El caso es que en 2007, el yudo puede estar considerado como uno de los diez deportes más practicados en España (eso hablando de los deportes olímpicos; es decir sin contar la siesta, los toros, el kárate, el sillón-bol u otros). Por cierto que, también hay que decir, que el yudo es el deporte de lucha (o de los que se dan a conocer por el terrible nombre de ‘artes marciales’) que más ha crecido en los últimos años en cuanto a número de licencias. También podríamos sustituir lo de ‘que más ha crecido’ por ‘que más se ha recuperado’.
Volviendo a nuestra fuente de EL PAIS, de donde hemos sacado los datos, tenemos que el deporte ‘rey’ en nuestro suelo patrio, es, también en cuanto al número de licencias, el fútbol. El balompié reúne tantas licencias como los cinco siguientes deportes de la lista juntos. El deporte de la famosa ‘Liga’ cuenta con 736.882 licencias en el año 2007. Y hay que recordar que en ese año aún no se había conseguido el gran éxito de la selección nacional.
En cambio, el baloncesto, que sí era ya sub-campeón de Europa y Olímpico, así como Campeón del Mundo, sólo alcanzó, en ese mismo año, la cifra de 344.882 (ni la mitad). Claro que el fútbol cuenta con una ventaja frente al baloncesto; no necesita canastas. Y sabido es que en cualquier pasillo de instituto, patio de colegio, calle de barrio… se puede improvisar un partidillo de fútbol, aunque sea con una pelota de trapos enrollados o de papeles encintados con ‘cello’. Otra cosa es empeñarse en jugar al baloncesto con las papeleras de la oficina que sólo se ve en el anuncio de la cerveza sin alcohol; todo un disparate (lo de la cerveza sin alcohol, claro).
Si seguimos con nuestra lista de deportes con más licencias, encontramos en tercer lugar al tenis, que no hace tanto, era deporte de diplomáticos, abogados del Estado o gentes de sangre azul (o personajes pegados a los de dicho color de hematocrito). En 2007 el tenis contó con 107.937 licencias suponemos que, en gran medida, gracias a contar con un deportista de la talla de Rafael Nadal.
Lo verdaderamente sorprendente es que en 2007, el cuarto deporte nacional en cuanto a número de licencias fue el yudo. Y ocupó el cuarto puesto de esta clasificación con 107.757 licencias; tan sólo 180 menos que el tenis. Algunos dirán que en esas licencias se incluyen las de yu-yitsu y otras. Ignoramos si en el tenis se incluyen las de frontenis y otras, pero la cuestión es insignificante en sí misma.
Ya por debajo de las 100.000 licencias aparecen el balonmano en quinta posición (con 92.279 licencias), el atletismo (83.437), el piragüismo (67.394), el tiro olímpico (66.065), el ciclismo (61.005) y la vela (54.715). Son los diez primeros deportes en importancia en cuanto a número de licencias, en 2007.
El Yudo es ‘casi’ el primer deporte individual
Con estos datos en la mano se colige que el yudo es el primer deporte de lucha en cuanto a número de licencias en España; también es el primer deporte individual (ahora matizaremos), tras el tenis. Pero se ha despedido de Pekín sin ‘pegar chapa’. Eso sí, se consiguieron dos diplomas olímpicos, que no es cualquier cosa.
No podemos ignorar que muchos analistas han colocado a nuestro deporte en el cajón de ‘los fracasos’. La diferencia entre expectativas y logros ha sido tal que nos hemos ganado acabar enterrados en dicho cajón, en el que nos sacudimos datos para intentar salir, junto al atletismo, la natación (la de ‘a ver quién nada más deprisa’, no la de ‘a ver quién baila en el agua mejor’), etc.
Si miramos la lista que antes ofrecíamos, de deportes con más licencias, veremos que hay múltiples lecturas. El deporte rey, que acaba de estrenar nueva Liga, con regeneradas expectativas y con la máquina de hacer dinero recién engrasadita, no saldría muy bien parado. Con todo su golpe de ‘Campeón de Europa’, el fútbol español no estuvo en Pekín (no se clasificó la selección nacional). Los futboleros se tuvieron que contentar con ver a la albiceleste (españolizada –Messi, Agüero…-) imponerse a las demás. Se podría decir que el fútbol está en crisis al no haber podido mandar una selección (aunque fuera femenina) a los Juegos Olímpicos. Estaría a la par que el volley (balón-volea) que tampoco calificó ni a la escuadra masculina ni a la femenina para la cita pekinesa.
Después viene el baloncesto que responde a lo ‘normal’. Con tal número de licencias y una generación de jugadores de la ‘releche en bote’, se ha cumplido objetivos (que, por cierto, estaban altísimos).
Luego llega el tenis y… más de lo mismo. Al éxito social de este deporte se suma contar con el más destacado y destacable de los deportistas españoles de los últimos tiempos. La baza segura de Nadal no se le escapó al deporte de la raqueta y respondió a sus expectativas (también altísimas); incluso rebasó algunos pronósticos gracias a la pareja: Medina-Ruano.
Turno para el yudo. Ummmmmmmmm…….. Que
Pero juzgar el papel del yudo olímpico por el resultado de Isabel parece magro ejercicio de análisis. Lo que hay que valorar es el conjunto, no vaya a ser que los árboles no dejen ver el bosque. Y se nos ocurre que el símil es afortunado por lo de la espesura del bosque… a ver si salimos (y cuándo).
Hemos hablado antes de la maravillosa generación de deportistas con que cuenta el baloncesto. También está abocado a ir cumpliendo un ciclo. Se despide
Qué diferente panorama en la selección nacional de yudo en que muchos ya han anunciado su retirada, dejando paso a quienes tuvieron eclipsados. También el yudo ha contado con una exquisita generación de deportistas que no parece fácil se repita (y esto es una opinión; una de esas opiniones que se estaría encantado en constatar que son una estupidez). Hemos tenido unos fabulosos ‘fórmulas uno’ y se nos ha olvidado cuidar la pista de karts.
Deporte individual – deporte de equipo
Nos apetece hablar un poco de los deportes de equipo (como lo son el fútbol o el baloncesto -¡vaya contraste!-) y los individuales (como el tenis o el yudo). Da la casualidad que para nuestros ejemplos tenemos los cuatro primeros deportes de la lista de destacados que estamos manejando.
Decir hoy que el fútbol es un deporte de equipo es de Perogrullo, pero levanta una sonrisa. Cuando un niño practica el balompié es fácil trabajar con él su sentido de compañerismo, de organización por tareas para un fin común, de generosidad, de altruismo… luego ve la tele y se jeringó casi todo eso. El niño ve el último peinado de Torres, el nuevo gesto teatral del goleador triunfante, las botas diferentes de su ídolo, el tatuaje diferenciador… Para colmo se satura de noticias relacionadas con la pelea individual de un determinado jugador por cambiar de equipo, de un determinado entrenador que parece enfrentado a todo y a todos. El fútbol es un deporte de equipo que consigue el grupo por la suma de individualidades y no por conjugarlas. Por eso, suele triunfar cuando un entrenador actúa de filtro, mantiene en equilibrio los interese particulares y ‘engaña’ a cada cuál haciendo converger intereses particulares en fines comunes; algo así como una UTE (Unión Temporal de Empresas).
En el baloncesto no ocurre así, a nuestro humilde entender. Se ha demostrado, en gestos muy sencillos y primarios, que el grupo está por encima del individuo. Lo demostraron Garbajosa y Pau con sus sacrificios y luchas por integrarse (en condiciones en las que era fácil de ‘perdonar’ que no estuvieran). Lo demostró ‘el grupo’ cuando le dedicó a su estrella ‘ausente-presente’ el triunfo mundial. Lo demostró el entrenador (triunfante) cuando empezó a no estar a gusto y se retiró con tanta dignidad como elegancia y pocas ganas de hacer sangre. Sobran ejemplos y es insistir en lo mismo; así es que vamos al tenis y al yudo.
Para empezar, tanto el tenis como el yudo cuentan con modalidades deportivas colectivas. En el tenis no llega a ser ‘por equipos’ dado que se forman con dos deportistas. Tan menguado equipo se pasa a denominar ‘partido de dobles’. Pero no deja de ser, en ese caso, una modalidad de equipo (no individual). También el yudo tiene el ‘por equipos’, aunque se trate de una cadena de encuentros individuales. Es una pena que no exista esta modalidad en los Juegos Olímpicos; el COI sabrá lo que hace… ‘doctores tiene la Iglesia’, que se dice.
Volvemos al niño que se apunta a un deporte. En este caso nuestro muchacho optaría por decidirse entre la raqueta y el yudogui. Hombre, nos saltaremos que no nos parece que el tenis proporione las mismas oportunidades formativas. Un niño, raqueta en mano, tiende a muscular más un lado que otro; por decirlo en pocas palabras. Mientras, en yudo puede escoger ambos lados (si bien tenderá más a uno que a otro –como en tenis, pero en yudo no da raquetazos-). No vamos a entrar en esta materia porque todo deporte es maravilloso y lo que hacen falta son buenos técnicos y profesores (formadores) y menos ‘entrenadores de niños’. Y cuidado con esto, que dichos entrenadores están en la cadena de uno de los grandes disparates del siglo, junto a otras formas de explotación –infantil-. Eso sí, como decía un amigo mío: “las comparaciones son odiosas… pero yo soy mejor”.
Lo que nos afecta ahora es el sentido de la individualidad del yudo (o de otros deportes individuales). En el caso del ‘invento’ de Yigoro Kano, tenemos siempre que recordar la dicotomía entre lo que es el yudo de competición (el de los adverbios latinos ‘cito’, ‘alter’, ‘fortiter’, que dan el famoso lema olímpico: más rápido, más alto, más fuerte) y lo que es el yudo tradicional (no sólo el de katas).
Hemos llegado al nudo de estas reflexiones. Una cosa es entrenar a niños para que sientan que emulan a David Alarza o a Oscar Peñas. Y es cosa complicadísima porque esos mismos niños a quienes les gusta el yudo, se identifican con Villa, Gasol o Nadal, antes que con los grandes yudocas españoles (a los que ni conocen). Luego viene otra cosa distinta que es la de formar buenos yudocas (dentro de otro lema latino: mens sana in corpore sano), que estaría más en consonancia con eso que conocemos como yudo tradicional y que algunos se empeñan en reducir a dar un fuerte palmetazo a la colchoneta al caer y practicar katas. Nosotros nos referimos a preconizar los principios de Yigoro Kano (¿hay algo más tradicional?)
Estos principios son la base de que podamos presumir de un deporte ‘menos individual’ que el fútbol (sin serlo). Nos referimos, por ejemplo a:
Yiko no Kansei (Shiko-no-kansei) (perfección del ser humano –interno y externo-; búsqueda de equilibrio - salud personal-, así como búsqueda del equilibrio dentro de la sociedad)
Yita Kyoei (Shita-kyoei) (beneficio mutuo; principio de ayuda muy ligado a la máxima anterior -ayudar a los demás a encontrar su propia perfección, pues si sólo se busca el beneficio personal, pronto se encuentra el fracaso-)
Mens
Lo de acabar unos Juegos Olímpicos y ponerse a sacar conclusiones es peligroso, porque puede uno alejarse de ciertos caminos (el ‘Do’) que nunca se deben abandonar. La gran perdedora de los Juegos Olímpicos no fue USA (desplazada al segundo puesto del medallero por la China anfitriona). En términos de medalla por número de habitante, España sale muco mejor parada que en el medallero. Pero la gran perdedora sería
En el extremo contrario estaría Australia, cuyos ciudadanos adoran el deporte, y que ha conseguido 49 medallas teniendo 19,5 millones de habitantes. Ahora volveremos al caso de Australia (y al de otros países de los que se pueden considerar como ‘países deportivos’).
El país verdaderamente sorprendente en rentabilizar sus esfuerzos es sin duda, bajo estos raseros y otros, Armenia. No se trata de una errata ni nos referimos a Alemania. Hablamos de Armenia, el país republicano y montañoso, sin salida al mar que tiene fronteras con Turquía (al oeste), Georgia (al norte), Azerbaiyán (al este y sur) e Irán (al sur). Un país que con apenas 3 millones de habitantes y una renta ‘per capita’ bajísima, ocuparía el primer lugar de un medallero elaborado por el periódico LOS ÁNGELES TIME, un poco en broma. La ex república soviética de Armenia, consiguió seis medallas (todas de bronce).
En este grupo de países destacados en el balance medalla-renta ‘per capita’, estaría Georgia, con 4,6 millones de habitantes. Otras seis medallas consiguieron los vecinos de Armenia, metidos en el problemón de fronteras que hoy tienen con los otros vecinos (los rusos). En el caso de Georgia hay que recordar que de las seis medallas conseguidas tres son de oro (entre ellas la del yudoca Irakli Tsirekidze, en menos de 90 Kg.)
Otro caso curioso es el de Suiza, con 7,6 millones de habitantes, ya en Europa. También se hizo el pequeño país de los Alpes con seis medallas (dos de oro y cuatro de bronce) y nos sirve para retomar las reflexiones hacia donde antes habíamos apuntado que volveríamos: hacia los ‘países deportivos’.
¿Cuestión de modelos o cuestión de medallas (por no decir de pelotas)?
Hay países que pasan por ser modélicos en su despliegue de políticas deportivas. No nos centraremos en nuestros vecinos los franceses, que están demasiado cerca los actos del 2 de mayo y se puede volver a levantar en armas el vulgo (qué gran ocasión se perdió con ese levantamiento a favor de la puerca monarquía… ¡mon dieu!)
Suecia puede proponerse como uno de esos países de gentes sanas y deportivas. Tal vez también Holanda, con sus ciudadanos acudiendo a trabajar en bicicleta. Un servidor escribiente ha pasado gran parte de su infancia en Sudáfrica donde, ya hace más de cuarenta años, había un parque público en cada barrio y una piscina infantil gratuita en cada parque público. ¿Podría ser ese un modelo interesante?
Pues si nos vamos al medallero, resulta que en África del Sur la cosecha olímpica de medallas se ha reducido a una única medalla (de plata) con sus más de tres millones de habitantes. ¿Ha fracasado el deporte sudafricano? Yo diría que no, porque conozco ese paradisíaco país y sé las instalaciones deportivas que tiene, la política educativa y deportiva que se sigue y les puedo asegurar que es envidiable (y vamos a dejarnos de leches de medallas). Y tampoco es que tengan problemas económicos en el país que lidera las explotaciones de oro, diamantes, uranio y otras fruslerías por el estilo.
Con estas reflexiones volvemos al yudo y nos orientamos, en concreto, al que antes hemos definido como ‘tradicional’ en el sentido de educar mentes sanas en cuerpos sanos, formar para el futuro ciudadanos equilibrados y sanos con ganas de construir una sociedad mejor, etc.
Hemos llegado a un momento en que el yudo debe renovar su selección nacional y, por tanto, el yudo debe mirar hacia el futuro y no precisamente en parámetros olímpicos (de cuatro años a la vista). De los que nos representaron en Pekín es probable que no quede ni uno –ojalá volvamos a equivocarnos- con garantías de estar en Londres 2012 aspirando a mejorar su papel… ¿y qué? Lo mismo tampoco surgen otros o acceden a la selección yudocas con garantías de mejorar el papel realizado en Pekín 2008. ¡Pues vaya!
A ver si aprovechamos para replantear el carácter social de nuestro lindo deporte y no nos dejamos comer por los pies, luchando donde no hay nada que ganar (de qué hubieran valido un par de medallas de bronce a nuestro deporte en Pekín). Más allá del culto al ego (el mío, el tuyo, el de ellos) el yudo hubiera ganado el reconocimiento de unos días y el olvido de cuatro años más. Luego, vuelta a entregarse al columpio de las expectativas-frustraciones entre vaivenes de excusas, dobles lecturas y explicaciones.
Concluyendo:
- Tras revisar algunos vídeos comprobamos que existe el YUDO incluso en los Juegos Olímpicos (además de que algunos siguen intentando la ‘lucha del tirón' con yudogui)
- El yudo sigue siendo mucho más que lo que se ve cada cuatro años
- Los campeones molan mucho; los grandes yudocas son otra cosa (molan más)
- El yudo sigue pareciendo uno de los deportes más completos (verás como viene alguno a querer jorobarlo)
- Estamos deseando arrancar un nuevo curso para el que tenemos muchos proyectos. Muy pronto os iremos informando
NOTA: Entre las imágenes de este artículo hay una estupenda fotografía de veteranos yudocas del Gimnasio Muvia a quienes saludamos desde aquí y felicitamos por el estupendo entrenamiento de ‘reliquias’ que protagonizaron (a juzgar por las imágenes)
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