Qué bien lo hemos pasado
Sonia y José Manuel Sieiro, Itziar Sánchez, Daniela Bivolaru, Miguel Serrano, Alex Agudo, Adrián Calleja, Paco Hidalgo, Adrián Rodrigo, Salvador Rodrigo, Raúl Abial, Cristina y Wladi
Lo pasamos en grande y llegamos todos a casa realmente fatigados. Ha sido un fin de semana muy intenso con muchas anécdotas y mucho deporte. La concentración con los componentes de nuestros equipos infantiles y cadete clasificados para la final del Peralta ha sido un éxito. También es cierto que no pudieron participar en ella algunos de los integrantes de estos equipos, pero se aprovechó para invitar a otros compañeros que mostraron interés en el proyecto (Alex y Miguel).
Como estaba previsto se salió de Parla en varios grupos. Sonia y José Manuel tuvieron que acudir en autocar, acompañados por Raúl. Cristina levó en su coche a los hermanos Rodrigo (Salvador y Adrián), junto con Alex y Miguel. Entre tanto, el ‘profe’, al acabar la última clase se duchó en un momentito y salió de Parla a las 20:30 con Paco, Adrián Calleja, Itziar y Daniela.
Los coches de los profesores llegaron casi a la vez y dio tiempo a organizar al grupo para acudir a esperar la llegada de los compañeros que venían en el autocar. Luego, antes de la cena se organizó un paseo y un partidillo a la luz de la luna. Había que templar la fogosidad de nuestros deportistas. Tras la cena, todos muy nerviosos, se organizaron, como pudieron en las habitaciones de la casa. La noche parecía interminable entre risotadas y conversaciones, pero…
Lo primero futin. Empezó a clarear y no tardó el ‘profe’ en despertar a todos para salir a hacer futin. Raúl se puso a correr como un gamo por las cuestas que llevan hacia el puente de la centralita en un paraje muy bonito donde paramos para hacer una tabla de ejercicios y carreras. La sesión fue muy completa y la vuelta se dejó ‘libre’ El que quiso corrió para desayunar cuanto antes y, los más fatigados, pasearon hasta la casa, sin prisas.
Como estaba previsto se salió de Parla en varios grupos. Sonia y José Manuel tuvieron que acudir en autocar, acompañados por Raúl. Cristina levó en su coche a los hermanos Rodrigo (Salvador y Adrián), junto con Alex y Miguel. Entre tanto, el ‘profe’, al acabar la última clase se duchó en un momentito y salió de Parla a las 20:30 con Paco, Adrián Calleja, Itziar y Daniela.
Los coches de los profesores llegaron casi a la vez y dio tiempo a organizar al grupo para acudir a esperar la llegada de los compañeros que venían en el autocar. Luego, antes de la cena se organizó un paseo y un partidillo a la luz de la luna. Había que templar la fogosidad de nuestros deportistas. Tras la cena, todos muy nerviosos, se organizaron, como pudieron en las habitaciones de la casa. La noche parecía interminable entre risotadas y conversaciones, pero…
Lo primero futin. Empezó a clarear y no tardó el ‘profe’ en despertar a todos para salir a hacer futin. Raúl se puso a correr como un gamo por las cuestas que llevan hacia el puente de la centralita en un paraje muy bonito donde paramos para hacer una tabla de ejercicios y carreras. La sesión fue muy completa y la vuelta se dejó ‘libre’ El que quiso corrió para desayunar cuanto antes y, los más fatigados, pasearon hasta la casa, sin prisas.
Algunos no pudieron con los abdominales
Tras el desayuno llegó el tiempo del aseo y de la recogida de habitaciones y equipajes. Poco después caminamos hasta las pistas deportivas del pueblo donde se practicó una tablita de estiramientos, unas series de ejercicios de carga relacionados con el yudo y, acto seguido, se organizaron dos equipos para jugar un partidillo de un deporte muy curioso que se juega con los pies y no con las manos. Se rata de un juego que gustó a los chicos pese a ser muy poco practicado en este país y que inventaron hace muchos años los ingleses. De hecho se le conoce por el nombre que los ingleses pusieron a este deporte: foot ball. ¿No sé si habrán oído Uds. hablar de él? El caso es que a los chicos les gustó y hasta el profesor se animó a dar unas carreritas tras el dichoso balón.
Finalizado el partido de balompié se dejó tiempo para que cada cual se organizara en el deporte o actividad que prefiriera: frontón lanzamiento de disco (‘frisby’), carreras…
A comer como lobos. En todo tipo de campamento, concentración o excursión, el momento de la comida es crucial. Si está bien se olvida, si no está bien siempre se recuerda. En esta ocasión hay que felicitar a la cocinera Cristina que nos atendió con paciencia y eficacia. Recurrió a alimentos ricos en fibras e hidratos de carbono, lo que nos ayudó a soportar la carga física del fin de semana. Lo que sí hay que reseñar es que los muchachos no dejaron de comer en casi ningún momento. Cuando no estaban sentados a la mesa, se las arreglaban para sacar de un bolsillo o de donde fuera, caramelos, chocolate, patatas fritas o cualquier clase de fruto seco o golosina. ¡Increíble!
Tarde de paseo. Después de tanto ejercicio se decidió que la tarde debería de ser diferente. De esa manera se organizaron desplazamientos hasta Arenas de San Pedro donde se hicieron diferentes fotos aprovechando los monumentos y edificios de la singular población que se encuentra al pie del macizo de Gredos. Algunos pasaron a echar un vistazo al castillo y otros bajaron a ver el puente romano sobre el río. Pero, enseguida, se mostró interés por andar por libre para poder entrar en algún ‘ciber’ o en alguna sala de juegos recreativos. Los ‘profes’ aprovecharon para recargar agua en garrafas ya que, ante las obras que se vienen realizando en la presa de Lanzahita nos recomendaron no beber del grifo. Entonces llegó una anécdota que protagonizó Miguel.
Un poco harto de algunas bromas de los compañeros se alejó del resto y acabó deambulando por el pueblo un buen rato sin compañía alguna. Como estamos en la era de la comunicación, enseguida hubo llamadas de teléfono y la cosa se solucionó tras unos momentos. El sustillo quedó en anécdota.
Nadie sale de paseo. Cómo andaríamos de cansado tras la cena que nadie salió a pasear por el pueblo. Las fuerzas empezaban a mermar y eso se unió a una historia de casas abandonadas que se le ocurrió al ‘profe’, para socavar las exiguas energías de nuestros muchachos. No sabemos si fue para bien o para mal. Lo que se ganó teniendo recogidos a los chicos se perdió dejándoles recuperar sus minadas fuerzas y… la noche también se estiró un poco hasta que cayeron profundamente dormidos.
Antes de irse a la cama, hay que recordar que se dejó tiempo para estudiar un poco y, para los demás se organizó un taller. La mayoría se reunió junto al pref. Y se confeccionaron una libreta de fantasía que les servirá de recuerdo de la concentración. Otros prefirieron seguir jugando al dominó a la oca o a las cartas.
El domingo más. Como parecía que había que dar un poco de margen, el profe, pese a que se levantó muy temprano dejó al grupo dormir un poco más. Un poco, porque enseguida, empezaron a oírse voces. Así es que hubo de darse la voz de… ¡futin!
A las 8:30 ya estaban todos reunidos en la calle dispuestos a volver a correr hacia el mismo punto en que el día anterior se había organizado una sesión de trabajo físico. Esta vez las carreras fueron menos ágiles y algunos tardaron el doble de tiempo en llegar. Pese a todo el ‘profe’ no tuvo demasiada compasión. Tras los ejercicios de estiramiento se practicaron los cuatro primeros grupos del ‘kokumin tai yu’. Luego, se organizaron series de ‘transportes’ individuales y por parejas. Tras eso, llegaron algunos ejercicios de musculación individuales y por parejas. Finalmente, como el día anterior, se hicieron diferentes grupos tratando de igualar a los muchachos para organizar carreras de velocidad (muy cortas). Las 10 series pusieron punto final a la sesión matinal y dieron paso a la vuelta ‘libre’. En esta ocasión, salvo Paco y José Manuel, que salieron disparados como galgos, el resto volvió en grupo paseando y charlando bajo los pinos.
Otro partido de eso que llaman fútbol. Tras el desayuno volvimos a las pistas deportivas. Se volvieron a organizar dos equipos y echó a rodar la pelota. Los chicos estaban más ‘perros’ que Rin Tin Tín. El ‘profe’ se tuvo que enfadar y recordar que, en realidad, no estaban jugando n partido de fútbol, sino en una sesión de trabajo físico. Pero le oían sin escuchar. Sólo Adrián corría de un lado a otro como un gamo.
Algunos salían de la cancha sin avisar a compañeros o profesor y se acercaban a la fuente a beber agua. Otros preguntaban cuándo se acababa el partido. El ‘profe’ acabó dando dos gritos y se empezaron a dar cuenta de que había que correr o aquello iba para largo. En lugar de permitir que el partido acabara al marcar uno de los equipos 10 goles, el ‘profe’ dijo que se jugaría hasta las 12:00. Faltaban 20 minutos. Luego, como algunos insistían en beber, se les ofreció que si marcaban una determinada diferencia de goles podrían hacerlo. Por otra parte, se hicieron algunos cambios y se consiguió que parecía imposible. Los chicos se pusieron a jugar con interés e intensidad. Al final el partido concluyó cuando (tras empatar el equipo que iba remontando) uno de los dos marcó el gol de diferencia y se apresuró a recoger su premio: beber agua. Esta sencilla experiencia tal vez sirva en el futuro a estos niños acostumbrados a tener de todo. Aprendieron que el esfuerzo les lleva a satisfacer necesidades. El premio a un esfuerzo importante no era un play station, ni un regalo, ni un juguete: era beber agua.
Esto se acaba. Al llegar a casa, algunos se refrescaron un poco, otros se pusieron a jugar al parchis o a la oca y la mayoría se fue a dar un paseo por el pueblo. Aún no habían visto los caballos, gallinas y burros de algunas fincas. Tampoco habían tenido ocasión de recorrer el laberíntico trazado de Lanzahita en cuyo centro el Ayuntamiento se asoma a una plaza con clara vocación de coso taurino (tiene hasta gradas, vestuarios y burladeros).
A la hora convenida se volvió a la casa a comer puré de patatas (en grandes cantidades; ¡qué éxito!), varitas de merluza y calamares. Sólo el ‘profe’ comió ensalada de tomates y es que estos chicos no gustan de comer fruta o verdura. Ni siquiera hicieron mucho caso a los yogures. En cambio, en el fin de semana se gastaron 15 litros de lecho y éramos 13 personas. Bueno, por un fin de semana no pasa nada. Además, estaba claro que buscaban glucosa por todas partes.
Últimas bromas en el viaje de vuelta. Todavía hubo tiempo de recoger el equipaje, bajarlo al coche y dar un último paseo por el pueblo. Algunos renunciaron a la caminata de tanta fatiga que tenían encima. Finalmente llegó el momento de organizar los coches para el regreso y de acompañar a quienes regresaban, en esta ocasión, en autocar. Poco después, recogíamos a los compañeros en la estación de autobuses y nos dirigíamos a Parla. Al llegar, ya estaban los padres de nuestros yudocas esperando. Suponemos que se tirarían mucho tiempo oyendo el relato de nuestras muchas aventuras.
Nosotros ya hemos dado nuestra crónica y nos quedamos con as palabras de algunos de los chicos: ¡esto hay que repetirlo! Claro que algunos añadían: ¡Sí!, pero sin futin.
La próxima con los mangas verdes y rojas. Aprovechamos para recordar que el próximo fin de semana (días 1 y 2 de diciembre) les toca el turno a los mangas verdes y rojas. Ya tenemos dos inscritos, dos que nos confirman hoy o mañana si acuden y otros cuatro que han mostrado mucho interés. Sabemos que hay algunos más a falta de tomar la decisión. Sólo podemos echar una mano a los indecisos recordando que si no hay 5/6 inscritos suspenderemos la excursión. Y también queremos informar de la decisión que hemos tomado de limitar las plazas. Sólo hay ocho plazas para la excursión de mangas verdes y rojas. Animaros que los compañeros mayores lo han pasado en grande.
Finalizado el partido de balompié se dejó tiempo para que cada cual se organizara en el deporte o actividad que prefiriera: frontón lanzamiento de disco (‘frisby’), carreras…
A comer como lobos. En todo tipo de campamento, concentración o excursión, el momento de la comida es crucial. Si está bien se olvida, si no está bien siempre se recuerda. En esta ocasión hay que felicitar a la cocinera Cristina que nos atendió con paciencia y eficacia. Recurrió a alimentos ricos en fibras e hidratos de carbono, lo que nos ayudó a soportar la carga física del fin de semana. Lo que sí hay que reseñar es que los muchachos no dejaron de comer en casi ningún momento. Cuando no estaban sentados a la mesa, se las arreglaban para sacar de un bolsillo o de donde fuera, caramelos, chocolate, patatas fritas o cualquier clase de fruto seco o golosina. ¡Increíble!
Tarde de paseo. Después de tanto ejercicio se decidió que la tarde debería de ser diferente. De esa manera se organizaron desplazamientos hasta Arenas de San Pedro donde se hicieron diferentes fotos aprovechando los monumentos y edificios de la singular población que se encuentra al pie del macizo de Gredos. Algunos pasaron a echar un vistazo al castillo y otros bajaron a ver el puente romano sobre el río. Pero, enseguida, se mostró interés por andar por libre para poder entrar en algún ‘ciber’ o en alguna sala de juegos recreativos. Los ‘profes’ aprovecharon para recargar agua en garrafas ya que, ante las obras que se vienen realizando en la presa de Lanzahita nos recomendaron no beber del grifo. Entonces llegó una anécdota que protagonizó Miguel.
Un poco harto de algunas bromas de los compañeros se alejó del resto y acabó deambulando por el pueblo un buen rato sin compañía alguna. Como estamos en la era de la comunicación, enseguida hubo llamadas de teléfono y la cosa se solucionó tras unos momentos. El sustillo quedó en anécdota.
Nadie sale de paseo. Cómo andaríamos de cansado tras la cena que nadie salió a pasear por el pueblo. Las fuerzas empezaban a mermar y eso se unió a una historia de casas abandonadas que se le ocurrió al ‘profe’, para socavar las exiguas energías de nuestros muchachos. No sabemos si fue para bien o para mal. Lo que se ganó teniendo recogidos a los chicos se perdió dejándoles recuperar sus minadas fuerzas y… la noche también se estiró un poco hasta que cayeron profundamente dormidos.
Antes de irse a la cama, hay que recordar que se dejó tiempo para estudiar un poco y, para los demás se organizó un taller. La mayoría se reunió junto al pref. Y se confeccionaron una libreta de fantasía que les servirá de recuerdo de la concentración. Otros prefirieron seguir jugando al dominó a la oca o a las cartas.
El domingo más. Como parecía que había que dar un poco de margen, el profe, pese a que se levantó muy temprano dejó al grupo dormir un poco más. Un poco, porque enseguida, empezaron a oírse voces. Así es que hubo de darse la voz de… ¡futin!
A las 8:30 ya estaban todos reunidos en la calle dispuestos a volver a correr hacia el mismo punto en que el día anterior se había organizado una sesión de trabajo físico. Esta vez las carreras fueron menos ágiles y algunos tardaron el doble de tiempo en llegar. Pese a todo el ‘profe’ no tuvo demasiada compasión. Tras los ejercicios de estiramiento se practicaron los cuatro primeros grupos del ‘kokumin tai yu’. Luego, se organizaron series de ‘transportes’ individuales y por parejas. Tras eso, llegaron algunos ejercicios de musculación individuales y por parejas. Finalmente, como el día anterior, se hicieron diferentes grupos tratando de igualar a los muchachos para organizar carreras de velocidad (muy cortas). Las 10 series pusieron punto final a la sesión matinal y dieron paso a la vuelta ‘libre’. En esta ocasión, salvo Paco y José Manuel, que salieron disparados como galgos, el resto volvió en grupo paseando y charlando bajo los pinos.
Otro partido de eso que llaman fútbol. Tras el desayuno volvimos a las pistas deportivas. Se volvieron a organizar dos equipos y echó a rodar la pelota. Los chicos estaban más ‘perros’ que Rin Tin Tín. El ‘profe’ se tuvo que enfadar y recordar que, en realidad, no estaban jugando n partido de fútbol, sino en una sesión de trabajo físico. Pero le oían sin escuchar. Sólo Adrián corría de un lado a otro como un gamo.
Algunos salían de la cancha sin avisar a compañeros o profesor y se acercaban a la fuente a beber agua. Otros preguntaban cuándo se acababa el partido. El ‘profe’ acabó dando dos gritos y se empezaron a dar cuenta de que había que correr o aquello iba para largo. En lugar de permitir que el partido acabara al marcar uno de los equipos 10 goles, el ‘profe’ dijo que se jugaría hasta las 12:00. Faltaban 20 minutos. Luego, como algunos insistían en beber, se les ofreció que si marcaban una determinada diferencia de goles podrían hacerlo. Por otra parte, se hicieron algunos cambios y se consiguió que parecía imposible. Los chicos se pusieron a jugar con interés e intensidad. Al final el partido concluyó cuando (tras empatar el equipo que iba remontando) uno de los dos marcó el gol de diferencia y se apresuró a recoger su premio: beber agua. Esta sencilla experiencia tal vez sirva en el futuro a estos niños acostumbrados a tener de todo. Aprendieron que el esfuerzo les lleva a satisfacer necesidades. El premio a un esfuerzo importante no era un play station, ni un regalo, ni un juguete: era beber agua.
Esto se acaba. Al llegar a casa, algunos se refrescaron un poco, otros se pusieron a jugar al parchis o a la oca y la mayoría se fue a dar un paseo por el pueblo. Aún no habían visto los caballos, gallinas y burros de algunas fincas. Tampoco habían tenido ocasión de recorrer el laberíntico trazado de Lanzahita en cuyo centro el Ayuntamiento se asoma a una plaza con clara vocación de coso taurino (tiene hasta gradas, vestuarios y burladeros).
A la hora convenida se volvió a la casa a comer puré de patatas (en grandes cantidades; ¡qué éxito!), varitas de merluza y calamares. Sólo el ‘profe’ comió ensalada de tomates y es que estos chicos no gustan de comer fruta o verdura. Ni siquiera hicieron mucho caso a los yogures. En cambio, en el fin de semana se gastaron 15 litros de lecho y éramos 13 personas. Bueno, por un fin de semana no pasa nada. Además, estaba claro que buscaban glucosa por todas partes.
Últimas bromas en el viaje de vuelta. Todavía hubo tiempo de recoger el equipaje, bajarlo al coche y dar un último paseo por el pueblo. Algunos renunciaron a la caminata de tanta fatiga que tenían encima. Finalmente llegó el momento de organizar los coches para el regreso y de acompañar a quienes regresaban, en esta ocasión, en autocar. Poco después, recogíamos a los compañeros en la estación de autobuses y nos dirigíamos a Parla. Al llegar, ya estaban los padres de nuestros yudocas esperando. Suponemos que se tirarían mucho tiempo oyendo el relato de nuestras muchas aventuras.
Nosotros ya hemos dado nuestra crónica y nos quedamos con as palabras de algunos de los chicos: ¡esto hay que repetirlo! Claro que algunos añadían: ¡Sí!, pero sin futin.
La próxima con los mangas verdes y rojas. Aprovechamos para recordar que el próximo fin de semana (días 1 y 2 de diciembre) les toca el turno a los mangas verdes y rojas. Ya tenemos dos inscritos, dos que nos confirman hoy o mañana si acuden y otros cuatro que han mostrado mucho interés. Sabemos que hay algunos más a falta de tomar la decisión. Sólo podemos echar una mano a los indecisos recordando que si no hay 5/6 inscritos suspenderemos la excursión. Y también queremos informar de la decisión que hemos tomado de limitar las plazas. Sólo hay ocho plazas para la excursión de mangas verdes y rojas. Animaros que los compañeros mayores lo han pasado en grande.
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