19.5.10

La higiene y la educación de nuestros alumnos








CARTA del Maestro Wladimiro Martín a familiares de alumnos de yudo (menores de edad)


Al comenzar el curso 2009 – 2010, como al comenzar todos los cursos, se entrega a los padres unas sencillas normas de comportamiento para las clases de yudo que incluyen algunas pautas de higiene elementales. Es una pena tener que volver a recordar a estas alturas del curso algunas de ellas, pero nos vemos en la obligación de hacerlo ante la aparente pasividad de algunos padres, madres y familiares de nuestros alumnos (incluso de los más pequeños). Por otra parte, en las últimas semanas se reproducen los casos de alumnos afectados por papilomas, por cortes producidos por las uñas largas de sus compañeros o compañeras, etc.

El yudo es uno de los deportes en que más se debe observar una escrupulosa higiene dado que se trata de uno de lucha, de contacto (cuerpo a cuerpo). Por ese motivo los niños y las niñas no deben acudir a entrenar maquillados, ni con calcomanías, ni con pintura de ojos, ni de otro tipo. Tampoco con laca, pinturas o gominas en el pelo. No sólo se pueden causar un daño ellos mismos sino también a sus compañeros.

También forma parte de su educación el que un niño no vaya enseñando el calzoncillo por muy bonito que éste sea. Probablemente se trate de una moda que respetamos muchísimo (pero fuera del tatami). En las clases de yudo, en cambio, no deben existir modas y no queremos ver ni el tanga de las niñas, ni los calzoncillos de los niños asomando bajo el pantalón. Nos parece que ya es ridículo que un niño de seis años vaya enseñando sus calzoncillos por la calle para que lo haga también una clase de yudo a la que acude para recibir algo de educación. También les recordamos que los cordones de los pantalones deben ir atados firmemente. Muchos niños acuden a las clases con ellos colgando. El yudo es un deporte de etiqueta y un campeón debe parecer un campeón. Los profesores nos esforzamos mucho en tratar de dar ejemplo y nos parece irrespetuoso que algunos niños no lo sigan y todavía nos discutan cuando les reprendemos argumentando que sus madres les colocan de ese modo los pantalones para que se puedan ver los calzoncillos. Somos educadores y creíamos contar con la colaboración de padres y familiares en ese sentido.

Contra la extendida moda de los tatuajes y de los pendientes (‘piercing’) tampoco tenemos nada… fuera del tatami. Pero, para practicar yudo hay que hacerlo sin ningún tipo de adorno o prenda metálica o rígida que pudiera dañar a quien lo practica o a algún compañero. Es una norma tan sencilla como incumplida por nuestros alumnos. El que tiene un tatuaje no se lo va a quitar para practicar yudo, evidentemente. Pero que un niño de seis o siete años acuda con multitud de calcomanías en piernas, brazos o torso es simplemente ridículo y da impresión de suciedad y de falta de higiene, amén de manifestar una clara rebeldía a nuestras sencillas normas de higiene y salubridad.

Los muchachos deberían de tener unas zapatillas en su bolsa formando parte de su equipo de yudo, junto a la chaqueta, el pantalón y el cinturón (y una camiseta blanca, exclusiva para la práctica de yudo, en el caso de las chicas –no la que llevan puesta todo el día-). Hay muchachos que vienen con zapatillas de marca (caras) y, en cambio, no son capaces de aprovisionarse de unos ‘zoris’ o chanclas de goma que se pueden encontrar baratísimas en cualquier almacén de ropa. De ese modo evitaríamos que anduvieran descalzos por servicios, junto a mingitorios y otros lugares húmedos y evitaríamos contagiarnos todos de hongos o papilomas. En 35 años de profesión jamás había tenido una epidemia de papilomas en uno de mis tatamis como la que han conseguido introducir mis queridos alumnos en este curso 2009 – 2010. Hemos contado ya media docena de casos. Habrá que felicitar a alguien y espero que no sea a mí.

Lamento tener que hacerles llegar este comunicado y espero entiendan que se hace por haberse detectado estos problemas, aquí narrados, en algunos de nuestros alumnos (muy pocos), siendo la mayoría de nuestros alumnos ejemplares tanto en su comportamiento como en sus conducta higiénica y en su aseo personal. Hacemos el comunicado extensivo a todos entendiendo que de este modo, no señalamos a nadie en particular y todos podemos reflexionar sobre la importancia de lo que aquí se comenta. Hay madres (padres) que guardan un escrupuloso celo en mantener limpio el yudogui de sus hijos y luego, paradójicamente, les permiten acudir a las clases con las uñas largas, o con calcomanías en el brazo, o con maquillaje en la cara, o con un ‘piercing’ en el ombligo, o con las uñas (mal) pintadas, o mostrando los coloridos calzoncillos que ellas mismas les compraron.

No somos diseñadores de arte como para preocuparnos de las modas. Somos educadores y nos vemos en la obligación de recordar estas sencillas normas de higiene (normas de convivencia de algún modo también). El yudo es diferente; déjenos que también hagamos a sus hijos diferentes. En una sociedad en que el respeto, la educación, la cortesía, la generosidad, la etiqueta, el esfuerzo… cotizan a la baja, ¿por qué no nos permiten que tratemos de inculcar en sus hijos esos sagrados valores a los que ya no se dedica demasiada atención ni siquiera en el ámbito escolar y, a veces, tampoco en el ámbito familiar?

Para cualquier aclaración, contraste de opiniones o sugerencia al respecto queda a su entera disposición (a ser posible fuera del horario de clases que para eso se deja el teléfono en todas las comunicaciones)

Firmado: Wladimiro Martín

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