Nuestro curso de yudo marcha a las mil maravillas pese a los obstáculos mil que se nos tienden a nuestro paso. También nuestros yudocas entrenan con apasionamiento y coraje, a pesar de llevar tantas horas sobre sus espaldas, entre arrastrar pesados libros, estar sentados sin levantarse, pegarse madrugones de aúpa y soportar jornadas que no soportan ni los ministros.
Algunos de nuestros más jóvenes alumnos son dignos de elogio y por eso vamos a ello en este espacio público en el que damos relato a nuestras actividades.
Una forma de ir tomando el calor de nuestra actividad es el habitual recuento de YUS. Acabamos de recoger los del mes pasado (febrero) y empezamos a sacar ciertas conclusiones. Por ejemplo, que los niños del taller de yudo de la AMPA del CEIP Magerit son más aplicados en líneas generales. En la clase de Chiqui-yudo ya hay tres pequeñines que han conseguido entregar más de mil puntos: Erick Erce, David García y Daniel Serrano. Sin duda deben de ser los más destacados.
Pero es que en la clase de yudo infantil del mismo centro son diez los yudocas que ya han conseguido reunir más de mil YUS. Eso da idea de lo mucho que se implican en el proyecto educativo que tenemos en marcha. Los niños que han conseguido superar la cifra de los tres ceros son: Gonzalo Espinosa, Ariadna Gamito, Iván Hidalgo, Luis Hidalgo, Pau Inglés, Alejandro López, Javier Martínez, Javier Pérez, Adrián Rodelgo y Daniel Ruiz.
En cambio, en el TEBA del Julián Besteiro las cosas, lamentablemente no son de igual manera. Sólo un niño de la clase de chiqui-yudo (Edgar Calleja) ha conseguido reunir más de mil puntos. En la segunda clase, la de yudo infantil, las cosas son algo mejores. No en vano tenemos en esta clase un grupo de valiosos muchachos con las que ya venimos trabajando desde tiempo atrás y son excelentes yudocas con gran compromiso hacia el grupo y la actividad. Gracias a ello son seis los que han conseguido superar la cifra de los mil YUS. Marco Antonio Mingorance, Javier Moreno, Naira Pérez, Aharón Santamaría, José Alberto Santiago y Sergio Velarde, son los destacados. Y lo cierto es que la proporción de alumnos que ya han reunido más de 1.000 puntos es superior a la de sus homólogos del Magerit, pues en el Besteiro hay menos alumnos; todo hay que decirlo.
Ya que hemos señalado a algunos destacados y algunas diferencias entre un centro y otro también daremos algunas explicaciones. En el CEIP Magerit la implicación de los responsables de la AMPA es rayana en la perfección. Hasta nos echan una mano en la diaria colocación de las colchonetas. En cambio, en el Pabellón del Julián Besteiro son todo trampas, obstáculos y pegas. Para empezar, llevamos todo el año sin calefacción. Para sacar las 20 colchonetas del almacenillo nos encontramos cada día una nueva sorpresa en forma de obstáculo. Algún profesor de gimnasia se dedica a esconder las colchonetas en lo más recóndito del cuartucho y a colocar mil obstáculos para impedir un fácil acceso al material de yudo. Por otra parte tenemos a los vecinos de balonmano que son ago más que ruidosos. En cuanto aparecen es imposible dirigirse al alumnado si no es a base del procedimiento del grito pelao (nada pedagógico por otra parte). Mientras nosotros tenemos una actividad educativa ellos desarrollan una tarea lúdica y se nota. ¡Vaya que si se nota! Dejan pasar a los niños (asalvajados) sin monitor que les controle, incluso antes de su hora. Y, claro, llegan a la cancha dando gritos como si estuvieran en plena selva. Luego, las cosas no mejoran mucho cuando llegan os responsables y dejan pasar a padres, madres, abuelos… al recinto deportivo; pisoteando todo sin calzado adecuado, con carritos de bebés o paraguas mojados. Muy edificante todo.
Desde luego, el desarrollo de la actividad entre un colegio y otro es algo así como la diferencia entre la noche y el día. Bastante sufridos son nuestros yudocas para seguir soportando la situación. Donde en el Magerit se tarda apenas cinco minutos en colocar las colchonetas, en el Besteiro es fácil tardar veinte minutos a pesar de la generosa ayuda de alguna madre, siempre dispuesta a echar una mano. Y qué decir de los padres de nuestros yudocas. Todo un ejemplo de educación y filosofía oriental. Ni siquiera se les permite entrar al recinto público hasta que no salen los profesores y alumnos del contiguo colegio; así llueva, nieve o caiga el solano de Pepe Botero. Como si estuvieran apestados o entrasen en un club privado sin estar al corriente de pago. A todo esto, los responsables de la AMPA (en el Besteiro) cada vez que aparecen es para darnos una queja… (que si no les da tiempo a los niños del Besteriro a llegar a las 16:30 porque tienen que recorrer 200 mts. al no poder utilizar la puerta que comunica el centro con el pabellón, que si hay pocos niños del colegio en la actividad, que si la abuela fuma…)
Lástima de país de los estanques éste, en que nos ha tocado vivir a algunos lobos de mar, condenados a darle al remo como forzados, en una mierda de chalupa que hace aguas hasta por los amarres. ¡Tierra a la vistaaaaaaaa!
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