6.9.08

Seminario de reciclaje de profesores de yudo Método R. Ortega de Yudo Total

Parece que septiembre y el calendario, al fin, se han puesto de acuerdo y nos recuerdan que comienza un nuevo curso. Los escolares y estudiantes aún apuran días de asueto, entre matrículas, ir encargando libros y buenas dosis de holganza. Ya llegará el momento de rendir a tope en las múltiples actividades que acometen, hoy día, la mayoría de nuestros jóvenes. Entre tanto los profesores andan ultimando sus programas, sus previsiones, sus prospecciones.

Rafael Ortega es de esos maestros que aprovechan su descanso anual para pasar más tiempo con los suyos (cada vez más –enhorabuena Rafa y Puri-), así como para volver a ajustar programas, comprobar la eficacia de lo impartido, cotejar agendas y valorar resultados. Todo ese trabajo lo lleva a cabo como cualquier honrado profesor, educador, maestro, pedagogo o entrenador que se precie. Luego, hace otra cosa que es lo más interesante de toda esta historia… lo comparte.

Es todo un honor y un lujo estar en ese momento en el grupo de profesores que impartimos clases de nuestro deporte con el Método R. Ortega de Yudo Total. Cada año, por estas fechas, antes del comienzo oficial del curso escolar (y por tanto de las clases de yudo infantiles) los profesores de este grupo se reúnen y hacen balance: objetivos-resultados. Además, discuten sobre el programa técnico y sobre la programación del curso, que ya tienen pergeñada, mes a mes, semana a semana.

La mañana del pasado viernes día 5 de septiembre fue de las aprovechadas al máximo. Recibimos en el gimnasio Banzai la visita de José Navalpotro, psicopedagogo especialista en la actividad física en relación con el niño. Nos recordó, por ejemplo las principales leyes del crecimiento (próximo-distal y céfalo-caudal) a la que sometemos escrupulosamente nuestro programa técnico… y también nuestros juegos.

El profesor en psicomotricidad y psicología deportiva también nos recordó que todo lo que enseñamos y practicamos en nuestras clases debe recordar cinco ámbitos básicos: el esquema corporal o conocimiento del cuerpo, la lateralidad, el tono muscular o la postura, el equilibrio y la coordinación.

La charla fue amplificada con ejemplos y aprovechamos para recordar que nuestro amigo Navalpotro no sólo pasa por ser un experto en su terreno científico, también fue futbolista profesional, ahora es corredor de fondo y siempre ha sido un excelente yudoca, por mucho que el presuma de haberse llevado tantos batacazos.

Somos gente de honor

A todo el caudal científico que volvió a aportarnos el profesor Navalpotro hay que añadir algunas singulares palabras. Ya conocemos a ‘Pepe’ desde hace muchos años. Asistimos a campamentos con él (Calarreona, creemos recordar ahora) y asistimos a sus seminarios en los cursos de la ANPEJ (por ejemplo en Sevilla hace más de una década). Pero siempre es interesante que te refresquen la memoria en cuestiones que no son propiamente del yudo, pero que tanto tienen que ver con el yudo. ¿De qué otro modo podríamos presumir de tener una programación científicamente adaptada a las etapas del crecimiento neurovegetativo del niño al que se destina?

Decíamos que Navalpotro llegó un momento en que varió sensiblemente su discurso y nos recordó la RESPONSABILIDAD que tenemos los alumnos de Rafael Ortega (máxime los dedicados a la enseñanza y aún más los que seguimos su metodología). Navalpotro, rememorando sus orígenes futbolísticos, nos recordó que hay un legado Hristo Stoichkov y un legado Emilio Butragueño. Utilizó la imagen para hacer hincapié en lo que uno debe estar dispuesto a aceptar cuando pertenece a una ‘familia’ de yudocas, en este caso, como la encabezada por Rafael Ortega en tándem con Purificación Polo.

Claro que Navalpotro habló de responsabilidad y nosotros añadimos lo de honor. Somos gente de ideas, convicciones y aceptamos la responsabilidad que, en este caso, se torna liviana por el honor que comporta. Tenemos claro que se nos ha de juzgar, quizás individualmente en ocasiones, pero siempre como colectivo. Es decir, que siendo como somos minoría, nuestros aciertos y fallos se criticarán como aciertos y fallos del grupo, del colectivo. Somos los del yudo con ‘i griega’, por ejemplo. Es curioso que la forma correcta de escribir nuestro deporte (en castellano) haya llegado a ser una especie de marca o logotipo para nosotros, para nuestro grupo o equipo. (… no es la única diferencia).

La semántica de las palabras de yudo

Hablando de palabras…

En esta primera sesión de nuestro reciclaje profesional asistimos a la conferencia del psicopedagogo Navalpotro, pero hubo ocasión, también de debatir multitud de cuestiones interesantes relacionadas con nuestro deporte. Este punto es interesante porque muchos colegas han llegado a pensar o insinuar que somos un grupo muy cohesionado (casi una secta) desconociendo el trabajo de debate, discusión y contraste que hay detrás de todo.

Una de las intervenciones más interesantes la propició Puri que es hoy día la mayor experta en yudo infantil y su enseñanza. Nos volvió a recordar Puri lo importante que es tener claros ciertos conceptos y, por tanto, desterrar ciertas palabras. Insistió Puri en que los niños van a jugar (a yudo) y aprenden jugando, lo mismo que crecen, se hacen fuertes, se tornan habilidosos, maduran… JUGANDO.

Es curioso que teniendo todos claro lo que nos recordaba Puri aún acudimos a palabras ‘comprometidas’ para definir aspectos de nuestra enseñanza. Hace décadas que rehuimos de convocar a una ‘COMPETICIÓN porque sabemos que lo sensacional es que nuestros yudocas acudan a un ‘ENCUENTRO’. También procuramos desterrar ‘campeonato’ (porque en la palabra campeón sólo cabe uno) y buscamos la de FESTIVAL que remite a lo festivo (donde todos se lo pasan bien).

Ha de quedar claro lo que se le dice a un niño (y a sus padres), porque tendremos que responsabilizarnos de lo que hemos dicho; de nuestra palabra (y esto lo dice el que suscribe que confía tanto en la palabra como para haberse volcado en el psicoanálisis durante casi un lustro).

Otra cosa diferente es saber lo que significa una palabra, saberla utilizar correctamente (su semántica), pero, también, saber sus acepciones, sus connotaciones, su ámbito de utilización… Por ejemplo, la palabra cadáver seguramente no significa lo mismo en el ámbito de un accidente aéreo que en el de un simposio de médicos forenses.

También viene luego el desgaste de las palabras y su cambio de sentido o pérdida de significado. Se me ocurren ahora dos ejemplos. El primero muy sencillo. La palabra ‘bonito’ (no el pescado, sino la cualidad) la utilizamos como lindo o bello (y todos nos entendemos), cuando, en su origen, es el diminutivo de bueno, de lo que tiene calidad (bono-bonito). Es decir que hemos cambiado la calidad por la estética.


El segundo ejemplo viene más al caso. La palabra ‘violencia’ se ha vaciado de su contenido por su mal empleo. El ejemplo es sistemático, en los medios de comunicación o entre políticos, cuando tildan a lo que no deja de ser un asesino o criminal de ‘violento’. Los violentos de ETA, dicen. Esto es algo peor que un eufemismo. Pero claro, en estos momentos confesar que uno es un poco violento es poco menos que reconocer que se lía a ostias con la parienta, que se pertenece a un grupo neonazi o algo por el estilo. Humildemente creemos que no debe ser así y ya somos adultos para saber que como se habla en la tasca (por más educados que seamos) no es como hablamos por teléfono para citar al médico. A eso se le llama cultura, al arte de saber adaptar el lenguaje (y la comprensión-percepción) al ámbito en que uno se haya. He escuchado a Saramago en el Campamento de Sintel y le he escuchado en el Aula Magna de la Universidad Carlos III de Madrid. No hablaba igual y seguía siendo un genio; pero le entendían los unos y os otros (adaptaba su lenguaje, que no su mensaje).

‘Violento’

Este que suscribe (el humilde plumilla del YUDIARIO) puede parecer violento en su estilo a la hora de escribir. Me suele pasar y no me parece malo ni me voy a violentar porque me lo digan. Pero hay una razón; me voy al diccionario de la RAE y leo hasta ocho acepciones del adjetivo:

1. Que está fuera de su natural estado, situación o modo.

2. Que obra con ímpetu y fuerza.

3. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias.

4. Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones.

5. Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira.

6. Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural.

7. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia.

8. Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien.

De las ocho acepciones sólo una remite a la ira y otra a lo injusto (que enseguida nos hace pensar en lo ilegal, aunque tampoco es lo mismo). ¿Dónde está ese miedo a lo violento?

‘Artes marciales’

Lo artístico es lo sublime, el mundo de la estética como mensaje (ético y moral), la expresión de la sensibilidad humana, la elevación por la sublimación de uno o varios de los sentidos humanos.

Hay que admitir que se pone ‘arte’ cuando se pone virtud, disposición y habilidad para hacer algo. Pero de ahí a comparar un entrenamiento de karate, full-contact o yudo (incluso) con un ensayo de la Filarmónica de Berlín… Luego viene lo de marcial y nos acerca a la guerra, si quiera sea rememorando a la diosa Marte. Vaya ‘palabro’ ese de ‘arte marcial’ ¿no? Por ahí no voy a seguir.


‘Atleta’

Curiosa esta palabra que encuadramos en el que practica atletismo y, por extensión, nos sirve para definir a cualquier deportista. Pues bien, su origen griego nos lleva al Athlos (o combate) de donde viene el atleta, el luchador o el que lucha por llegar antes a la meta. Es decir que atleta sería el luchador, el que lucha por ser primero en una competencia.

‘Competencia’

El profesor de la Universidad de Oviedo José Antonio Cecchini, fabuloso yudoca que también pasó por Banzai, empieza su libro ‘El Judo. Y su razón kinantropológica’ de la siguiente manera: “El lexema competición, cuya etimología arranca del vocablo latino ‘competere’, que significa ‘buscar conjuntamente’, en pocos deportes cobra tanto sentido como en las modalidades de combate”.

‘Combate’.

Hay deportes de combate, hay combates, hay combatividad y hay ‘com’-‘batir’, que son dos palabras unidas que vienen también del latín. Batir remite a multitud de acepciones como: Golpear para destruir o derribar, arruinar o echar por tierra alguna pared, edificio… / Recoger o desarmar una tienda o un toldo. / Atacar y derruir con la artillería. / Dominar con armas de fuego un terreno, una posición, etc. / Dicho del sol, del agua o del viento: Dar en una parte sin estorbo alguno. / Mover con ímpetu y fuerza algo. Batir las alas, los remos. / Mover y revolver alguna sustancia para que se condense o trabe, o para que se licue o disuelva. / Martillar una pieza de metal hasta reducirla a chapa. / Derrotar al enemigo. / Acuñar moneda. / Lavar la ropa aclarada. / Reconocer, registrar exhaustivamente un espacio abierto o una zona urbana, ya para operaciones militares, ya para cazar, buscar delincuentes, sospechosos o con otro motivo. /Vencer, ganar a un contrincante. / Dep. Superar la marca establecida.

‘Campeón’

Pese a que ya antes hemos dicho que es una palabra excluyente (sólo cabe uno, valga la ironía) su origen latino es el de campus. No obstante la RAE indica que ‘campeón’ viene del germano ‘kampf’, que sí quiere decir ‘lucha’.

‘Lucha’

Según el diccionario de la RAE lucha viene del latín lucta (mismo origen etimológico que luto, de donde la lucha es siempre lucha contra la muerte o por sobrevivir). Y nos ofrece varias acepciones; a saber:

1. f. Pelea en que dos personas se abrazan con el intento de derribar una a otra.

2. f. Lid, combate, contienda, disputa. U. t. en sent. fig.

3. f. Oposición, rivalidad u hostilidad entre contrarios que tratan de imponerse el uno al otro.

4. f. Esfuerzo que se hace para resistir a una fuerza hostil o a una tentación, para subsistir o para alcanzar algún objetivo.

‘Antagonista’

Antagonista une dos palabras griegas: anti (contrario) agonos (lucha). Viene a significar la persona que caracteriza la parte contraria al protagonista. Y también aprovechamos para recordar que en griego Agon es ‘lucha’ y Agonía el combate entre la vida y la muerte. De nuevo el mismo sentido que en latín.



Malas notas

Demasiadas palabras que esperemos sirvan para lo que fueron concebidas (unir, comunicar, acercar) y no para lo que solemos emplearlas (arremeter, separar, distanciar).

Lo nuestro es la educación, lo nuestro es el mundo escolar, sin estar dentro de la escuela, paradójicamente. Hoy sábado la separata de EL PAIS ‘Babelia’ abre en portada con el retrato de Daniel Pennac, el novelista francés más popular. El que fuera ‘alumno torpe’ aprovecha para reflexionar, en reportaje interior, sobre ‘Mal de escuela’, su última novela.

Dice el escritor que “cuando se habla de violencia en la escuela no hay que olvidar que la escuela es, per se, el lugar de todas las violencias. Es el lugar donde se entrechocan el conocimiento y la ignorancia. Enseñar es violento, es violentar al otro. ¡Todo acto iniciático es violento!

En otro momento, en el mismo reportaje, el novelista asegura estar de acuerdo con algunos filósofos a los que, sin embargo, acusa de temer que la lengua francesa que manejan con tanta precisión sea destruida por esos hijos de inmigrantes que se expresan de manera aproximativa, en un argot lleno de interjecciones.

Si ese es uno de los ‘peligros’ para una lengua como la francesa, también lo será, sin duda, para otra como el castellano. Pero también hay que reconocer que las cosas no son inamovibles y menos las lenguas (ni las de la boca ni las que se articulan con las de la boca). De ahí que hayamos hecho esa labor de recolecta de palabras con sus significados etimológicos para reflexión de los que lo deseen. No hay que olvidar que el yudo, por encima de otros muchos deportes, tiene lenguaje propio. Es hora de que los profesores inquietos busquemos puntos de encuentro y convengamos en lo que significan nuestras palabras / ‘palabros’ y lo que queremos que signifiquen (sus connotaciones).

Habrá mucho más.

Nuestro seminario con el profesor Navalpotro tendrá su continuación el próximo miércoles día 24 para seguir analizando muchas cuestiones que no nos ha dado tiempo a abordar. Hemos quedado en volvernos a ver con los deberes hechos. Cada profesor va a repasar con nueva óptica su programación de actividades, juegos, habilidades, etc. Se trata de tener claro el trabajo que proponemos (cada pequeñez) en relación con la lateralidad, la coordinación, el esquema corporal, el tono o postura, el equilibrio… analizando si es el ejercicio adecuado para la etapa evolutiva del niño al que se dirige. Todo un reto. Y en esas estamos. Nos gusta nuestra profesión, queremos que no nos deje de gustar nunca y luchamos por ello (combatimos por ello). Es nuestra apuesta, es nuestro legado y nos sentimos honrados con ello; somos gente de honor (no el del samurai; el de yudocas instruidos y formados en el Gimnasio Banzai por Rafael Ortega).

No hay comentarios:

Publicar un comentario