25.11.08

III Encuentro Nacional de Yudo para personas con alguna discapacidad









Nos llevamos un regalo de los que no se olvidan. Íbamos a participar en algo nuevo, pensando en echar una mano –ilusos- cuando nos vimos agraciados con una oportunidad de esas que te saltan al encuentro en la vida y te sientes afortunado de haber aprovechado.



Ya expliqué que mi amigo Pedro Rodríguez Dabauza me propuso tomar parte en un singular cursillo en el que él ya había participado anteriormente. Se trataba de impartir alguna técnica sencilla de yudo a un alumnado, también muy especial: el constituido por alumnos de Aspanias, la asociación burgalesa de padres y familiares de personas con discapacidad intelectual.

Era la tercera edición de una experiencia propuesta por José Manuel Arnáiz Zamanillo, que destaca por su propuesta, por su manera de llevarla a acabo y por su personalidad. Nos involucramos en ella en cuerpo y alma y, claro, a todo el que le comentábamos, quería tomar parte. De ese modo, de Madrid salimos, junto a Pedro R. Dabauza y quienes él había convocado directamente, los profesores Alberto Álvarez, Cristina Carbonell y Wladimiro Martín, junto a nuestro nuevo yudoca Rafael Carbonell, aquejado de graves complicaciones para su autonomía personal al haber sufrido un infarto cerebral en el momento de su nacimiento. Era todo un reto y estábamos como locos de ganas por que llegara el momento de saltar al tatami.

El traslado hasta Burgos se hizo en varios coches pues también salimos de Madrid con Fernando ‘Fredy’, David Moronta y Mónica, Javier Alumbreros, Manuel Rojas, José Luis de Antonio, Pedro Sanz y el propio Pedro Rodríguez. El viento era fortísimo, perolas carreteras y os coches de hoy día brindan mucha seguridad y son confortables, de manera que llegamos sin novedad al polideportivo de la Universidad de Burgos. Allí estaba dispuesto el tatami, que se quedó corto para la aceptación de esta llamada. Pero allí estaba también Julio calleja, presidente de la Federación Burgalesa quien prometió más colchonetas para futuras citas.

Como legamos con el tiempo justo para ayudar a Rafa Carbonell a ponerse su yudogui, fuimos directamente al tatami, y, tras una breve presentación, pasamos a lo que íbamos… a hacer yudo. Se encargo, tras el saludo, del calentamiento, nuestro compañero David Moronta, que estuvo magistral. Y no lo tenía fácil. A los niños de Aspanias se unía un nutrido grupo de alumnos de los que se encuadraría en ‘tercera edad’, todos mayores de 65 años de edad (y algunos bastante rebasada esta edad). David escogió juegos sencillos, sin violencia y de gran valor motriz. De este modo, se fue rompiendo el hielo y surgiendo las primeras sonrisas. Los profesores entendimos que, además de estar allí para enseñar alguna cosilla había que tomar parte activa en toda la clase. Enseguida empezamos a distribuir el trabajo que proponía David y a tomar contacto con el alumnado. Algunos empezaban a sentir curiosidad por los profesores y preguntaban por nuestros nombres, nuestra procedencia y muchas tras cuestiones.



Tras el calentamiento se empezó la ronda de explicaciones. No recuerdo muy bien quién fue el primero en explicar su técnica, creo que fue mi amigo José Luis de Antonio. Lo que recuerdo es que mientras los alumnos se ponían a practicar Pedro, que oficiaba de director, me propuso ser el siguiente en explicar algo sencillo. Le pedí unos minutos para hacer una prueba. Pensaba explicar una técnica sencilla de volteo cuando uke, entre las piernas de tori, le ataca con ambos brazos, como si fuera a agarrar el cuello. Pero quería ver si Rafa era capaz de mantenerse en el tatami, conmigo para explicarla técnica con él. Era un reto, pero se me ocurría que el efecto sería mayor al verse reconocidos los alumnos a los que me iba a dirigir en el uke que escogía (y que para colmo habíamos llevado desde Madrid).



La prueba fue buena y al salir a explicar la técnica de ne-uasa aproveché para ambientarla un poco. Mi narración se refirió a que los yudocas somos pacíficos incluso cuando nos atacan y, siempre que podemos, además de esquivar la fuerza, procuramos acabar siendo amigos de todo el mundo. Esta explicación me dio ocasión a mostrar cómo esquivar los brazos de uke hacia un lado para poder abrazarle y mostrar lo cariñosos que podemos ser los yudocas incluso al repeler un ataque.



La demostración la pude realizar un par de veces (para que la vieran desde los dos lados, todos pospresentes) y conté con la ayuda de Álvaro Balda, el yudoca riojano que también acudió al evento, junto a su padre.

Tengo que decir que antes explicaba que, a todo e que le comentaba el proyecto quería embarcarse en él. También fue el caso de mi amigo José Luis Balda al que, cuando le comenté dónde iba a ir y a qué, no dudó en involucrarse. Se acercó desde Logroño, con su hijo Álvaro y participaron activamente en el cursillo, además de registrar todo en un reportaje fotográfico del que rento tendremos constancia. De momento, las fotos que os dejamos por aquí y las del álbum que hemos alojado en la Red, las tomó la profesora Cristina Carbonell.



Dos largas horas de yudo y… como si nada

Lo que más me sorprendió fue el comportamiento de los niños (DI) sobre el tatami. Estuvieron muy receptivos en todo momento y eso que el tiempo iba pasando. Enseguida me di cuenta de que esos yudocas tan especiales, también tienen un profesor muy especial. Antes de acudir a Burgos me informé en Internet sobre el promotor de la idea, sobre la asociación convocante y descubrí un montón de cosas sorprendentes. Para empezar, José Manuel Arnáz es sólo primer dan de yudo (y parece que con eso le alcanza y sobra). Este detalle no debería asar desapercibido a tanto maestro que nos rodea. Pero, además, el currículum de José Manuel es sorprendente y su actividad encomiable. Se puede consultar en la página de judo mental y merece la pena hacerlo.



Cuando le expresé mi sorpresa por la paciencia de los muchachos y su saber estar le felicité por tratarse sin duda de su labor paciente y su saber hacer. Sonrió y me aclaró que algunos de aquellos yudocas, para colmo, era hiperactivo.

Una de las últimas demostraciones la realizó Fredy, a quien hacía mucho tiempo que no veía. Tuvo el gesto de escogerme de uke y permitirme hacer alguna broma cuando me indicó que le atacara para deshacerse de mi abrazo por el famoso empujón con un dedo sobre la base de la nariz. Os niños entendieron mi broma y se lo pasaron muy bien.



A comerrrrr

Finalizado el cursillo pudimos echar una mano a recoger las últimas colchonetas, tras ayudar a Rafa a desprenderse de su yudogui restado y abrigarse bien, que la mañana estaba fresquita. Del polideportivo nos fuimos a la Avenida de los Reyes católicos donde teníamos concertada la comida a la que nos invitaron los anfitriones. Comimos de maravilla en el restaurante del Hotel Ritz y, tras los cafés y las despedidas, cada mochuelo se fue a su olivo, como se suele decir. Bueno, antes, hay que decir que un nutrido grupo de yudocas comieron y celebraron una especie de reunión que habrá de fructificar en una nueva gran empresa de la que pronto, muy pronto, podremos pasar a informar. Creemos que estamos ante el nacimiento de una gran idea de la que se van a poder beneficiar todos nuestros alumnos. Sólo os pedimos un poco de paciencia para poder confeccionar todo de manera que hagamos una presentación adecuada, como merece el tema.

1 comentario:

  1. UNA PENA NO HABER PODIDO ESTAR CON VOSOSTROS EL AÑO QUE VIENE NO ME LO PIERDO , PALABRA
    UN ABRAZO
    LORENZO

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