Queda poco para que comience a desarrollarse la competición olímpica, especialmente la de yudo, que arranca el viernes 9 de agosto, así es que vamos con algunas anécdotas, opiniones y reflexiones. Vamos a referirnos a algo en lo que creemos bien poquito y no por ello dejamos de sentirnos muy contentos con los éxitos patrios… Hablamos de las banderas. Es curioso la que se ha montado con el temita cuando ha sido la selección nacional de fútbol la que ha ganado (por segunda vez en toda la historia) el campeonato de Europa. ¿Tendría algo que ver que en esa selección española militasen hasta seis catalanes (Puyol, Capdevila, Xavi, Navarro, Fábregas y Sergio García)?
Vamos a lo nuestro… a los abanderados olímpicos (que no es poco), y encima, yudocas.
Para orgullo de nuestro deporte, la segunda mujer en abrir la comitiva olímpica española, portando la bandera, fue la extraordinaria yudoca Isabel Fernández. La primera fue una tal Cristina. Su nombre completo es el de Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, pero se la suele mentar por su primer nombre anteponiendo la dignidad de infanta. Se trata de una ‘irreal’ deportista olímpica, si se nos permite el juego de palabras, por más real que ella sea (mucho más real que el plumilla republicano y petimetre que esto suscribe… ¿dónde va?). Para refutar nuestras palabras hemos hecho una comprobación que invitamos a realizar a quienes se ‘piquen’ con nuestro comentario. En un intento de apoyar el haber tenido como primera mujer abanderada olímpica a la deportista borbónica hemos escrito en la barra de búsquedas de Google ‘infanta Cristina’. Nada menos que 896.000 entradas se han desplegado ante nosotros. Después, hemos añadido su especialidad deportiva (que entendemos que es la de vela -participó en unos juegos navegando-). El paupérrimo resultado es que aparecieron sólo 25.800 entradas y que la mayoría se refería a polideportivos, instalaciones, pruebas o galas que llevan el nombre de tan ilustrísima y pulquérrima alteza real: la Infanta Cristina, Duquesa de Palma de Mallorca, segunda hija de SS.MM. los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, en séptimo lugar en la línea de sucesión a la Corona, tras el Príncipe de Asturias, la Infanta Doña Leonor, la Infanta Doña Sofía, la infanta Doña Elena, Don Felipe de Marichalar y Borbón y Doña Victoria Federica de Marichalar y Borbón.
Como lo cortés no quita lo valiente (o viceversa, en este caso), diremos también que la infanta recibió el 22 de junio de 1993 el premio 'Hurra a la Deportividad', por los cursos de vela que imparte para disminuidos físicos. Eso le honra y queremos ensalzarlo. También se dice que es muy aficionada al ‘squash’ (como el excelente deportista; José María Aznar). En agosto de 1993, durante sus vacaciones en Palma de Mallorca, sufrió S.A.R. una rotura de los ligamentos de la pierna derecha, que le fue escayolada cuando practicaba squash. Este detalle, sin duda, da fe de la entrega de S.A.R. en cuanta actividad física acomete. A ello hay que unir que el 17 de junio de 1992 sufrió un accidente en una regata que se desarrollaba en la costa de Barcelona. Por este motivo, Doña Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia permaneció hospitalizada 24 horas en observación en la residencia de Bellvitge, en Hospitalet. Afortunadamente, no sufrió ningún daño de consideración.
En la enciclopedia digital Wikipedia se asegura que “otro de sus deportes favoritos, es el esquí"; y que "el 25 de enero de 1997, fue la presidenta de honor en la entrega de los premios del II Campeonato de Europa de esquí alpino para ciegos y deficientes visuales, celebrado en la estación de Baqueira-Beret”.
En fin, además de las innumerables aperturas, inauguraciones, amadrinamientos, estrenos, respaldos, espaldarazos y otras adhesiones y efusiones diversas a pruebas deportivas de toda índole (especialmente de las que practican gentes con alto status social y económico), también participó en diversas pruebas deportivas. En febrero del año 2000 la Infanta Cristina reapareció después de su primer embarazo, al timón del "Azur de Puig" (uno de esos barquitos en los que cualquiera puede aspirar a navegar si tiene sueldo de torero puntero o futbolista de equipo ganador –ya me entienden-). Era la primera regata de la temporada y se disputó en aguas de Arenys de Mar, Barcelona. En abril del mismo año participó en el XXXI Trofeo S.A.R. Princesa Sofía-Majórica de vela, en aguas de la bahía de Palma.
Nos quedamos con el yudo
Nuestras yudocas siempre han sido motivo de orgullo. A la sensación de plenitud que supuso a la familia del yudo nacional el ver desfilar a Isabel Fernández con la bandera, en Atenas, se añaden otros hitos. En ellos, casi siempre está una mujer por medio. Por ejemplo, en la Olimpiada en que nos quedamos sin el grandísimo yudoca alicantino Sergio Cardell, se produjo un hecho histórico, con una alumna suya. La primera mujer española en conseguir una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos fue la vallisoletana Miriam Blasco, afincada en Alicante. Fue en nuestro ‘Barcelona
Tan colosal hazaña hay que situarla en su justo entorno. Para ello, recordaremos que sólo José Luis Doreste había conseguido, antes, una medalla de oro para el ‘olimpismo’ español en alguna prueba individual. Fue en vela (‘finn’) en Seúl 88. Antes, sólo habían sacado oro dos parejas y ambas en vela: en Moscú 80 fueron Abascal y Nogué en ‘dutchmann’ y en Los Ángeles 84 fueron Doreste y Molina en 470. Y no hay más, salvo que recurramos a los Juegos de Inverno, donde se coronó, como se recordará, el extraordinario y entrañable Francisco Fernández Ochoa. Paquito nos dio una de esas alegrías que sólo se comprenden en el marco de un país en blanco y negro como era la España triste y de No-Do del dictador Franco. Fue en Sapporo 72.
Bueno, sí que hay más. En Paris 1900, la pareja de pelota vasca (sí, sí… fue olímpica) formada por Amezola y Villota, se llevó el oro en la modalidad de ‘cesta punta’. Además, en Amsterdam 1928, la hípica se llevó el oro en el Gran Premio de las Naciones.
El indudable mérito de nuestras yudocas
Como se puede colegir de estos datos, el deporte conseguía asomarse, hasta la eclosión del 92 -que abrió el yudo en Barcelona-, sólo en especialidades lejos del alcance del común denominador de los españolitos. Baste añadir a la lista de proezas deportivas hispanas a figuras legendarias como Manolo Santana (en el tenis de aquella época, muy elitista y reservado a minorías), Ángel Nieto (no todo el mundo podía tener una motocicleta y menos exponerla en las carreras), Federico Bahamontes (incluso una bicicleta era entonces un lujo). Es cierto también que entre los mitos deportivos de este país no se debe olvidar a deportistas de talla de otras especialidades mucho más asequibles para el bolsillo de los practicantes. Era una época (hasta Barcelona 92) en que destacaban boxeadores fenomenales como Carrasco, Legrá, Urtaín, ciclistas fuera de serie como Luis Ocaña (formado deportivamente en Francia)… No obstante, en conjunto, no hacía moverse la balanza del medallero olímpico, por más que supusiera el soporte de la dignidad y de la esperanza de millones de españoles que iban a trabajar en tranvía, camioneta o coche de línea y al fútbol o a los toros en coche de punto. Hablamos de una España de poliomelitis, viruela, tartajas y enclenques; tierra de niños de bota katiuska, que pegaban cromos con sindeticón; nación de mujeres que confiaban la limpieza de su colada al jabón Lagarto y lavaban en tabla, arrodilladas como el que reza. Alguien debió escuchar aquellas plegarias; no sé si Dios o algún simple dios del monte Olimpo. Tal vez fuera la diosa Artemisa (tan deportiva ella al ser tradicionalmente amiga y protectora de la juventud). Tal vez fuera Atenea, una de las diosas más importantes en la mitología griega, también conocida como Palas Atenea, que salió, ya adulta, de la frente del dios Zeus y fue su hija favorita. Lo más probable es que se debiera al tesón transmitido de madres a hijas, de generación femenina en generación femenina, entre susurros, llantos y puños prietos. Si ya era difícil que un español saliera del aplanamiento dominante de esa plomiza sociedad raquítica, qué decir de que lo hiciera una mujer; una descendiente de aquellas otras mujeres sin derecho a salir del país o a abrir una cuenta corriente, si no era con el consentimiento, por escrito, de su marido-amo.
Algunos abanderados olímpicos
El campeón olímpico heleno Ilias Illiades será el yudoca encargado de portar la bandera de Grecia el día 8, en la ceremonia de apertura de Pekín 2008. Illiades, que ganó el oro en los Juegos de Atenas, será el primer deportista en acceder al Estadio Olímpico dado que Grecia es, tradicionalmente, el primer país en desfilar en cada edición de los Juegos Olímpicos.
Illiades, nacido en
Un caso curioso fue el del yudoca costarricense David Fernández. Abanderó a su selección nacional olímpica también en Atenas 2004. Era la segunda vez que un yudoca abanderaba la comitiva olímpica de Costa Rica, pues, en Atlanta 1996, ya desfiló el primero Henry Núñez. En cambio, las dos únicas medallistas olímpicas en la historia del deporte costarricense, las hermanas Sylvia y Claudia Poll, nunca tuvieron el honor de ser las abanderadas. Entre ambas participaron en cinco ediciones de los Juegos. Sin duda, esta omisión se puede explicar por la mala relación que tuvieron las deportistas y su entrenador, Francisco Rivas, con la anterior directiva del Comité Olímpico Nacional, que durante 22 años encabezó Jorge Nery Carvajal; seguramente un pelín machista él.
Más cosas curiosas
Dentro del ‘Olimpo’ de nuestro deporte, hay que situar en su cima a una yudoca todavía en activo. Se trata de la menudita Rioko Tani (otra vez una mujer). La nipona lleva seis títulos mundiales y dos olímpicos… ¡se dice pronto! Pero más sorprendente es reconocer que muy arriba (¿casi a su lado?) debería situarse a alguien no nacido en Japón. Y para colmo, también mujer. La belga Ingrid Berghmans consiguió nada menos que media docena de títulos mundiales y uno olímpico.
El primer hombre que podríamos colocar en la cima de ese Olimpo de yudocas tampoco sería un japonés. El francés David Douillet consiguió en cuatro ocasiones el campeonato del Mundo y en dos el Olímpico (una de ellas en Atlanta, derrotando por ipón a nuestro amigo Ernesto Pérez).
En cuanto a títulos olímpicos se refiere, ahí manda el japonés Tadahiro Nomura que conquistó tres siendo el único yudoca hasta la fecha con tal registro. Sólo se le han acercado algunos yudocas que consiguieron dos oros olímpicos (que no es poco); además de Rioko Tani, que podría empatar la hazaña de su compatriota en Pekín 2008. Por otra parte, entre los bi-campeones olímpicos vuelve a haber sorpresas. Además de la japonesa Rioko Tani, sólo hay otro japonés con dos títulos: Hitosi Saito. De la nomina de yudocas con dos títulos olímpicos hay un francés (Douillet), un holandés (Ruska), un austriaco (Seisenbacher), un polaco (Legien) y los dos mencionados japoneses (Tani y Saito).
En cuanto a nuestro movimiento olímpico, hay que señalar que, para estos Juegos, el yudo ha calificado a seis deportistas como el tenis, por ejemplo. Algunos de los deportes que tienen representación con menos participantes son: esgrima (5), lucha (3), el taekuondo (3), hípica (3), halterofilia (1), boxeo (1)… En el lado contrario de la balanza estaría el atletismo con 52 participantes. Y en lo negativo hay que anotar la no presencia del equipo femenino de balonmano, del equipo femenino de waterpolo, de los equipos femenino y masculino de voleibol… ¡Y sorpresa! El deporte rey no tendrá presencia en los Juegos Olímpicos. Ni el equipo femenino, ni tampoco el masculino logró su calificación para Pekín, en claro contraste con el reciente éxito de la selección nacional en la ‘eurocpa’. Y eso que el fútbol ya había conseguido medalla de oro en Barcelona 92 y de plata en Sydney 2000. ¡Cosas.!
Para acabar y ya que hemos ensalzado tanto a la mujer deportista tal vez convenga recordar que no siempre pudieron participar en Juegos olímpicos. En lo que al yudo se refiere, no fue hasta Barcelona 92 en que se permitió la entrada en la competición de mujeres. ¡Qué bien le vino a España!
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