o cómo no tener que recorrer el 'DO' con un bastón blanco
No hace ni cinco horas q
ue he llegado a casa después de haber asistido al entrenamiento dirigido por Rafael Ortega (desde hace unos tres lustros, que se dice pronto). Desde entonces, desde que acabó el entrenamiento, estoy tanto más reflexivo que doliente… Lo de doliente lo digo por cosas de los años y el descuido. Tras sufrir un pequeño percance que provocó una excesiva tensión en mis rígidos ligamentos (esta vez de la cabeza del fémur) no pude completar como hubiera sido mi gusto el entrenamiento. Pero, aún así, me bastó y sobró y no lo digo porque haya satisfecho mis ganas de seguir estudiando yudo, guiado por el maestro Ortega, sino, por lo que sigue. Y como lo que sigue es opinión muy personal del profesor Wladimiro Martín os invito a seguir leyendo en el wladiario
ue he llegado a casa después de haber asistido al entrenamiento dirigido por Rafael Ortega (desde hace unos tres lustros, que se dice pronto). Desde entonces, desde que acabó el entrenamiento, estoy tanto más reflexivo que doliente… Lo de doliente lo digo por cosas de los años y el descuido. Tras sufrir un pequeño percance que provocó una excesiva tensión en mis rígidos ligamentos (esta vez de la cabeza del fémur) no pude completar como hubiera sido mi gusto el entrenamiento. Pero, aún así, me bastó y sobró y no lo digo porque haya satisfecho mis ganas de seguir estudiando yudo, guiado por el maestro Ortega, sino, por lo que sigue. Y como lo que sigue es opinión muy personal del profesor Wladimiro Martín os invito a seguir leyendo en el wladiario
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