9.5.08

Fenomenal entrenamiento en el GimnasioFraymor


Gracias Rodolfo

Fue un entrenamiento fabuloso en el que el maestro Rodolfo Cruz (Cinturón negro 5º Dan) ejerció de alma mater, encandilando a propios y extraños.

Quienes no le conocían se llevaron una importante impresión y quienes ya le conocíamos nos vimos sobrecogidos por una enorme satisfacción de verle dar rienda suelta a su repertorio y feliz sobre el tatami. Con esa satisfacción que irradiaba demostró que el yudo se transmite, como las cosas importantes de la vida, a través del amor a las cosas. Supo, Rodolfo, comunicar con los asistentes con la calidez de la madre que susurra a su hijo, con la intimidad del secreto. Con las cosas así de emotivas, el tiempo se puso a flotar, mientras el inexorable reloj que cuenta nuestro paso por estas tierras estoicas, parecía correr en otra dirección.

Como profesor de las Escuelas municipales de Parla, quien esto suscribe (Wladimiro Martín) recuerda que por nuestro sencillo tatami han pasado grandes yudocas; ninguno de la humildad de Rodolfo. Hemos compartido nuestro austero y más que digno doyo con altos grados y muy afamados ‘artistas marciales’ –si es que existen-; ninguno de la talla humana de Rodolfo. También hemos tenido ocasión de asistir a demostraciones (algunas de simple exaltación al egocentrismo) de personajes de afamada trayectoria ‘marcial’; nada que ver con nuestro amigo Rodolfo, quien, con su comportamiento, da sentido a palabras como humildad, estoicismo, respeto y otros valores tan mentados en nuestros deportes como ausentes en pretendidos grandes maestros y otros gorilas y saltarines del gremio.

Por todo ello, Wladimiro Martín felicita a los que supieron aprovechar la ocasión que se les brindaba así como a los que ya han descubierto que viene entrenando con nosotros desde hace semanas uno de los grandes caballeros del tatami, con más experiencia en competición (y en el mundo del yudo) que muchos rompehuesos que hacen del entrenamiento un diario ejercicio de culto a su persona. Sin ritos, ni tensión, con la fluidez que da nombre a nuestro deporte, con la suavidad que se presume en todo yudoca, Rodolfo ha entrado en nuestra historia y nos alegramos y sentimos orgullosos de ello; somos afortunados.

Mi felicitación va para el yudo, tal y como lo entendemos los que cada vez parecemos más (y mejores; perdonen la licencia que me tomo). Va para los que suman y no restan, para los que aportan sin pretender hacerlo, pues jamás destruyen con pies de barro, sino que acarician con la suavidad del terciopelo.

Por cierto, el esfuerzo de acercarse hasta un gimnasio de amigos yudocas, que se encuentra a más de medio centenar de kilómetros del propio, lo hicieron, como no podía ser de otro modo dos personas colosales. Entre ambas no pesan ni 90 Kg. y tampoco suman más de 26 años. Pero son, sin duda ejemplo, de Tarzán (y de su mona Chita –incluso-). Anoten el nombre de Sonia Sieiro y de Itziar Sánchez en su memoria. Pronto, estas dos mujeres (de la categoría deportiva ‘infantil’) darán mucho que habar. Sólo tienen que recordar el caminote la tenacidad y seguir siendo fieles a su deseo para llegar allá de alto como se propongan. Una de ellas ya es doble medallista en campeonatos de Madrid y la otra no pudo acudir a la Final Autonómica, donde es probable que hubiera demostrado su valía; tenía un compromiso adquirido con anterioridad.

También doy las gracias a todos los que han respaldado esta iniciativa de los profesores Javier Mora (el anfitrión perfecto) y Rodolfo Cruz. Quiero deslizar que ha supuesto un importante quebranto para mi persona, habiendo puesto en juego mucho más de lo que es siquiera conveniente explicar. Por eso estimo en lo que vale la postura desinteresada de quienes han secundado la actividad y también de los que, me consta, hubieran deseado fervorosamente acudir a ella teniendo muy serios obstáculos para hacerlo.

Por último, y ya que nos estamos tomando licencias que no solemos tomarnos, recordar que lo imposible es lo que se tarda un poco más en conseguir. El hombre (la Humanidad) fue capaz de condenar a un sujeto como Galileo y ‘poco’ después, también fue capaz de hacer llegar a Amstrong, Aldrin y Collins a la Luna (un poco más allá que el gimnasio Fraymor de San Sebastián de los Reyes). Como me apetece, tengo un ‘blog’ muy chulo y puedo, les dejo unas palabras mucho mejores que las mías, por si les mueven a la reflexión. En esas ando yo desde que, ayer, me he enterado de una terrible noticia. Mientras yo andaba en mi coche atravesando Madrid de punta a punta, un niño de siete años se asomaba a la terraza de su piso, junto al mío, en Torrejón de Ardoz. Era el hijo de unos tenderos de mi barrio. Cayó al vacío y falleció al ser trasladado al hospital. El niño estaba con hermanita, un poco mayor que él. Sus padres debieron dejarles a ambos en la casa que pagan religiosamente cada mes, para no tener a los niños, una tarde más, metidos en el cuchitril donde venden ‘chuches’, cervezas y un poco de todo. Mis amigos han perdido a su hijo de 7 años y no tienen a su familia para consolarse con ella. Están a miles de kilómetros en China, lugar del que ellos partieron hace varios años y al que nunca podrán volver para que los suyos conozcan a sus hijos.

A todos os dejo este poema –no he encontrado mejor traducción- en la confianza de que os reconforte. A mí, a duras penas me quita de la boca el sabor a asco y a muerte.





Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir;
cuando ofrezca tu camino
solo cuestas que subir;
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar
y precises sonreír
aun teniendo que llorar;
cuando el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debas
¡pero nunca desistas!

Tras las sombras de la duda
ya plateadas, ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo
no el fracaso que temías,
figúrate cuan cercano,
pueda estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano.

Lucha, pues por más que tengas
en la brega que sufrir,
cuando todo esté peor,
más debemos insistir.


Rudyard Kipling




No hay comentarios:

Publicar un comentario