Nuestro alumno Carlos Mingorance, recién proclamado sub-campeón de Madrid, estuvo en salamanca. Participaba en un encuentro internacional que no contó con ningún concursante de fuera de las lindes de nuestro país. ¡Suele pasar!
No pudimos estar con él y dejamos algunas impresiones, juiciosas impresiones, de sus familiares. Ya sospechábamos que sería una ‘merienda de negros’ (perdón por la expresión) y parece que así fue.
“A las 10:30 h. dejamos a Carlos con sus compañeros de la Federación” nos explicaron sus familiares. “El pesaje no fue hasta las 12:00 h., pero luego la competición no se inició hasta las 16:30 h. Han sido demasiadas horas de espera, en un sitio aislado donde los chicos no tenían nada que hacer. Es cierto que han estado jugando un rato, han comido, pero luego también se han aburrido mucho. La consecuencia de todo ello es que han llegado al encuentro muy aburridos y hartos ya de estar allí. En su porte estaba claro que ya no tenían ganas de nada (y está claro que estoy hablando del aspecto general de los muchachos). Carlos salió a su combate más pegado que un sello y ya sin ganas de pelear. Se notaba mucha modorra en el conjunto de los chavales y combatían porque en ese momento es lo que tocaba hacer, pero no tenían el ímpetu de otras veces” añade el relato.
Menos mal que, al menos, nadie se hizo daño y volvieron más amigos que antes; al menos los del grupo de la Federación Madrileña. Eso también se destaca en el relato que estamos utilizando para esta crónica. “Como te decíamos al principio, no todo ha sido negativo. Las horas de convivencia entre los chicos de la Federación (Madrileña), les ha permitido unir ciertos lazos de amistad y de solidaridad frente al resto de rivales; formaron un buen grupo y se apoyaban durante los combates; por lo que de pronto, los que saben que de ahora en adelante serán a menudo sus rivales, también demostraron que cuando cambian las circunstancias, pueden ser aliados. El encuentro les ha servido así mismo para comparar y hablar de sus diferentes formas de hacer judo y para estudiarse los unos a los otros un poco más de cerca”, explicaron.
Queda claro que lo mejor, como siempre, son los deportistas; y, en este caso, también los familiares de los deportistas, con ese espíritu positivo que sabe encontrar siempre algo positivo.
No pudimos estar con él y dejamos algunas impresiones, juiciosas impresiones, de sus familiares. Ya sospechábamos que sería una ‘merienda de negros’ (perdón por la expresión) y parece que así fue.
“A las 10:30 h. dejamos a Carlos con sus compañeros de la Federación” nos explicaron sus familiares. “El pesaje no fue hasta las 12:00 h., pero luego la competición no se inició hasta las 16:30 h. Han sido demasiadas horas de espera, en un sitio aislado donde los chicos no tenían nada que hacer. Es cierto que han estado jugando un rato, han comido, pero luego también se han aburrido mucho. La consecuencia de todo ello es que han llegado al encuentro muy aburridos y hartos ya de estar allí. En su porte estaba claro que ya no tenían ganas de nada (y está claro que estoy hablando del aspecto general de los muchachos). Carlos salió a su combate más pegado que un sello y ya sin ganas de pelear. Se notaba mucha modorra en el conjunto de los chavales y combatían porque en ese momento es lo que tocaba hacer, pero no tenían el ímpetu de otras veces” añade el relato.
Menos mal que, al menos, nadie se hizo daño y volvieron más amigos que antes; al menos los del grupo de la Federación Madrileña. Eso también se destaca en el relato que estamos utilizando para esta crónica. “Como te decíamos al principio, no todo ha sido negativo. Las horas de convivencia entre los chicos de la Federación (Madrileña), les ha permitido unir ciertos lazos de amistad y de solidaridad frente al resto de rivales; formaron un buen grupo y se apoyaban durante los combates; por lo que de pronto, los que saben que de ahora en adelante serán a menudo sus rivales, también demostraron que cuando cambian las circunstancias, pueden ser aliados. El encuentro les ha servido así mismo para comparar y hablar de sus diferentes formas de hacer judo y para estudiarse los unos a los otros un poco más de cerca”, explicaron.
Queda claro que lo mejor, como siempre, son los deportistas; y, en este caso, también los familiares de los deportistas, con ese espíritu positivo que sabe encontrar siempre algo positivo.
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