4.4.20

"Yo" y "mi"

Han sido muchos errores y algunos aciertos. Ojalá los errores hayan sido perdonados (yo ya me he perdonado). Ojalá alguien aprecie los aciertos.

La vida son muchos errores y alguno aciertos. Uno de ellos es, a mi entender, mantenerse al margen de cuestiones que a uno no le conciernen. Guardarse la opinión (siempre respetable opinión) si no está fundamentada.
Una cosa es decir tengo frío y otra, muy diferente, es saber que hace frío (nadie lo sabe). Máxime cuando, a poco que se reflexione, se descubre que cada cual fabrica su propia realidad. O sea, que hay tantas realidades como los que la interpretan. Dicen que en mecánica cuántica, todo hecho depende del observador. Dicho de otro modo, que la realidad depende de quien la mire. Siempre me ha fascinado este descubrimiento que viene, nada menos, que del terreno de lo científico.
Dicen que un viejo samurái tuvo que salir de viaje dejando solas en casa a su esposa y anciana madre. Pasaron muchos día y el samurái regreso de improviso con la noche ya echada. Se dirigió a su habitación donde encontró a su esposa dormida en la cama. Junto a ella adivinó el bulto del cuerpo de quien enseguida supuso su amante. Así es que sigilosamente desenvainó su katana y, con ella, de certero movimiento, casi en silencio, asestó mortal estocada a su rival.
Su esposa entonces despertó para comprobar la tragedia. En medio del llanto acertó a explicar al samurái que acababa de matar a su anciana madre. Durante la ausencia de su esposo, disfrazaba a la vieja para que pareciese que seguía durmiendo con él.
Vaya forma de interpretar la realidad.
Hoy asisto a la lucha de una madre para que su retoño no se cargue de responsabilidad porque no le han llegado, vía Internet, a su profesor, ciertas tareas que daba por enviadas. En el fondo la queja va contra el sistema educativo y no contra el profesor al que agradece su implicación en momentos difíciles. Y pienso que la misma queja se puede plantear contra los políticos, contra los banqueros, contra la monarquía, contra el sistema capitalista… contra la vida. Es una buena queja, que mueve a profundas reflexiones. Ya se ha hablado mucho del tema. ¿Para qué le sirven las derivadas a un pintor o a un fotógrafo? ¿Para qué le sirve dónde situar a La Montaña dentro de la Revolución Francesa a un médico? Si a cambio lo que subyace es la eterna pregunta por la felicidad.
Yo no tengo la solución y menos me voy a permitir dar consejos. Me gustaría inducir a no entrar al trapo, pero… ¡no soy quién!
Es verdad que no le digo a nadie que ha de ser inactivo. Yo voy a manifestaciones. Yo soy de ADENA (pago religiosamente el recibo). Yo, yo, yo.
Tampoco le digo a nadie que escriba dando una queja (ya lo hago yo cuando no tengo más remedio). Ni digo a nadie que funde un partido, ni una asociación... (ya presido una profesional y no hace nada). Otra vez yo, yo, yo…
Decía Yigoro Kano que a pesar de las apariencias “yo” y “mi” son el factor más descuidado en el pensamiento humano.
En el conflicto con el sistema educativo de la madre y su retoño a mí me parece que la frase de Yigoro Kano cobra gran valor. Pero es verdad que en el “yo” es difícil de separar quienes realmente somos de quienes forman parte de "mi" “yo”. Es decir que los “mis” se adentran en mi ego por así decirlo. Y más para una madre que siempre siente a su hijo tan dentro. Y más cuanto más joven sea éste. (Así debe de ser por otra parte, creo yo). Pero, a última hora, como decía Yigoro Kano, cuidemos el yo (y el mi) recordando hasta dónde llega y dónde empieza el de los demás.

Ojalá hubiera una receta para enseñar a ser padres. Para saber transmitir a nuestros hijos cómo resolver sus propios problemas. Yo no la tengo. Ni siquiera sé solucionar mis problemas.

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