El 'Proyecto Futuro' encabezado por Don Francisco Valcárcel arrasa ante los candidatos independientes
El sábado, decíamos más arriba, iba a ser una singular
jornada para los yudocas madrileños así como para yu-yitsucas y otros
deportistas afiliados a la Federación Madrileña de Yudo. Así lo fue. Bien
tempranito se preparaba la mesa electoral para ir acogiendo a quienes
madrugaban para depositar su voto en la urna correspondiente. Cuatro opciones
había: Deportistas, Clubes, Técnicos y Árbitros.
Y vaya que si hubo madrugadores. A primera hora ya había una
buena cola de gente. Parecía el pesaje de algún campeonato. Por otra parte, la
sensación era lógica. En el mismo momento de celebrarse las elecciones y en el
mismo edificio se celebraba un campeonato de wu-shu; una forma de lucha de
origen chino a cuyos practicantes acoge la Federación Madrileña. Muy notable
que se celebrase dicha actividad contraviniendo el reglamento electoral y
también muy destacable que tantos deportistas de wu-shu se molestase en acudir
a votar. ¿Se hubieran tomado la molestia de desplazarse hasta Villaviciosa para
hacerlo en cualquier otra circunstancia? Meno mal que ninguno se equivocó y
acudiese a la cola en calzoncillos.
Con esa, llamémosla ‘ventajilla’, comenzaron unas elecciones
en que destacó la participación. Se nos ocurre que no podía ser de otra manera.
Algunos, como quien esto firma, llevábamos muchos lustros de democracia en el
país, pero esperando la oportunidad de ejercer el mismo derecho a la libre
elección dentro de la que se supone democrática institución de la Federación
Madrileña de Yudo.
El caso es que desde primeras horas de la mañana se
observaron largas filas de deportistas a la espera de que llegase el turno de
introducir la papeleta en la urna.
En nuestro caso, el esfuerzo de nuestros votantes fue
notable. De 15 posibles electores, 14 ejercieron su derecho. Sólo por eso
estamos enormemente agradecidos y orgullosos. Además, hay que señalar que hemos
dado una lección de democracia dado que para la gran mayoría de nuestros
votantes era la primera vez que se enfrentaban a una urna. Y esperemos que no
sea la última; que hayan entendido la importancia que tiene para nuestro
sistema el mantener el derecho al voto mediante la responsabilidad de ejercerlo
cada vez que corresponde.
El grueso de nuestro colectivo se organizó para acudir en
una sola tanda, ocupando un par de vehículos. Hay que aprovechar que nuestro
juvenil Sergio ya se ha sacado el carné y anda con ganas de manejar el coche de
su padre; todo un privilegio y una prerrogativa para nosotros.
Excursión a Parque
Europa
Al cumplir con el democrático precepto los nuestros
retornaron en dirección a Parla donde se había organizado una primera
concentración para acudir a Parque Europa en Torrejón de Ardoz. Era el premio
preparado para quienes participaron en la YU-Liga y una nueva actividad
deportivo-social que perseguía la finalidad de que los jóvenes yudocas tuvieran
ocasión de estrechar lazos de amistad con deportistas similares a ellos pero
representantes de otros clubes; en este caso del Rincón del Jiu-Jitsu.
Las encargadas de esta concentración, la profesora Cristina
y su hija, la monitora María, acudieron al lugar convenido. Pero una confusión
con las horas dio por resultado que no salieran al mismo tiempo que otros dos
vehículos que desde allí se movilizaron. El caso es que por fin se reunieron en
el merendero del torrejonero parque tres familias de yudocas junto a dos
docenas de deportistas del mencionado Rincón del Jiu-Jitsu. Poco después
también llegaría una cuarta familia parleña que no pudo acudir a compartir
almuerzo, pero que se reunió un poco más tarde con el grupo y, a la postre,
fueron los que más tiempo emplearon en su visita. Hasta se quedaron a ver el
espectáculo nocturno de luces de las fuentes cibernéticas.
Agradecemos pues el interés en secundar esta nueva actividad
a las familias de María y Andrés Sánchez (con Jesús y Paola), de Emma Sánchez
(con Ana y Félix), de Brandon y Naira Pérez (con Cristina y Javier) y de Edgar
Calleja (con Chus, Use y el chiquitín Dennis).
Jornada electoral
Entre tanto, en Villaviciosa se cerraba la votación con
puntualidad británica y se procedía al recuento de papeletas. Desde el primer
momento se sabía cuál iba a ser el resultado en ese sentido. Quizás por ello
debería ahora explicar el por qué de tan aparentemente suicida posición. Al
menos explicarlo en lo que a nuestra posición concierne. Otros quizás tuvieran
motivos diferentes. A ellos concierne sin duda explicarlos si es que así lo
estiman oportuno. Vamos con lo nuestro que llevamos mucho tiempo callados.
Como es sabido, nuestro club presentaba candidatura para
formar parte de la Asamblea en la que se votará al que será presidente de la
Federación Madrileña de Yudo. Lo que ahora se ha votado es el nombre y
apellidos de las cuarenta personas que tendrán ese derecho y la responsabilidad
de hacerlo en nombre de los cientos (miles) de personas que se tomaron la
molestia de acudir a votarles. En esa Asamblea una persona dirá que pretende
ser el presidente. Lo previsible es que lo haga Don Francisco Valcárcel del que
me dicen lleva en dicho cargo treinta y tantos años. De manera que también es
previsible que los otros 39 de la Asamblea den su voto y su confianza a Don
Francisco Valcárcel para otros cuatro años más en dicho cargo. Cabía la remota
posibilidad de que en dicha Asamblea se hubieran ‘colado’ algunos de los que
han pasado a llamarse durante este proyecto como ‘independientes’ (en realidad
opositores a dicho continuismo). Pero ni los más optimistas (¿ilusos?) pensaban
que podrían ‘colarse’ más de cuatro o cinco de estos independientes. Con lo que
el resultado en dicha Asamblea hubiera seguido siendo igual de apabullante.
¿Entonces para qué tanto sacrificio, tanta altanería, tanta obcecación?
Me voy a permitir hacer un paréntesis para los cinéfilos. También
para amenizar este largo escrito.
Ragtime
Hay una película del genial Milos Forman, Ragtime, que no me
quito de la cabeza en estos días, ni aún hoy que ya se han celebrado los
comicios. Quienes me conocen saben que puedo ser tan racista como chamán u
hotentote… o sea: nada. Por eso voy a relatar la escena de dicha película con
cierta libertad en aras del buen humor. Espero que no se me malinterprete como
suele suceder a menudo.
En Ragtime, o mejor en la novela homónima de E. L. Doctorow,
se narra, entre otras cosas, lo que acontece con un negro en los Estados Unidos
de América allá para 1906. Se trata de un pianista que va en su coche y unos
blancos racistas impiden su paso. El negrito, en un primer momento apela a su
derecho a la libre circulación y va extremando su posición pese a que las cosas
adquieren tintes dramáticos. Pasa a ser un simpático ciudadano de ‘color’ a un
puto negro obcecado. Es obvio que tanto en la novela como en la película la
situación se lleva al extremo. Pero, quizás por ello queda en evidencia que la
lucha del pianista no es una simple pataleta. Hay un análisis sutil de lo que
significa honor y cómo lo entienden algunas personas que tienen eso y muy poco
más; de lo que significa luchar por el derecho a ser respetado o a reclamar una
justicia que se postula ciega e igual para todos. A la luz de la historia que
ahora recuerdo es fácil reflexionar que, indudablemente, quien se decida por
tales principios y su consiguiente defensa a capa y espada, debe saber que le puede
salir muy caro. En la novela de Doctorow, quizás pérdida de vida, casi seguro
de paz y de comodidad hogareña.
Recogiendo las palabras de una crítica que he encontrado en
Internet cito a Fej Delvahe. “El empeño
por defender una causa justa, por muy pequeña o simple que parezca, conlleva
por lo general el adiós a una vida tranquila. Sólo a los descendientes o
aquellos que vengan más tarde, les cabrá la satisfacción de recoger los frutos
o la cosecha de libertades y reparaciones que el luchador trata de conseguir a
costa de dejarse la piel en ello”.
Tras este recuerdo a la película de Milos Forman debo añadir
que yo soy ese puto negro (con perdón). He llevado al extremo la defensa del
que considero un derecho y, encima, me quedaré con las ganas. Deseaba estar en
esa Asamblea en la que se elegirá al “nuevo-viejo” presidente y he llevado mi
posición a límites que muchos no han comprendido. A nadie voy a engañar.
Deseaba estar allí para decir que yo no estoy de acuerdo con el continuismo,
que son demasiados años para liderar una institución democrática por bien que
se haya hecho. Deseaba hacerlo sin tener clara una alternativa y, mucho menos,
planteándome como tal, porque no me considero capacitado. Y en ningún momento
me he escondido; tampoco he descalificado a nadie. No he sido ambiguo como lo
han sido amiguetes muy próximos a mí, ni tampoco he ahuecado el ala como hubiera
sido fácil o cómodo hacer… Como otros ¿Yo que gano en todo esto?
No tengo más intereses en mi Federación que dar de alta a
alumnos a los que animo a hacerlo (cerca de 200 este curso) y que las cosas
funcionen razonablemente bien. He colaborado en lo poco que he podido (o han
querido) y he sido crítico (a veces muy crítico) cuando me ha parecido que
había que serlo. Sus consecuencias ha tenido todo ello. He cometido miles de
errores y los seguiré cometiendo muy a mi pesar y en contra de mi voluntad.
Pero no por ello voy a dejar de ser como creo que debo de ser. Y no por ello me
veo deslegitimado para obrar como lo he hecho.
Del actual presidente en funciones, Don Francisco Valcárcel,
tengo que decir que es el mejor presidente que hemos tenido desde que tengo uso
de razón. Se me leerá con una sonrisa maliciosa porque en esa frase hay toda
una verdad, pero también mucha mala leche. Si lleva más de 30 años y yo tengo
52… Pero tengo que decir que a Don Francisco Valcárcel le considero un ‘animal
político-deportivo’ y eso lo digo sin ninguna ironía y como un verdadero
cumplido. Para empezar, el llevar las riendas de nuestro yudo durante tanto
tiempo es por algo. Paco, como siempre le hemos conocido familiarmente y me
estoy cuidando de evitar escribir, es un hombre conciliador. Sabe escuchar y le
he visto dirimir grandes enfrentamientos por el medio de reunir a las partes
enfrentadas y dejarlas hablar. Ha sabido tomar decisiones complejas dando gusto
a unos y otros o, al menos, equilibrando el disgusto entre todos los afectados en
un ejercicio de auténtico maquiavelismo (y esto sigue siendo un cumplido). No
estoy tan informado como algunos creen, pero ya peino canas y lo que sé lo
conozco porque lo he vivido. Algunos de los críticos más feroces acusan a Don
Francisco Valcárcel de tener a su lado a cierta gente; básicamente para seguir
siendo meridianamente claro, le acusan de haber ‘enchufado’ a sus familiares.
¿Y de quién se iba a rodear? Otra cosa pudiera ser el control que ejerza de sus
colaboradores. Pero yo ahí no me meto. Eso es cosa suya y ya sabrá él lo que
deba hacer y hasta dónde pueda o deba llegar.
Sí que me voy a referir a los que estuvieron a su lado y que
hoy son su ‘leal’ oposición –permítanme esta corrección política-. Sé que del
gimnasio Villaverde, que el dirigiera años y años, salieron muchos y grandes
yudocas y a nadie se le escapa que en algún momento y durante algún tiempo,
algunos de estos grandes yudocas formaron parte del, llamémosle, ‘equipo de
Paco’. Ignoro si dentro de este grupo de lo que he llamado ‘equipo de Paco’ hay
gentes que esté deseando un restablecimiento de un estatuto o posición. Creo
que no. Pero los azares de la vida o mi encabezonamiento (soy un puto negro,
¿recuerdan?) me han llevado a estar alineado en un bando frente al otro. Ya he
explicado el por qué estoy en contra del continuismo (casi por principios y
convicciones democráticas en las que creo firmemente), por lo que ahora explico
que tampoco me siento en ningún bando. No represento ninguna aspiración a
restaurar estatuto o posición alguna que jamás tuve. Rogaría pues no se me
identificara con bando alguno. Yo sí que soy independiente… ¡y así me va!
Otra cosa es que en este tiempo he tenido ocasión de cruzar
conversaciones con personas que apenas conocía. He sacado gratas sensaciones y
he escuchado juiciosos argumentos. No es que haya cambiado sustancialmente de
parecer, que uno ya no tiene edad de andar con esos líos. Pero me ha gustado
descubrir ponderación y mesura en lugares (personas) donde no esperaba
encontrarlos. Por otra parte, tampoco me ha decepcionado nadie. Todos estaban
en el ámbito donde sabía los iba a encontrar o en un entorno de escasos
milímetros. ¿Qué otra cosa íbamos a esperar a estas alturas?
Sí que estoy bien jodido y lo digo claramente con la falta
de valentía en el seno de un deporte que siempre ha sido de gentes bravas. Y ha
sido muy cerca de mi. Oigo a gente que consideraba todo un valor argumentar que
‘viven de esto’ y que se van a sacar no sé qué dan y que no les conviene ahora
ningún lío… ¡Cobardes! La próxima vez que vengáis a cuchichearme al oído tal o
cual situación os daré mi espalda como la habéis dado ahora vosotros cuando se
os pidió que acudieseis a votar (ni siquiera os pedí el voto para mí). A
algunos por los que yo he hecho algún que otro esfuerzo os ha supuesto un gasto
irreparable tomaros unas horas para desplazaros hasta Villaviciosa. Lo voy a
tener muy en cuenta cuando se os llene la boca acusaciones; entonces mi incuria
estará a la altura de la vuestra. ¡Mediocres! No lo habéis hecho ni por la
sagrada democracia que nos hace más humanos y regula nuestros comportamientos
en una sociedad más justa. No quiero cargar tintas porque estáis en vuestro
derecho y se supone que, como buen perdedor, debería cargar tintas contra los
vencedores. Pero me he tomado la libertad de adelantar algo de lo que va a ser
mi comportamiento en el futuro hacia los que andan a mi lado con coros y
estribillos. ¡Calientacamas!
No finalizaré sin agradecer, en una jornada tan rara (por
escasa y sin precedentes), el que muchos de los que compartieron conmigo tantas
horas siguieran teniendo tan buen humor como lo tuve yo. También quiero
recordar que la aplastante victoria de los candidatos que se presentaban bajo
el lema ‘Proyecto Futuro’ les legitima, le pese a quien le pese. Me considero
un profundo demócrata y, por tanto, apelo a todos a entender así el resultado
de la histórica jornada del yudo madrileño. Ha quedado claro lo que desea y
elige el yudo madrileño y así lo acepto yo mismo desde el primer momento. Por
ende, se habrá de aceptar el resultado final que tomará la Asamblea en fecha
cercana.
Pero el pianista de Ragtime se siente satisfecho porque en
lo sucesivo no será raro, ni extraño, ni traumático que se monten unas urnas y
acudan a votar los electores de la Federación Madrileña de Yudo (masivamente si
puede ser, pero sobre todo libremente y sin coacciones). En ese sentido,
repito, me siento más que satisfecho por la actitud de mi grupo que finalmente
vino en pleno.
Para despedirme quiero recordar que en democracia se debe
aceptar la decisión de la mayoría porque es la de todos o así hay que
entenderlo. Eso es de Perogrullo. Pero, lo que verdaderamente engrandece este
invento heleno para regular la vida en la polis no es que impere el deseo de la
mayoría; es que se respete a las minorías. Te lo dice el pianista de Ragtime.
¡Enhorabuena!
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