Nuestra pareja favorita
Unos 80 años de experiencia docente. Cuando se juntan el hambre con las ganas de comer… No conozco en mi mundo cercano un tándem como el que constituyen Rafael Ortega y Purificación Polo. Juntos llevan formando generaciones de maravillosos yudocas, de excelentes personas, de deportistas sobresalientes. Puri y Rafa son de esas parejas que uno lee, que sabe que existen a través de libros o revistas, parejas de leyenda; pero no se suele llegar a conocer una dúo de carne y hueso como éste. Se sabe de Brad Pitt y Angelina Jolie, por las revistas de cine del corazón (que se llaman). Claro que el ejemplo es malo y tiene poco que ver con Rafa y Puri. Tal vez me guste más el de Marie Skłodowska que continuó con los estudios que había comenzado con su marido Pierre Curie. Rafa y Puri no harán un gran descubrimiento científico, pero llevan más ciencia en sus vidas profesionales que todo el CSIC junto. Pero tampoco me acaba de satisfacer el ejemplo. Tal vez me atraiga más acoger en estas líneas el de Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sastre, que es bastante desconocido, pese a lo prolífico y a la riqueza que encierra. Además, su parte enigmática es sugerente, como también lo es ese misterio que representa el paso del tiempo por Rafa y Puri, dando a cada momento más consistencia a su labor, agrandando su leyenda cada curso, cada mes. Algo de magia hay en esa pareja que funciona como un corpus, como un todo. Es un tándem, un bloque, una maquinaria de dos cuerpos absolutamente sincronizados y con el mismo objetivo. Son el ‘YU’ y el ‘DO’, que juntos se entienden y por separado es otra cosa.
El simple hecho de reunirnos una vez al año, y contemplar el resultado del trabajo de Rafa y de Puri es sentirse orgulloso de la ‘familia’ del yudo a la que se pertenece. Es ponerse las pilas y asumir el reto de acercarse lo más posible a los resultados que ellos consiguen con tan aparente facilidad. Es renovar el compromiso de seguir la línea que se nos marca, sabiendo que es tan complicado como sencillo parece en manos de Puri y de Rafa.
Los niños chiquititos deben tener en cuenta esto, pues es importante para ellos, aunque hoy día no tengan capacidad para comprenderlo. Por eso, reunirnos en un tatami bajo una misma ‘bandera’, formando todos un mismo equipo, es algo más que una satisfacción; es un honor. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta familia y todos los días debemos agradecer que la fortuna nos haya situado en ella.
Cuando la entereza, la dignidad, la disciplina, el rigor, la profesionalidad… tienen nombres y apellidos lo que hay que hacer es tomar ejemplo. Que no se nos olvide.
El simple hecho de reunirnos una vez al año, y contemplar el resultado del trabajo de Rafa y de Puri es sentirse orgulloso de la ‘familia’ del yudo a la que se pertenece. Es ponerse las pilas y asumir el reto de acercarse lo más posible a los resultados que ellos consiguen con tan aparente facilidad. Es renovar el compromiso de seguir la línea que se nos marca, sabiendo que es tan complicado como sencillo parece en manos de Puri y de Rafa.
Los niños chiquititos deben tener en cuenta esto, pues es importante para ellos, aunque hoy día no tengan capacidad para comprenderlo. Por eso, reunirnos en un tatami bajo una misma ‘bandera’, formando todos un mismo equipo, es algo más que una satisfacción; es un honor. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta familia y todos los días debemos agradecer que la fortuna nos haya situado en ella.
Cuando la entereza, la dignidad, la disciplina, el rigor, la profesionalidad… tienen nombres y apellidos lo que hay que hacer es tomar ejemplo. Que no se nos olvide.
Juvenalia 2007. Festival de Yudo |
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