- Los cadetes quedaron en 5ª posición
- Las chicas no formaron equipo
- Los infantiles también quintos
A veces sale uno de uno de un torneo de yudo pensativo. Es lo que sucedió en la Final Autonómica por equipos ‘Memorial Peralta’ viendo a nuestros infantiles y cadetes que no consiguieron pasar del quinto puesto. Lo que más preocupa es la alarmante sensación de que puedan estar empezando a acostumbrarse a perder. En especial nuestros cadetes parece que han entrado en un estado letárgico que les hace ‘cubrir mínimos’ y que algo les atenaza como para exponer un poco más. No se comentan entre ellos los rivales que les toca, no se animan apenas, no se sugieren consignas o tácticas… no se hablan.
Cuando el viernes ajustábamos en la clase las últimas cuestiones relativas a nuestra participación en el ‘Peralta’, ya llegaron las primeras sorpresas. Dos de nuestros muchachos argumentaron que sus padres les explicaron que tendrían que renunciar a participar en el campeonato porque andaban muy atareados; esa fue la explicación. Junto a ellos estaba la ausencia de otro compañero que ni llamó para dar alguna explicación ni un familiar suyo (su padre) supo explicar qué le había pasado (igual está enfermo, a ver si nos enteramos mañana lunes).
A estas ‘anécdotas’ se sumaron la de nuestro peso pesado, lesionado (Carlos Muñoz), que no ha conseguido recuperarse a tiempo. También faltaron dos de nuestras infantiles, con lo que el equipo de chicas no pudo presentarse. Una se fue de excursión a la nieve y la otra a pasar el fin de semana con su familia a algún lugar en el que tenían reserva. Conclusión: de 15 muchachos (tres equipos), entre lesiones y compromisos, siete no formaron en el equipo con sus compañeros. Ya se sabe que tiempos atrás, la palabra compromiso tenía connotaciones que hoy día han desaparecido, pero la cruda realidad es que un equipo renunció a ir y, los otros dos, acudieron con una y dos bajas respectivamente. Demasiada carga para los que sí fueron ¿no?
Me gustaría aprovechar para hacer una llamada de atención a los sufridos padres de nuestros yudocas. Nunca dejaremos de agradecer lo suficiente la colaboración que prestan, pero tal vez, en ocasiones haya que primar la participación, sobre todo cuando hay otros padres involucrados al tener que desplazar a otros niños de un equipo. Dos niñas que querían participar en la Final para la que se habían clasificado no pudieron hacerlo porque sus dos compañeras estaban de excursión. Es un ejemplo.
ESFUERZO Y DESIDIA
Cuando acabó la participación de nuestros deportistas hubo tiempo de hacer balance. Los dos equipos masculinos corrieron similares avatares. Ambos perdieron en la primera ronda y disputaron la repica con la misma suerte. Pero a los infantiles les felicitamos y a los cadetes… no tanto.
La diferencia esencial fue la actitud. Los infantiles arriesgaron, expusieron, disputaron y, pese a ser tres, se quedaron muy cerquita de la victoria. Los cadetes caían en fallos ‘infantiles’ –valga el juego de palabras-, no enfocaban bien sus encuentros y hasta mostraban malos modos (en algún caso aislado). No obstante, hay que tratar de ser lo más objetivos posible. El balance final es que nuestros dos equipos acabaron en quinta posición (medalla de consolación) y que el de chicas no pudo participar por no conseguir reunir al menos a tres de sus cuatro componentes.
De manera que, en un ratillo de tranquilidad, hemos redactado un par de listas. Una lleva las cuestiones que podemos poner en el platillo del esfuerzo; la otra es la de lo negativo; la de elementos o situaciones que definiría lo que hemos denominado como ‘desidia’. Allá van.
ESFUERZO:
Cuando el viernes ajustábamos en la clase las últimas cuestiones relativas a nuestra participación en el ‘Peralta’, ya llegaron las primeras sorpresas. Dos de nuestros muchachos argumentaron que sus padres les explicaron que tendrían que renunciar a participar en el campeonato porque andaban muy atareados; esa fue la explicación. Junto a ellos estaba la ausencia de otro compañero que ni llamó para dar alguna explicación ni un familiar suyo (su padre) supo explicar qué le había pasado (igual está enfermo, a ver si nos enteramos mañana lunes).
A estas ‘anécdotas’ se sumaron la de nuestro peso pesado, lesionado (Carlos Muñoz), que no ha conseguido recuperarse a tiempo. También faltaron dos de nuestras infantiles, con lo que el equipo de chicas no pudo presentarse. Una se fue de excursión a la nieve y la otra a pasar el fin de semana con su familia a algún lugar en el que tenían reserva. Conclusión: de 15 muchachos (tres equipos), entre lesiones y compromisos, siete no formaron en el equipo con sus compañeros. Ya se sabe que tiempos atrás, la palabra compromiso tenía connotaciones que hoy día han desaparecido, pero la cruda realidad es que un equipo renunció a ir y, los otros dos, acudieron con una y dos bajas respectivamente. Demasiada carga para los que sí fueron ¿no?
Me gustaría aprovechar para hacer una llamada de atención a los sufridos padres de nuestros yudocas. Nunca dejaremos de agradecer lo suficiente la colaboración que prestan, pero tal vez, en ocasiones haya que primar la participación, sobre todo cuando hay otros padres involucrados al tener que desplazar a otros niños de un equipo. Dos niñas que querían participar en la Final para la que se habían clasificado no pudieron hacerlo porque sus dos compañeras estaban de excursión. Es un ejemplo.
ESFUERZO Y DESIDIA
Cuando acabó la participación de nuestros deportistas hubo tiempo de hacer balance. Los dos equipos masculinos corrieron similares avatares. Ambos perdieron en la primera ronda y disputaron la repica con la misma suerte. Pero a los infantiles les felicitamos y a los cadetes… no tanto.
La diferencia esencial fue la actitud. Los infantiles arriesgaron, expusieron, disputaron y, pese a ser tres, se quedaron muy cerquita de la victoria. Los cadetes caían en fallos ‘infantiles’ –valga el juego de palabras-, no enfocaban bien sus encuentros y hasta mostraban malos modos (en algún caso aislado). No obstante, hay que tratar de ser lo más objetivos posible. El balance final es que nuestros dos equipos acabaron en quinta posición (medalla de consolación) y que el de chicas no pudo participar por no conseguir reunir al menos a tres de sus cuatro componentes.
De manera que, en un ratillo de tranquilidad, hemos redactado un par de listas. Una lleva las cuestiones que podemos poner en el platillo del esfuerzo; la otra es la de lo negativo; la de elementos o situaciones que definiría lo que hemos denominado como ‘desidia’. Allá van.
ESFUERZO:
- Después de varios días de baja por una lesión jugando al baloncesto, David Monforte participó sin esperar siquiera a su alta médica (le faltaba un día)
- Los infantiles calentaron con tesón y sin que nadie tuviera que recordárselo
- Algunos de nuestros yudocas se pusieron de acuerdo para poder llegar en un coche hasta Algete, al no poder sus padres llevarles. Por ejemplo, el padre de Sergio Cortés acercó a sus compañeros Sergio María y Francis Pérez.
- Algunos pidieron un yudogui para ir debidamente uniformado.
- Algún yudoca llamó al profesor para confirmar que se podía contar con él, pese a no haber participado en los entrenamientos de la semana, por lesión.
- Los cadetes calentaron poco y mal, pese a que se les insistió.
- Cuando sale un compañero del tatami no se le anima o comenta lo que se ha visto desde fuera (especialmente los cadetes)
- Formar parte de un equipo, faltar el día anterior y no notificar a nadie.
- No ir a ver a los compañeros a un campeonato como el del pasado sábado.
- Acudir a una ‘concentración’ como la que organizamos en Lanzadita y luego no acudir al campeonato que se estaba preparando.
- Presentarse sin el yudogui adecuado. (Algunos niños siguen sin tener las bandas de color cosidas en las mangas. Incluso tenemos un yudoca que aún no se ha comprado el yudogui y sigue usando uno que le presta el profesor).
- No levar la documentación completa, perderla u olvidarla.
- Andar descalzo por las instalaciones y saltar al tatami con los pies fros y llenos de porquería
- Llevar las uñas sin cortar, largas o mal cortadas.
Nuestro equipo cadete sin el peso pesado (lesionado) ni su suplente (con los padres muy ataread0s)
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