El pasado martes día 1 de julio comenzó el I Campamento de Yudo de la Delegación de Deportes de Parla. Finalmente, se apuntaron al mismo 17 niños de entre 7 y 13 años de edad, de los cuales sólo ocho son alumnos de las escuelas municipales de yudo (Álvaro Forcén, Jaime Alamillo, Daniel Cueto, Sergio Velarde, Aroa del Campo, Miguel Serrano, Paul Barzallo y David Monforte). Es decir, que se han inscrito en este campamento, otros nueve niños ajenos a nuestra especialidad, si bien hay que matizar que Nerea del Campo y Olga Altozano ya habían tomado parte en algunas de nuestras clases. Incluso Margarita había acudido de invitada a alguna de nuestras clases.
Nos sentimos muy orgullosos de haber captado a seis niños que nunca habían hecho yudo y tener la oportunidad de explicarles lo básico de nuestro deporte de manera que vean lo lindo que es y lo divertido que resulta practicarlo. De estos niños, la mayoría se apuntaron al campamento única y exclusivamente por convenirles las condiciones del mismo (precio, horario, ubicación, fechas…) y ninguno por tener la oportunidad de practicar un nuevo deporte como es el yudo, para ellos. Esta es la verdad y nos gustaría decir que tuvieron interés de conocer el yudo por alguna razón, pero muy lejos de esta explicación, algunos llegan a reconocer que se quedaron sin otras opciones que manejaban, en primer lugar, y acabaron en nuestro campamento por no tener otra expectativa. Tampoco es que nos importe mucho y vamos a contar la anécdota de un niño que, por cierto, en la actualidad practica yudo e las escuelas municipales de yudo y, además, se ha puntado a nuestro campamento de yudo.
“A mí me gusta este kárate”
El primer día en que se impartía la clase de ‘chiqui-yudo’ coincidió con la primera clase de ‘chiqui-kárate’. Varios años peleando por lo didáctico que es el yudo para niños de entre 4 y 6 años de edad y cuando conseguimos que atiendan nuestra propuesta vemos asombrados que también se ofrece ‘chiqui-kárate’. Además, para colmo, se pone al frente del chiqui-kárate a todo un campeón (de España y sub-campeón del Mundo).
Como no podía ser de otro modo, a chiqui-yudo se apuntaron la mitad que a chiqui-kárate que, enseguida, tuvo lista de espera.
Uno de los niños que se apuntó a kárate, mi alumno Sergio Velarde, se equivocó de clase y apareció en mi aula, sólo separada por un biombo de la de kárate. Me di cuenta enseguida (suelo pasar lista tras el saludo y el calentamiento), pero cometí un pecadillo. Cuando el niño me dijo que se había apuntado a karate le dije que enseguida íbamos a empezar con las llaves de kárate.
De eso hace ya dos años y el niño de 5 años tiene ya siete y sigue aprendiendo yudo conmigo. Recuerdo que al acabar el mes, el abuelo me vino a preguntar si yo era el profesor de kárate o de yudo. Le dije que era el profesor de yudo y él sugirió que se llevaba a su nieto a la clase de al lado con el campeón. El niño, muy airado ante tal posibilidad, gritó al abuelo ‘a mí me gusta este kárate’. Y ahí sigue con nosotros.
Por cierto, tras dos años de chiqui-yudo (y de chiqui-kárate) la actividad que tiene lista de espera es el chiqui-yudo. Mientras, el chiqui-kárate no llega ni al 50 por ciento de ocupación, siendo la tasa de abandono de su alumnado altísima; puede que sea la más alta de todas las escuelas municipales de Parla a excepción del tai-chí que ha pasado en un período similar al descrito de casi 200 alumnos a unos veinte. Además, en la actualidad, hay ocho niños que dejaron el kárate y se pasaron al yudo… Ningún yudoca se pasó a kárate y eso que de yudo sólo hay un profesor (para cerca de 100 alumnos) y, en cambio, de kárate hay dos (para apenas 40 alumnos).
A esto, nosotros lo consideramos una forma más del sita kyoei (o mutuo beneficio) que Yigoro Kano dejó como principio fundamental del yudo.
Hasta las 11:00 nos pasamos un buen rato enseñando yudo a los nuevos y haciendo repasar fundamentos a los veteranos. Además, los veteranos ayudan en muchísismas ocasiones a sus compañeros neófitos. Esta es otra forma de mutuo beneficio.
Pero a eso de las 11:00 nos ponemos el bañador y nos vamos a la piscina. Es el momento de comer el bocadillo y refrescarse en uno de los muchos vasos de que dispone el complejo acuático municipal. Solemos escoger la más grande de todas las piscinas que dispone de mucho espacio en el que todos los niños pueden hacer pie.
Ya fresquitos, a eso de las 12:00 nos cambiamos y subimos a la sala de reuniones de profesores donde desarrollamos algún taller. En algunas ocasiones hacemos grupos y permitimos a los más activos seguir con algún juego en el doyo o en la sala de al lado (la de Pilates, kárate…)
Talleres creativos, niños con mucha imaginación
Nuestro primer taller sirvió para que cada muchacho se marchara a casa con una libreta forrada en papel plateado de fantasía La llamamos la libreta del campamento y en ella vamos apuntando los teléfonos de los compañeros, las direcciones electrónicas para poder chatear, lo que vamos haciendo, etc.
Os dejamos aquí un vídeo de cómo se desarrolló parte de este taller. Comprobaréis que los chicos estaban de lo más formalito. (Es que, cuando a un niño se le interesa…)
En otra ocasión (el primer jueves), como sólo eran unos pocos los que querían meterse en lo que hemos denominado DHaMI (Desarrollo de Habilidades Manuales e Intelectuales), decidimos hacer una práctica especial. Enseñamos a los niños cómo se mete una foto en el YUDIARIO y, algunos, hasta tomaron notas en su libreta del campamento. De esta manera, podemos decir que la foto de grupo que acompaña a este reportajillo es la primera que ha sido volcada a este YUDIARIO por un grupo de yudocas. Enhorabuena.
ENTRENAMIENTOS EN EL MES DE JULIO
Hemos intentado montar un entrenamiento el jueves día 3, pero tuvimos que suspenderlo por falta de gente en disposición de acudir. Unos no sabían si llegarían a la hora propuesta y la mayoría tenía otras cosas que hacer. Lo cierto es que convocamos con demasiada premura. De manera que vamos avisando, ahora con tiempo, de que tenemos intención de subir a entrenar una tarde al gimnasio Olympo; probablemente el miércoles día 9. Procuraremos colgar el aviso en el YUDIARIO el mismo lunes y enviar SMS, además de montar una rueda de teléfonos, como ya hemos hecho otras veces.
En todo caso, también os informamos de la posibilidad de quedar con el profesor y acudir en cualquier momento de la mañana (o alguna tarde) a entrenar de forma oficiosa. Sólo hay que avisar para que el profesor pida que se nos abra la instalación, que, por ejemplo, por las tardes no se suele utilizar para ninguna clase; las que se imparten en estos días (pilates, mantenimiento, etc.) se desarrollan en el aula adjunta al doyo.
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