ángel Fraile, Antonio Carvajal, Francisco Fernández Pascual, Jesús Cid y Carmen Pradales. Esperamos no estar olvidando a ninguno, porque muchos otros van apareciendo por el Gimnasio Fraymor a alguno de los entrenamientos que el primer jueves de cada mes, dirige el Maestro Rodolfo Cruz.

Como las distancias son grandes y la vida que se lleva en esta maravillosa ciudad de locos que es Madrid, no siempre se dispone de mucho tiempo para acudir a esos entrenamientos y mucho menos aún, para al acabarlos charlar tranquilamente. De manera, que al acabar esos entrenamientos siempre se suele uno despedir lanzando las famosas buenas intenciones que se esconden tras frases como: “a ver si nos vemos con más calma”, “nos llamamos y quedamos”…

También en las comidas suelen aparecer intenciones (entre reproches y ánimos) del estilo de programar más reuniones, hacer más entrenamientos llamando a algunos que aún nos faltan, etc.

Pues bien, en esta última reunión, hemos dado un paso más en nuestro proyecto de consolidación de grupo de amigos yudocas o como se quiera llamar. Hemos empezado a organizarnos en torno a nuestros ideales e intenciones, sin más ánimo que seguir con estas reuniones pero dotándolas de más contenido. Esperamos poder ofrecer pronto algunos resultados (humildes resultados –no esperéis grandilocuencia alguna-) y alegrar un poco a la parroquia (por lo menos a la nuestra –que nadie se alarme-). En todo caso, tampoco creemos estar atacando a nadie por honrar, a nuestra peculiar manera, la memoria de José Luis de Frutos Molinero… ¡descanse en paz!

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