Regresamos algo cansados pero mereció
La partida fue temprano en la mañana del sábado día 1 de noviembre. Desde la puerta del Polideportivo Castillejos partimos en tres vehículos cinco adultos y seis niños (casi todos yudocas). Marco Antonio, nuestro guía, llevaba en su furgoneta a David Monforte, que acompañaba a
La carretera estaba despejada y llegamos a la hora prevista a Lanzahita. Aprovechamos para subir a la casa el equipaje que no íbamos a necesitar y encender los radiadores para encontrar más cálido el ambiente, por
Llegando al pueblo de Guisando se puede seguir en coche 4 Km. más al Norte, hasta la plataforma del Nogal del Barranco, donde termina
Como no había prisa ninguna ni teníamos metas impuestas ni marcas que batir, la marcha se adaptó a las necesidades del grupo. Nuestra intención inicial era la de medir las fuerzas para ver si llegábamos al refugio que se encuentra a 1.300 m. de altitud. Pero nos quedamos a unos metros, en una pequeña abertura de la pista, donde dimos buena cuenta de nuestros víveres y desde donde pudimos divisar el refugio Victory (con prismáticos). No fue lo único que divisamos. También comenzamos a ver multitud de cabras (muchas eran crías jóvenes). Estábamos en plena pitanza cuando dos machos de ampulosa cornamenta pasaron muy cerca de nuestro improvisado campamento. Dieron un pequeño rodeo muy cerca de nosotros y ascendieron en pocos minutos a cotas mucho altas de las que nosotros habíamos conseguido ollar. El espectáculo de la naturaleza, como siempre, volvió a ser sobrecogedor para nuestro grupo, a fin de cuentas, compuesto por ciudadanos de grandes urbes.
Cuando por fin bajamos a los coches notamos un curioso cosquilleo en las piernas que avisaban de que la caminata no había sido en balde (nuestros músculos habían estado un buen rato en acción). Ya cada cual en el coche que le correspondía bajamos a Guisando donde tomamos unos refrescos y los niños pudieron comprobar lo ariscos que eran los autóctonos de edades parecidas a las suyas.
Desde Guisando partimos hacia Lanzahita donde subimos a la casa a ir tomando posición (los niños) o alguna infusión (los adultos). A media tarde, tras animada charla, Raquel, Jesús, Yoli y Marco Antonio se despidieron para regresar hacia Parla.
Estamos en Halloween; estamos en pleno Valle del Tiétar
Quedaba mucha tarde y mucha noche por delante. Los niños andaban excitados ante las posibilidades que eso ofrecía, sin la presencia de sus padres, todos juntos y en plena celebración de Todos los Santos. Enseguida preguntaron por el lugar en que se encontraba el cementerio. Pidieron permiso para recorrer el pueblo y se organizaron de manera que, tras ducharse y asearse, fueron a dar un paseo. Al rato coincidimos con ellos en una cafetería en la que se encontraban jugando una partida en una máquina que proponía preguntas y respuestas. Pronto saltaron alborozados porque en la máquina había que buscar una serie de deportes y uno de ellos era el yudo (yudo con i griega). Luego acabamos en un pub en el que dimos cuenta de unas estupendas pizzas 'caseras' y algunos refrescos. Mereció la pena la larga espera hasta que la cocina dio por listas las tortas de origen italiano.
Finalmente, pidieron dar un paseo más, que no fue muy largo. Seguramente, la fatiga de tan agitada jornada empezó a aplacar los ánimos de encontrar ánimas y los chicos se retiraron a una hora bastante prudente a
Por la mañana, ya levantados todos, costó un poco organizarse para desayunar y recoger las cosas. Luego, tenemos que agradecer la inestimable colaboración del padre de David Monforte que se tomó la molestia de acudir hasta Lanzahita desde Parla para facilitar el regreso. Lo previsto, dado que se habían marchado la tarde anterior dos conductores con sus vehículos, era dividir el grupo y que tres muchachos viajaran en autocar hasta Méndez Álvaro. No hizo falta al presentarse el padre de David en Lanzahita, antes de las diez de
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